A raíz del caluroso verano que acaba de terminar, las venideras sequías que podrían prolongarse y otros factores que devienen del cambio climático, el panorama para los agricultores es bastante desalentador en Europa. Sin embargo, al norte del continente se podrían ver algunos beneficios agrícolas.
En algunos lugares del norte de Europa se podrían ver los frutos agrícolas del cambio climático. Habrá temporadas de crecimiento más largas y un período de heladas más corto que permitirá nuevos cultivos y variedades. Las tierras de cultivo adecuadas alrededor del mar Báltico podrían más que duplicarse para el año 2100. Pasando del 32% de la superficie actual a cerca del 76%. Algunos cultivos que son comunes en el sur de Europa, como las vides, echarán raíces más al norte.
En el estado alemán de Baja Sajonia, al norte, las temperaturas medias han aumentado casi 2 ºC en las últimas décadas. Allí, algunos agricultores han comenzado a cultivar frutas que normalmente se encuentran más al sur, como albaricoques y nectarinas. Y el cultivo de vino, típicamente asociado con las laderas más meridionales en Francia, España e Italia, está ahora despegando en lugares como Dinamarca, Suecia y el Reino Unido.
Agricultores europeos centran su atención en otros cultivos
Italia, que ocupa el segundo lugar en el mundo en producción de aceite de oliva, tuvo una cosecha desastrosa en 2018. El mal tiempo y las heladas hicieron que la producción disminuyera en un 57%, lo que representa una pérdida de casi 1.000 millones de euros.
En Sicilia, una de las principales regiones italianas productoras de aceite de oliva, algunos agricultores comenzaron a centrar su atención en los cultivos nativos de las regiones tropicales, incluyendo mangos, aguacates, papaya y frutos de lichi.
Los cultivos tropicales se introdujeron por primera vez en Sicilia en la década de los setenta, pero en los últimos años se ha visto un incremento exponencial de estos cultivos. La introducción de estas nuevas especies reemplazaría a los cítricos que ya no son rentables.
En el sur el panorama es bastante desalentador
El cambio climático supone un riesgo para la sostenibilidad de la gestión de los viñedos a escala mundial, especialmente en Europa. El estrés térmico, los fenómenos meteorológicos impredecibles y la escasez de agua han cambiado las condiciones de crecimiento de varios cultivos en el continente, especialmente para alimentos básicos mediterráneos, como las aceitunas y las uvas de vino.
Para los próximos meses se espera que las temperaturas medias anuales aumenten entre 1 y 5,5 grados centígrados y se prevé que el calentamiento más fuerte se produzca en el sur de Europa en los meses de verano de 2021. El panorama no es nada claro aún, pero podría ser nefasto para el sector agrícola.
Año a año se van tomando decisiones casi imperceptibles para frenar las pérdidas del sector. Incluso algunas bodegas han empezado a implantar medidas de adaptación al calentamiento y medidas de sostenibilidad. Tal es el caso de Bodegas José Luís Pérez (Jerez), en donde ahora se busca una planta con mayor resiliencia al sol y a la sequía. En la bodega Terras Gauda (Pontevedra) ya no se realiza el mismo deshojado que se solía hacer anteriormente porque el calor podría deshidratar la uva e incluso quemar el fruto.
La pandemia de la COVID-19 tampoco ayuda
Además de todos los problemas a medio y largo plazo que debe enfrentar el sector por el cambio climático, la pandemia del coronavirus ha obligado a adaptarse aún más a los cambios. Los bodegueros, como el resto del planeta, ya han implementando las medidas sanitarias y de limpieza necesarias para prevenir el virus.
En algunas bodegas han ido aún más allá e instalaron mamparas de separación, cabinas para la descarga de las uvas y también incluyeron la digitalización de todo el proceso. Pero la medida que ha predominado en los equipos de trabajo ha sido la formación de grupos burbuja, de ocho a diez personas.
El sector agrícola genera una facturación total de 6.500 millones de euros al año. Este volumen supone en torno al 1% del producto Interior bruto (PIB).
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