Como si se tratará de un personaje de la historia de un escritor surrealista, hace poco más de dos años Salman Rushdie sobrevivió a varias muertes. La representada por el afilado cuchillo que lo atravesó 12 veces y la que llevaba grabada su agresor en lo violento de su accionar y, por ironías de la vida, en su apellido.
Ahora Salman Rushdie, renombrado autor de Los versos satánicos, se enfrenta otra vez a su atacante Hadi Matar, pero en sus dominios, los de las letras y la escritura. En su más reciente novela Cuchillo: meditaciones después de un intento de asesinato narra en primera persona el brutal ataque y mantiene una conversación imaginaria con su atacante, en la que responde a las recriminaciones que supuestamente lo habrían llevado a intentar quitarle la vida.
Desde el momento en que el atacante, un joven de 24 años vestido de negro, se levantó de su asiento y se dirigía hacia él, el escritor intuía sus intenciones. En ese instante se preguntaba por qué ahora, después de tanto tiempo. «La muerte venía por mí, solo que yo no la encontré nada distinguida. Anacrónica, más bien».
Testimonial
La obra se convierte en un testimonio desgarrador que revela las profundas secuelas físicas y emocionales de un intento de asesinato que lo marcó para siempre. Salman Rushdie ofrece una mirada íntima sobre las circunstancias que rodearon el ataque. Describe con detalles los momentos previos, el enfrentamiento con el agresor y las consecuencias devastadoras que este evento tuvo en su vida.
Los cortes le dañaron el hígado, las manos y el ojo derecho. El ojo parecía «muy distendido, hinchado», recordó. «Estaba como colgando de mi cara, apoyado en mi mejilla, como un huevo pasado por agua. Y ciego». Ahora tiene que tener más cuidado al bajar escaleras, cruzar una calle o incluso al verter agua en un vaso. Sin embargo, se considera afortunado de haber evitado el daño cerebral. «Esto hace que todavía pueda ser yo mismo».
Rushdie sorprendió a la prensa y a sus seguidores con revelaciones impactantes sobre su proceso de escritura y las motivaciones detrás de esta obra. El autor compartió su lucha interna para plasmar en palabras las emociones y sensaciones que experimentó durante y después del ataque, y cómo la escritura se convirtió en su refugio y terapia para procesar el trauma y encontrar redención.
Cara a cara
Matar, residente en Nueva Jersey, se declaró inocente del ataque y está detenido sin derecho a fianza. En una entrevista con The New York Post afirmó haber visto videos de Rushdie en YouTube. «No me gusta la gente que es así de hipócrita», manifestó. Aunque Rushdie nunca ha conocido en persona a Matar, lo más probable es que se encuentren cara a cara en el tribunal cuando comience el proceso.
El juicio se retrasó después de que los abogados del acusado argumentaran que tenían derecho de revisar el libro de Rushdie, ya que podría servir como prueba. En su conversación imaginaría con Matar, el novelista le responde: «En Estados Unidos, muchas personas fingen ser honestas, pero usan máscaras y mienten. ¿Sería esa una razón para matarlos a todos?». Rushdie revela que su atacante, al que llama A, deambulaba desde hacía un par de días por el mismo recinto donde lo apuñaló. Su agresor se había colado con un nombre falso formado por otros reales de conocidos extremistas chiíes. Al parecer se le ocurrió atacar al escritor varios meses antes, cuando vio que participaría ese día con una ponencia.
Rushdie diserta sobre las motivaciones que animaban a A. Revela asuntos inquietantes, como que no se molestó en informarse sobre quién era la persona que había decidido matar. Según su propia confesión, apenas leyó los libros del escritor. Se conformó con ver un par de vídeos de YouTube donde salía. «Quería entrevistarme con él, sentarme a solas y decirle: ‘Bueno, a ver, cuéntame’. Quería que me mirara a los ojos (bueno, al único que me quedaba) y me dijese la verdad», relata.
En la cuerda floja
Salman Rushdie, nacido en India y criado en Reino Unido, es conocido por su estilo audaz y polémico que desafía las convenciones literarias y socava las estructuras del poder establecido. Su obra ha sido reconocida con prestigiosos premios literarios. También ha generado debates y reflexiones en torno a la libertad de expresión, la identidad cultural y la coexistencia de diferentes creencias y valores en un mundo cada vez más dividido.
El novelista ha estado bajo amenaza de muerte desde 1989, cuando el ayatolá Jameini de Irán emitió una fatua que pedía su asesinato. Ofreció una recompensa de 3 millones de dólares por su muerte. Durante años, Rushdie vivió en la clandestinidad, tomando medidas de seguridad estrictas que gradualmente se relajaron con el tiempo. Lo que pudo haber facilitado el ataque en 2022 que lo dejó gravemente herido y hospitalizado.
La amenaza persistente sobre Rushdie se relaciona directamente con la publicación de Los versos satánicos, una novela que generó tanto aclamación crítica como amenazas de extremistas musulmanes chiítas tras su publicación en 1981. En Irán el libro fue tachado de blasfema por las autoridades.
Con el tiempo, el Gobierno de Irán acabó distanciándose de la fatua de Jomeini, que mencionaba expresamente a «todos aquellos que hubieran participado» en la publicación y difusión de la obra. El entonces presidente iraní, Mohamed Katami, pidió no aplicar esa condena. Sin embargo, en 2012, una fundación religiosa iraní semioficial elevó la recompensa por Rushdie de 2,8 millones de dólares a 3,3 millones de dólares.
Vivir igual
Salman Rushdie recuerda que, mientras yacía en un charco de sangre, estúpidamente estaba preocupado por sus pertenencias, que su traje no se estropeara. Que las llaves de su casa y sus tarjetas pudieran perdérseles. «En ese momento, por supuesto, era ridículo. Pero en retrospectiva, lo que me dice es que había una parte de mí que no tenía intención de morir. Había una parte de mí que decía: ‘necesito esas llaves de casa y voy a necesitar esas tarjetas de crédito».
Confiesa que tomó la decisión de que no cambiará su actitud ante la vida: «La única manera de no parecer una bomba con patas era comportarme, en público y con frecuencia, como si no hubiera absolutamente nada que temer». Acepta que hubo errores por el camino. «Pero me alegro de haber vivido esta vida y he intentado vivirla lo mejor posible». El escritor también reafirma su «discusión acerca de Dios» . Asegura que su ateísmo permanece intacto: «Nada de eso me ha convertido en creyente y en esta segunda oportunidad de vida eso no va a cambiar». Destaca que él ya tiene su propio sentido ético y que Dios «no legó la moralidad» al ser humano.
Cuchillo: meditaciones después de un intento de asesinato está dividido en dos partes. La segunda se centra en la recuperación y el proceso de asimilación. Rushdie cuenta los peores momentos a raíz de la pérdida del ojo y cómo tuvo que decidir si le extirpaban el globo ocular o mantenía cuidados preventivos. Además, desvela que en un momento de la recuperación fue diagnosticado erróneamente de cáncer de próstata.