La exposición Amazônia de Sebastião Salgado inaugura la temporada expositiva del teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa. El fruto de siete años de trabajo del fotógrafo brasileño, premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1998 y premio de fotografía Rey de España en 1987, podrá verse hasta el 14 de enero en la Sala de Exposiciones del centro. Son más de 200 fotografías, la mayoría de gran formato, 7 películas y una ambientación sonora especialmente compuesta por Jean-Michel Jarre.
Comisariada y diseñada por Lélia Wanick Salgado, Amazônia cuenta con más de 200 fotografías de gran formato y siete películas. Un proyecto organizado por La Fábrica y el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, con Zurich, como patrocinador principal y con Telefónica y Redeia como patrocinadores. Como señala Vicente Cancio, CEO de Zurich España, “son valores fuertes los que nos unen como Zurich Seguros con los Salgado. Nuestro deseo compartido por un futuro mejor nos ha llevado a unir fuerzas para inspirar a la gente a abordar activamente el cambio climático. La exposición Amazônia encaja perfectamente con nuestro compromiso”.
La exposición es un viaje al corazón de la selva amazónica de la mano de Salgado, una declaración de amor a uno de los enclaves más importantes de nuestro planeta, de parte de uno de los fotógrafos más destacados de la historia contemporánea. Una exposición que muestra la belleza y grandiosidad de la región y que intenta ser una llamada de atención a través de la fotografía sobre la frágil situación en la que se encuentra esta región y la necesidad de conservar y proteger este pulmón fundamental de la tierra.
Sebastião Salgado recorrió en varias expediciones, a lo largo de siete años, la inmensidad de la selva amazónica retratando con su cámara, desde el cielo, el agua, y a pie, la exuberancia de este entorno y poniendo rostro a los habitantes de la región.
Así arrancaba un ambicioso proyecto fotográfico que, lejos de pararse en el horror de la devastación, muestra la incomparable belleza de esta región y subraya la importancia de preservar tanto el bosque como a sus habitantes.
A través de la muestra conoceremos en las diferentes secciones de Amazônia: la inmensidad de la selva amazónica desde el aire –“una vasta alfombra verde decorada con las líneas serpenteantes y rizadas de ríos que se mueven lentamente”–; fenómenos naturales extraordinarios como el de los “ríos voladores” –que surgen de la succión de agua por parte de los 400.000 millones de árboles de la región, agua que liberan en forma de vapor a la atmósfera través de los poros de su follaje–; las Anavilhanas –el archipiélago de agua dulce más grande del mundo–; las impresionantes tormentas tropicales y esos cielos incomparables con sus imponentes formaciones de nubes; la cadena montañosa del Imerí –una de las más importantes de Brasil, con picos únicos, con laderas cubiertas por la selva tropical, como el Pico de la Neblina o el Pico Guimarães Rosa–; y por supuesto el bosque, ese Paraíso Verde con sus imponentes árboles de ramajes exuberantes.
Junto a todas estas imágenes que nos desgranan los diferentes paisajes de la selva amazónica, Salgado nos presenta a algunos de los más de 310.000 indígenas que pueblan estas tierras. En varias piezas los líderes de las principales comunidades de la región cuentan su día a día, nos descubren su cultura y comparten los problemas a los que se enfrentan. Desde las comunidades residentes en el Territorio Indígena Xingu, la primera gran reserva indígena creada para proteger a varios grupos étnicos; a otros grupos como los Awá-Guajá, Zo’é, Suruwahá, Yawanawá, Marubo, Macuxi o Yanomami, entre otros. Junto con sus palabras, la muestra incluye potentes retratos de estas comunidades indígenas, que dan testimonio de su vida y costumbres.
La sala en penumbra y las imágenes de gran formato que concentran toda la iluminación, permiten que el visitante se sumerja en la exuberante vegetación y descubra, paseando entre las imágenes, el espíritu de la Amazonia y sus habitantes. La sala recrea, además, espacios que se asemejan a las viviendas indígenas conocidas como “ocas”, donde se proyectan los videos con los testimonios de las comunidades indígenas.
La música y los sonidos son otro de los elementos fundamentales que contribuyen a hacer de Amazônia una experiencia que apela a todos los sentidos. El músico Jean-Michel Jarre ha creado una banda sonora para la exposición que se disfruta a lo largo de toda la visita. Suaves notas que nos remiten al susurro de los árboles, el canto de los pájaros y el sonido del agua. Para crear esta composición el músico se basó en sonidos reales de la selva amazónica, registrados por el Museo de Etnografía de Ginebra.
