“Si no cambiamos la situación actual, se estima que para el año 2030 podría haber más plástico que peces en el mar”
Scilogs
“La Tierra, el planeta azul perdido en la inmensidad del universo que cobija a la vida, está en peligro”, advierte SciLogs (acrónimo de science y blogs), un proyecto transnacional para el debate y la reflexión científica, en una de las más interesantes entregas que he leído en ese portal. Pero las principales amenazas de la tierra en el siglo XXI ya no son esos cataclismos naturales, que marcaron la historia de la humanidad desde el inicio de los tiempos, ni los holocaustos nucleares que tuvimos en la centuria pasada, sino las actividades del hombre. ¿Estará dispuesto el hombre a salvar el planeta?
De modo que son las actividades del Homo sapiens las causantes del cambio climático, del relleno de plástico de nuestros mares, lagos y ríos y de la pérdida de la biodiversidad. Cuando uno toma conciencia de esto, la pregunta que sigue resulta obvia: Homo sapiens… ¿animal sabio?… ¿animal racional?
Y ahora pongo el dedo en una llaga que podría herir las sensibilidades de muchos lectores con estas preguntas:
- ¿Qué hemos hecho por salvar al planeta azul y corregir tantos errores del pasado, de los cuales tenemos conocimiento desde hace décadas?
- ¿Qué ha hecho usted?
- ¿Hace el supermercado cada semana con bolsas plásticas?
- ¿Usa su auto de combustible fósil hasta para moverse a unas cuadras de su casa en lugar de caminar o usar la bici?
- ¿Invierte en empresas no comprometidas con soluciones climáticas?
- ¿Sigue recalentando ell globo usando sus aires acondicionados aun en días primaverales y frescos?
Bioética, ética de la Tierra o simplemente ética
La salvación del planeta no es asunto exclusivo de los líderes gobernantes en posiciones de poder, es un asunto de todos. Y mientras no nos involucremos todos en la solución de los males que la propia humanidad ha creado, este callejón no tiene salida.
Algunos hablan de ecocidio, antropocidio y antropodicea, incluso (no es un error ortográfico. Explico a continuación). El doctor José A. Mainetti, director del Instituto de Bioética y Humanidades Médicas de la Escuela Latinoamericana de Bioética, por ejemplo, habla de esa “antropodicea” con frecuencia y advierte que la supervivencia humana en el umbral del tercer milenio depende de que logremos resolver este problema a tiempo.
“Pese a su estupidez antiecológica y agresividad nuclear que generan la crisis de supervivencia actual, el ‘animal racional’ tiene todavía algo que le justifique. La Teodicea (justificación de la acción divina a pesar del mal existente en el mundo) se convierte en Antropodicea (justificación del acontecer humano no obstante los males que acarrea)”, explica Mainetti.
En su opinión, el Homo sapiens se ve obligado a un mea culpa inaplazable ante la devastación de la Tierra, el agotamiento de los recursos naturales y el deterioro de la biosfera que ha causado, cuya causa señalada es una explotación sin límites del planeta, irresponsable y equivocada.
Cambiar los hábitos cotidianos, el primer paso
Necesitamos una verdadera revolución ambiental y una corrección de hábitos cotidianos en la que participen una buena parte de los más de 7.000 millones de seres humanos que habitan la tierra para corregir el desastre que hemos creado entre todos.
“La megacrisis exige fundar una macroética planetaria basada en el principio de responsabilidad, que representa un nuevo estadio de la conciencia moral en la civilización tecnológica. Sería: «Actúa de manera que las consecuencias de tu acción sean compatibles con la permanencia de la vida genuina sobre la tierra”, resalta Mainetti.
Al planeta lo salvamos todos o no lo salvamos
El primer principio de la ética ambiental planteada por Mainetti es el de reciprocidad o mutua obligación por la interdependencia de los seres vivientes en nuestro planeta azul.
“Conciencia ecológica y conciencia antropológica coincidirían en un nuevo relato del hombre (antropodisea) y en una nueva justificación del hombre (antropodicea)”, acota Mainetti.
Es hora de que el “animal humano”, el que durante milenios construyó un progreso que se tradujo en una catástrofe inminente para la naturaleza, debido a su efecto desestabilizador de la vida y autodestructivo, empiece a progresar de manera distinta y sostenible.
“Ese dominio humano empezó por la usurpación de los espacios naturales y hoy termina con la contaminación ambiental, entre cuyos efectos globales preocupa singularmente el llamado ‘efecto invernadero’ o calentamiento climático progresivo del planeta, tan potencialmente letal como el ‘invierno nuclear’ del holocausto”, afirma el especialista en Bioética.
SciLogs propone empezar a sanar por el agua
SciLogs propone empezar a sanar por el agua, debido a que los mares y océanos mantienen la mayor diversidad biológica del planeta. “Allí viven millones de especies pertenecientes a prácticamente todos los phyla o grupos animales, incluidos varios que están ausentes de las islas y continentes. En contraste, en tierra existe mayor diversidad de plantas”, explica.
Los arrecifes y mares de coral de Australia, Indonesia, Filipinas y las costas del Caribe mexicano son las regiones marinas más diversas. “Son el equivalente marino de las selvas tropicales, como las de la cuenca del Amazonas en Sudamérica”, anota.
Los investigadores de SciLogs estiman que hay más de 16.000 especies de peces marinos y otros tantos de miles por ser descubiertos. Y existen alrededor de 130 especies de mamíferos marinos como ballenas, delfines y focas, que habitan en las aguas de todos los mares.
“Los océanos y mares albergan la fabulosa e inimaginable cantidad de 1.300 millones de kilómetros cúbicos de agua salada, lo que representa 96% del agua del planeta. El resto es agua dulce. Por la vastedad del mar y su inaccesibilidad para la mayoría de las personas es difícil percibir la enorme degradación a la que ha sido sometido”, subraya.
Ha llegado la hora de poner fin o al menos limitar las actividades humanas que amenazan la supervivencia humana, la extinción del planeta y la diversidad biológica.
Más plásticos desechados en el mas que peces
“Si no cambiamos la situación actual, se estima que para el año 2030 podría haber más plástico que peces en el mar”, según Scilogs.
No es posible que sigamos permitiendo que aguas contaminadas y no pasadas por plantas de tratamiento previamente sean vertidas cada día a los océanos, por ejemplo.
“El futuro del mar depende ahora exclusivamente de nosotros. El tiempo será el mejor testigo para saber si le mostramos el amor, la atención y la comprensión que requería para sanar y salvarse. Si tuvimos la sensatez que se necesita para salvarnos”, concluye Scilogs.
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