Los esfuerzos de la ciencia del clima podrían quedar relegados no solo por gobiernos y empresas que buscan saltarse sus compromisos de neutralidad. También por corrientes que animan a acomodarse al cambio climático, mientras avanza indetenible. La experta Katharine Hayhoe afirmó que “adaptarnos no es la salida para la crisis climática” sino acentuar la reducción de las emisiones de carbono.
Científica jefe de Nature Conservancy en Estados Unidos señaló que “la adaptación para limitar los daños derivados de la crisis no sustituye la reducción urgente de los gases de efecto invernadero”.
.Contrariamente, advirtió la profesora de la Universidad Tecnológica de Texas, se no cumplirse los objetivos, el mundo se dirigirá a peligros que no se han visto en 10.000 años de civilización. Y se necesitarán esfuerzos para hacer que el planeta sea más resistente, por sí solos no son suficientes para suavizar el impacto”. Sin embargo en su discurso la palabra esperanza está presente en forma reiterada. Incluso en su libro “Saving Us: A Climate Scientist’s Case for Hope and Healing in a Divided World”.
Dijo que “la gente no entiende la magnitud de lo que está pasando”, en referencia a los fenómenos climáticos cada vez más extremos. “Esto será más grande que cualquier cosa que hayamos visto en el pasado. Esto no tendrá precedentes. Todo ser vivo se verá afectado”.
Los países pueden comenzar a adaptarse a algunos de los impactos. Como por ejemplo, con diques y barreras contra inundaciones. Y haciendo que su infraestructura sea más resistente al clima extremo. Pero si se permite que continúe el calentamiento global, el mundo alcanzará un punto más allá de lo que puede ser adaptado.
“Si continuamos con las emisiones de gases de efecto invernadero como de costumbre, no hay adaptación posible. Simplemente no puedes”, indicó a The Guardian.
Crisis climática, consecuencia de las emisiones
Katharine Hayhoe coincide con otros científicos en que los impactos de esta crisis climática se sentirían en todo el mundo si no hay una apuesta en común para bajar las emisiones. “Nuestra infraestructura, con un valor de billones de dólares, fue construida durante décadas para un planeta que ya no existe”, añadió. Cambiar esa infraestructura costaría más billones, por lo que permitir que las emisiones de gases de efecto invernadero sigan creciendo significaría efectos y costos cada vez mayores. Además, de que no se estaría actuando para frenar el calentamiento global y sus dolorosas consecuencias.
Toda la vida moderna está en juego. “La civilización humana se basa en la suposición de un clima estable”, puntualizó. “Pero nos estamos moviendo mucho más allá del rango estable”, asentó la escritora.
Stuart Kirk, jefe de inversión responsable del banco global HSBC, sugirió que las instituciones financieras deberían descartar los riesgos de la crisis climática a medida que el mundo pueda adaptarse a sus impactos.
Señaló que Amsterdam se construyó por debajo del nivel del mar. Y asomó que las áreas que los científicos del clima han pronosticado que serían vulnerables a las inundaciones, como Miami, podrían adaptarse de manera similar para hacer frente al riesgo.
“¿A quién le importa si Miami está seis metros bajo el agua en 100 años?” preguntó en una conferencia de inversionistas. HSBC se movió rápidamente para repudiar los comentarios de Kirk y suspenderlo. El director ejecutivo de HSBC Asset Management, Nicolas Moreau, dijo que los comentarios de Kirk “no reflejan de ninguna manera las opiniones de HSBC Asset Management ni de HSBC Group”. Reiteró el compromiso del banco de alcanzar cero emisiones netas para 2050.
Los dobles discursos de las empresas
El vocero sustituto recalcó que “HSBC considera el cambio climático como una de las emergencias más graves que enfrenta el planeta. Y se compromete a apoyar a sus clientes en su transición hacia el cero neto y un futuro sostenible”.
Hayhoe, quien ha sido autora principal de las evaluaciones climáticas nacionales de Estados Unidos, se refirió a los comentarios de Kirk. Destacó que parecían reflejar una actitud que estaba ganando terreno entre los «despreciadores del clima». Quienes intentan minimizar el nivel de riesgo del cambio climático diciendo que los impactos serían manejables.
Sin embargo, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático alertó a principios de este año que si el calentamiento global continúa, más allá de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, causaría devastación en el mundo. En forma de inundaciones, sequías, olas de calor y otro clima extremo. Con franjas del planeta que se vuelven inadecuadas para la agricultura y efectivamente inhabitables. Causando un daño extremo a la sociedad en muchos lugares.
Hayhoe dijo que muchas personas no habían entendido ampliamente los hallazgos del IPCC, la crisis climática y las emisiones de carbono. “Este es un experimento sin precedentes con el clima”, dijo.
Además sostuvo que “la realidad es que no nos quedará nada que valoremos, si no abordamos la crisis climática”.
En “Saving Us”, Hayhoe argumenta que cuando se trata de cambiar actitudes, los hechos son solo una parte de la ecuación. “Necesitamos encontrar valores compartidos para conectar nuestras identidades únicas a la acción colectiva”.
Los países desarrollados incumplen sus ayudas
Durante muchos años hubo temores de hablar sobre la adaptación a la crisis climática, por aquello de que podía distraer la atención de la necesidad urgente de reducir las emisiones. O incluso que pudiera ser considerado una «evasión» al grave problema.
Esos temores se han desvanecido a medida que la emergencia climática se ha hecho cada vez más evidente con los fenómenos meteorológicos extremos Y que los avances científicos nos han permitido vincular claramente con el calentamiento global. En Glasgow, el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que casi 4 mil millones de personas sufrieron desastres relacionados con el clima en la última década.
La adaptación puede adoptar la forma de diques, barreras contra inundaciones, desagües pluviales en las ciudades y refugios para personas desplazadas. Pero también existe la posibilidad de «soluciones basadas en la naturaleza». Como la plantación de árboles para ayudar a prevenir deslizamientos de tierra, la restauración de humedales para que actúen como esponjas las lluvias.
Sin embargo, todos requieren inversión y la mayoría de los países pobres no pueden obtener la financiación necesaria por sí mismos. Hasta ahora se ha recibido muy poco del efectivo necesario comprometido por los países desarrollados. Sonam Wangdi, presidente del grupo de Países Menos Adelantados, que representa a más de mil millones de personas, dijo: “Ese dinero no está llegando. Cómo va a llegar, no lo sé, pero lo necesitamos”.
Mientras tanto, en Madagascar, la gente está sufriendo lo que se llama la primera hambruna relacionada con el clima. En Bangladesh, el aumento del nivel del mar combinado con marejadas ciclónicas amenaza las zonas bajas. Y los ciclones son cada vez más frecuentes e intensos. En su propio país, Bután, los glaciares se están retirando, lo que provoca inundaciones y escasez de agua.
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