Kate Yoder / Grist
Un árbol puede proporcionar un lugar fresco para descansar a la sombra, un refrigerio en forma de fruta, madera para construir una casa y aire más limpio. Pero los árboles son cada vez más valorados por una cosa: su capacidad para capturar carbono y contrarrestar el cambio climático.
Miles de millones de dólares se están destinando a proyectos para plantar y proteger árboles, de modo que los gobiernos y las empresas puedan afirmar que han cancelado sus emisiones. Salvar los bosques y plantar árboles se suele presentar como una “triple victoria” para el medio ambiente, la economía y las personas. Un objetivo que es más complicado de lo esperado.
Los pueblos indígenas están siendo expulsados de sus tierras debido a los proyectos de compensación de carbono. Los pastizales nativos se están convirtiendo en bosques, a pesar de que los pastizales en sí mismos son enormes depósitos de carbono que se pasan por alto . Y los proyectos de compensación en los bosques, en la mayoría de los casos, no logran todos los beneficios de emisiones que sus patrocinadores habían prometido.
La primera evaluación integral de cómo el mundo ha gobernado sus bosques en 14 años ofrece algunas buenas noticias: las tasas globales de deforestación se han desacelerado ligeramente, de 32 millones de acres al año en 2010 a 25 millones en 2020. Pero encontró que la «climatización» de los bosques ha llevado al surgimiento de mercados de secuestro de carbono que priorizan las ganancias a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo.
Los expertos dicen que es posible perseguir el objetivo global de secuestrar carbono en los bosques y al mismo tiempo mantener felices a los locales, pero se necesitaría un enfoque más reflexivo que considere las compensaciones e involucre a las personas más afectadas. Daniel Miller, profesor de política ambiental en la Universidad de Notre Dame, afirma que un enfoque estrecho en los beneficios ambientales de los bosques pasa por alto «una gran parte de la historia».
La investigación de Miller ha demostrado que los bosques pueden ayudar a combatir la pobreza. Los productos comestibles que ahí se encuentran suelen estar disponibles durante las épocas del año en que la gente podría pasar hambre. Tener bosques cerca puede hacer que la tierra sea más productiva y que aumente el rendimiento de los cultivos en más del 50 % en algunos casos. Los bosques pueden enriquecer el suelo, aumentar las precipitaciones y ayudar con la polinización. Más de 3.000 millones de personas viven a 1 kilómetro (un poco más de media milla) de los bosques y los manejan para trabajos, como la cosecha de madera y la recogida de alimentos como nueces y hongos.
Los bosques también pueden ayudar a la gente a adaptarse a un mundo que se calienta. «Regulan las inundaciones y los deslizamientos de tierra y sustentan los medios de vida que se ven amenazados por el cambio climático, apuntó Ida Djenontin, profesora de geografía en Penn State.
No obstante, lo que parece un esfuerzo prometedor de secuestro de carbono puede tener consecuencias inesperadas que socavan esos beneficios de los bosques. Por ejemplo, el Ministerio de Agricultura de Finlandia está tratando de fertilizar sus bosques para que crezcan más rápido, con la esperanza de que absorban carbono rápidamente y ayuden al país a cumplir su objetivo de volverse neutro en carbono para 2035. Sin embargo, con su apresuramiento no tuvo en cuenta el proceso de alto consumo de energía de producción y transporte de fertilizantes, una gran fuente de emisiones de carbono.
Además, la fertilización de los bosques puede perjudicar la cría de renos: sofoca el crecimiento del liquen que comen los renos. También reduce la producción de bayas en los bosques en un 70 %. Sin duda, la crisis climática ha legitimado técnicas excesivas de gestión forestal como la fertilización. Hay que actuar con rapidez, pero seguro de que no se van a causar daños peores e irreversibles.
Proyectos que no funcionan
Muchos proyectos de compensación forestal no funcionan como se esperaba. Solo 8 de los 29 proyectos de compensación de bosques tropicales aprobados por Verra, la mayor certificadora del mundo, redujeron significativamente la deforestación. El resto de los proyectos “no tuvo ningún beneficio climático, se había exagerado enormemente la consecuencia de que esos bosques fueran talados.
La idea de que los bosques pueden salvar al mundo del cambio climático es tentadora para las empresas y los políticos. Aparentemente, podrían cumplir sus compromisos climáticos sin tener que hacer el duro trabajo de reducir las emisiones, les bastaría estás dispuestos a desembolsar algo de dinero. También permite a la gente saltarse los difíciles compromisos sobre la reducción del consumo. Se estima que el mercado de compensaciones de carbono voluntarias (las que las empresas deciden comprar) crezca de unos 2.000 millones de dólares en 2021 a 250.000 millones de dólares en 2030 .
Otro problema es que los “vaqueros del carbono” (término que designa a quienes buscan lucrarse con los programas de compensación de carbono) pueden acabar desalojando a los pueblos indígenas de sus hogares. En 2015, las autoridades camboyanas reservaron más de 1.900 millas cuadradas de selva tropical en las montañas Cardamomo para un proyecto de compensación de carbono sin consultar al pueblo Chong que había vivido allí durante siglos.
Los aldeanos fueron obligados a abandonar sus tierras, y algunos incluso fueron arrestados por recolectar resina de los árboles. Las áreas de compensación de carbono estaban monitoreadas para impedir que los lugareños utilizaran los recursos del bosque.
En los Emiratos Árabes Unidos, la empresa Blue Carbon ha negociado acuerdos por millones de acres para poder lanzar proyectos de compensación destinados a proteger los bosques en Liberia, Kenia, Tanzania, Zambia y Zimbabue. Gran parte de esa tierra ha estado en manos de pueblos indígenas. Desde 1990, se estima que un cuarto de millón de personas han sido expulsadas de sus hogares en nombre de la conservación.
Por supuesto, los objetivos climáticos globales no tienen por qué entrar en conflicto con las necesidades locales. Los expertos dicen que es posible equilibrar ambos de manera efectiva. Prakash Kashwan, profesor de estudios ambientales en la Universidad Brandeis, dijo que los lugareños pueden utilizar los recursos de los árboles, al menos en una escala menor, sin dañar la capacidad de un bosque para secuestrar carbono. Los estudios han demostrado que involucrar a los pueblos indígenas y a los residentes locales en el proceso de toma de decisiones es clave para obtener mejores resultados sociales y ambientales, incluido el secuestro de carbono.
“Permitir que las comunidades opinen sobre cómo se gestionan los bosques es absolutamente vital para una gobernanza forestal más efectiva, duradera y justa, y para abordar estos grandes desafíos globales que enfrentamos”, dijo Miller.
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