Un saludo entre vecinos o incluso, entre desconocidos, es una norma de urbanidad bien acogida en el mundo. Más si está acompañada de gestos de aprobación y sonrisas. En la costa de la ciudad de Luleå, en el norte de Suecia, un saludo en pleno invierno, con bajísimas temperaturas y en días eternos sin sol, puede ser la salvación; de allí surge la campaña ¡Saluda!.
En los meses de enero y febrero los termómetros llegan a marcar fácilmente los -20 o -25ªC, y dentro de un mes, habrá sólo tres horas de luz al día en esa localidad. Aunque su pequeña población, cercana a unos 70.000 habitantes, está acostumbrada a los períodos invernales, la soledad es un componente más en estas fechas, de la que pocos se acostumbran. Todos se resguardan en sus casas y el contacto físico se reduce o anula.
La mayoría tiene sus propios pasatiempos que los mantienen animados durante los fríos y oscuros meses de invierno: nadar en el hielo y esquiar. O caminar por la «carretera de hielo» que se adentra en el archipiélago.
Las autoridades de Luleå han lanzado una campaña, llamada ‘Säg hei’(¡saluda!), para aliviar ese aislamiento social, aunque sea ligeramente, alentando a la gente a saludarse unos a otros.
“Es realmente bueno que la gente se salude entre sí. Significa que las personas que se conocen, que no se conocen, se vuelven un poco más felices”, dice Pontus Wikström, presidente del grupo de baño de invierno Kallis Luleå.
La campaña además tiene como objetivo crear una ciudad más amigable empujando a las personas hacia interacciones sociales pequeñas pero significativas, reseña The Guardian. Se publican anuncios en los autobuses y se organizan talleres en las escuelas.
Campaña ¡Saluda!, un toque al corazón
A veces, y como suele ocurrir en muchas sociedades, la población de personas mayores, está más sola porque los hijos están dedicados al trabajo. En Suecia, los jóvenes de 18 y 19 años abandonan sus hogares para independizarse. Inclusive no acostumbran a compartir apartamento con otros chicos, sino que su despegue a la adultez es plena.
Una investigación reciente encontró que entre las personas de 16 a 29 años, el 45% de los habitantes en Luleå experimentan problemas como resultado de la soledad. Entre las personas de 85 años o más la cifra es menor: 39% entre las mujeres y 26% entre los hombres.
Micael Dahlen, profesor de bienestar y felicidad en la Escuela de Economía de Estocolmo, señala que si bien la soledad –especialmente entre los jóvenes– es un problema global, tal vez Suecia, con sus inviernos oscuros y fríos, sea más consciente de ello.
«La soledad y el aislamiento son problemas enormes en cualquier época del año. Y en casi cualquier parte del mundo en este momento», afirma. “Viene con la época en la que vivimos, los estilos de vida que tenemos, donde no necesariamente nos encontramos en la misma medida que antes. Esto se acelera en invierno, cuando estamos menos al aire libre y socializamos menos”.
La idea de la campaña ¡Saluda! es de Asa Koski, trabajadora del ayuntamiento de Luleå. Quiere que la ciudad, que atraviesa un período de rápido crecimiento mientras intenta atraer a decenas de miles de nuevas personas para trabajar en la industria «verde» y otros servicios, no se atomice más como consecuencia de ello.
«No sólo queremos que Luleå crezca como ciudad. También queremos que sea una ciudad agradable, segura y acogedora, donde haya cultura, actividades de ocio y deporte», adelanta Koski.
Vivir en tu propia burbuja
Ser saludado por extraños hace que la gente se sienta «más vista y un poco más como si pertenecieras a algo», añade la promotora de la campaña. «Las investigaciones demuestran que tiene un efecto sobre la salud y el bienestar. A menudo sobre el deseo de ayudarse mutuamente».
En el centro de Luleå, aunque la mayoría está de acuerdo en que hay que fomentar el saludo, muchos dicen que cuanto más internacional sea la ciudad, más amistosa y abierta será su sociedad.
Mee Young Yim, de 62 años, que se mudó a Luleå desde Estados Unidos, dice que la gente de la ciudad es “en su mayoría amigable”. Pero a menudo no al principio. «Todo el mundo es un poco reservado, pero si lo preguntas, la gente te ayudará».
Cuando se mudó a Luleå, lo encontró como un choque cultural porque estaba acostumbrada a que todos la saludaran en EE UU. “Pero aquí, al saludar y al principio solo miran. Pero también ha cambiado mucho porque tenemos más gente del extranjero”.
Durante el pico de la pandemia, los comentaristas bromeaban diciendo que el distanciamiento social no era nada nuevo para muchos suecos, quienes, como lo expresó la periodista y autora Lisa Bjurwald, “les gusta mantener una distancia interpersonal notablemente amplia. Esta regla ha existido durante mucho tiempo” y aplicado a todos los aspectos de la vida cotidiana sueca. Desde navegar por los pasillos del supermercado hasta esperar en la parada de autobús. Sí, incluso cuando llueve”.
Ronja Melin, ilustradora de 33 años, que se mudó a Luleå desde Skåne, en el sur de Suecia, cuenta que siempre ha sido defensora de saludar desde que era niña. Pero considera que la campaña ¡Saluda! es un paso positivo. «Vives bastante en tu propia burbuja. Siempre es importante fijarse en las personas».