Todos estos factores contribuyen a crear una experiencia íntima que nos traslada a este maravilloso enclave natural que se muestra en todo su esplendor en el corazón de Madrid.
Amazônia llega también en formato editorial con un espectacular libro, editado por Taschen, con casi 600 páginas. Un volumen que como Sebastião Salgado y Lélia Wanick Salgado indican “está dedicado a todos los pueblos indígenas de la región amazónica de Brasil.
Celebra la supervivencia de sus culturas, costumbres y lenguas. Es también un homenaje a su papel de guardianes de la belleza, los recursos naturales y la biodiversidad de la selva tropical más extensa del planeta ante las incesantes amenazas del mundo exterior”.
La exposición llega a Madrid tras una gira que la ha llevado a París, Roma, Londres, Manchester, Los Ángeles, São Paulo, Río de Janeiro, Avignon, Zúrich y Milan, con 1,5 millones de visitantes. Como señalan Sebastião Salgado y Lélia Wanick: “Nuestro objetivo no es denunciar el horror de la devastación, sino mostrar la incomparable belleza de esta región y subrayar la importancia de preservar tanto el bosque como a sus habitantes”.
LO QUE SOBREVIVE
Carta de Lélia Wanick y Sebastião Salgado
Nuestro planeta nunca ha enfrentado un peligro tan grande como el de este siglo. Los efectos provocados por el calentamiento global, la desertificación de los suelos, la contaminación de los océanos y la destrucción constante de la biodiversidad suponen un reto importante para el ser humano.
La emergencia climática es un constante recordatorio de la fragilidad de nuestro medio ambiente, cuya estabilidad es fundamental para la supervivencia de todas las formas de vida en la Tierra.
La selva amazónica, conocida coloquialmente como “el pulmón del mundo” gracias a su absorción de vastas cantidades de dióxido de carbono, es sin duda un factor clave en la lucha contra el calentamiento global. Sin embargo, su destrucción se está acelerando como resultado de incendios iniciados intencionalmente para despejar tierras para granjas ganaderas y plantaciones de soja.
Los envenenamientos de arroyos y ríos por buscadores de oro independientes y la invasión implacable de bosques vírgenes por madereros extrayendo ilegalmente valiosa madera dura están agravando esta tragedia ecológica y humana, haciendo cada vez más difícil proteger a los pueblos indígenas que viven en este vasto territorio. Esta selva tropical alberga una décima parte de las especies de flora y fauna de nuestro planeta y representa el laboratorio natural más grande del mundo.
En esta región habitan unos 310.000 indígenas que comprenden 169 grupos étnicos y hablan no menos de 130 idiomas. Hoy, este mundo ancestral también está en peligro de desaparición. La selva amazónica es el único lugar del planeta donde la humedad aérea no depende de la evaporación de los océanos: más bien, cada árbol funciona como un aireador que proyecta cientos de litros diarios a la atmósfera, creando “ríos voladores” que transportan incluso más agua que el río Amazonas.
Las fotografías por satélite muestran invariablemente la selva tropical oculta en gran parte por las nubes. El día en que la selva sea perfectamente visible desde el espacio será el día en que los “ríos voladores” hayan desaparecido, con consecuencias catastróficas para nuestro planeta. Fue este calamitoso horizonte el que dio origen a este ambicioso y urgente proyecto fotográfico.
Nuestro objetivo no es denunciar el horror de la devastación, sino mostrar la incomparable belleza de esta región y subrayar la importancia de preservar tanto el bosque como a sus habitantes. Esta exposición es el fruto de siete años de la experiencia humana y de las expediciones fotográficas –terrestres, acuáticas y aéreas– de una Amazonia aún en gran parte desconocida e infinitamente asombrosa.
Gracias a la impenetrabilidad de la selva, algunas etnias han podido preservar durante siglos su modo de vida tradicional. Hoy ellos y su hábitat forestal están gravemente amenazados. Estas imágenes dan testimonio de lo que sobrevive antes de que desaparezca aún más. Para que la vida y la naturaleza escapen a una mayor destrucción y depredación, es deber de todos los seres humanos del planeta participar en su protección.
A través del poder de las imágenes, aspiramos a resaltar la majestuosidad de la naturaleza y la noble sencillez del estilo de vida de la población indígena. Creemos que la humanidad en su conjunto tiene la responsabilidad de cuidar su patrimonio común, entre el cual está el milagro de la Amazonia