Tras su estreno absoluto en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y su paso por el prestigioso Grec Festival de Barcelona, Safo, un poema musical, visual y escénico sobre la gran poeta de la antigüedad, se ha presentado en Madrid (Sala Roja de Teatros del Canal) de la mano de sus creadoras: Marta Pazos, Christina Rosenvinge y María Folguera. “Safo inventó nuestra manera de entender el amor. Esta noche, intentaremos entenderla a ella”.
En un jardín de Lesbos, isla entre Oriente y Occidente, la poeta Safo ha convocado a las Musas protectoras del arte para saber qué será de su nombre. Las diosas detienen su juego para iniciar Safo en un viaje a través del tiempo. De Ovidio al siglo XXI, de los versos perdidos a una subasta en Christie’s. Pero también se proyecta una aproximación a la Safo humana, a la artista que tocaba en bodas y cantó al deseo por distintas mujeres.
Safo es un poema escénico, musical y visual que explora la figura de la gran poeta de Lesbos. Enigmática y misteriosa, es una autora venerada y respetada hasta hoy, que compuso más de diez mil versos, de los que sin embargo nos han llegado escasos poemas completos y versos sueltos. En contraste con la clamorosa ausencia de su obra, su figura legendaria no ha hecho más que crecer con el tiempo.
Esta propuesta escénica recorre el universo sáfico a través de lo imaginado, lo proyectado, lo especulado por los estudiosos y artistas a lo largo de los siglos, y reconstruye a partir de lo que quedó –los enigmáticos versos incompletos, la influencia en autores posteriores como Ovidio, Catulo, Nosis o Erina–, lo que pudo ser y lo que significa Safo en un canon mayoritariamente masculino, que durante siglos ha intentado reinterpretar su figura según los valores y prejuicios de cada época. Un juego metateatral, un diálogo entre presente y pasado para celebrar a Safo.
La dramaturga María Folguera firma un texto que explora la figura de la artista de Lesbos, autora venerada y enigmática de la que hoy solo se conservan poemas incompletos. Christina Rosenvinge asume la dirección musical y la interpretación de la pieza, con canciones de rock electrónico en directo, mientras que Marta Pazos da rienda suelta a su exuberante plástica visual como responsable de la dirección de escena y la escenografía.
Christina Rosenvinge firma la dramaturgia junto a Marta Pazos y María Folguera y asume, además, la dirección musical y la interpretación de Safo, así como la composición de las canciones originales que se escuchan en directo durante el espectáculo.
De su mano, Safo es rock electrónico en estado puro. Precisamente, los temas musicales de Safo formarán parte de un nuevo disco que la artista planea grabar el próximo año.
SAFO, UNA ESTRELLA DEL POP DE LA ANTIGÜEDAD
Para Rosenvinge, esta es su primera vez como intérprete de un espectáculo teatral. En él ha querido evocar a la gran poeta de la antigüedad, cuya figura ha sido reinterpretada de muchas formas –todas inciertas– a lo largo de la historia. Su obra sufrió la censura del cristianismo y a nuestros días solo han llegado algunos poemas incompletos, fragmentos, pese a haber sido autora de más de diez mil versos.
Safo es, en realidad, un enigma. Su leyenda dio pie al término lesbianismo y llegó a ser tan famosa que se acuñó una moneda con su rostro. Platón la nombró la décima musa. Nacida en la isla de Lesbos, está considerada una de las grandes poetas de la Grecia antigua. Para Christina Rosenvinge: “Safo fue una estrella del pop en la antigüedad; es la primera de la estirpe a la que yo pertenezco. Ahora vivimos una época maravillosa para recrear su figura, imaginarla y recuperar su legado”.
“Los versos de Safo nacieron cantados. No se leían en la intimidad, sino que tenían melodía y ritmo y se interpretaban a viva voz –quizás amplificados por un coro– en celebraciones colectivas.
Aquellos que los escuchaban, se los aprendían de memoria para reinterpretarlos a su vez, y así corrían por los salones y las sobremesas en forma oral. No se fijaron en forma escrita hasta mucho después de su muerte. Existe, pues, un vínculo natural con la canción pop contemporánea”.
Según Christina Rosenvinge, la música de Safo se ha perdido. “No se ha podido reconstruir la sonoridad original de esos hits de la antigüedad, son un misterio. Pero es posible -y muy tentador- zambullirse en el espíritu de sus textos, en ese dulce tormento de no poder agarrar lo deseado, y jugar con algunos elementos de su legado poético y musical: la estrofa sáfica, la lira, el plectro, el modo mixolidio; pero, sobre todo, con la potencia de sus imágenes, y reinterpretarlos desde el pop contemporáneo”.
EL SOL DE LESBOS
Por su parte, el universo plástico y visual de la directora de escena Marta Pazos, una de las creadoras más relevantes de la vanguardia teatral española, inunda el escenario en una experiencia estética desbordante, con una escenografía que se inspira en referentes como Vanessa Beecroft, Paula Rego, Patty Carrol, Mathew Barney, Ángela de la Cruz o Christo and Jeanne-Claude. Con Safo, Pazos nos acerca una propuesta exuberante, que revive el deseo, el hedonismo y la sensualidad de quien pudo ser la primera cantautora de la historia. Safo escribía, componía y le cantaba al placer. De este modo, la puesta en escena de Pazos –velada como lo ha estado la figura de Safo a lo largo de los siglos– tiene el deseo como hilo conductor, para revivir la poesía personal y erótica de la gran poeta griega.
Según explica Marta Pazos, la puesta en escena de Safo transita entre lo oculto y lo revelado. En un diálogo constante entre lo que se ha perdido y lo que ha permanecido a lo largo de los siglos, la plástica escénica gira en torno al estudio de la propia iconografía de la poeta, a través del algunas de sus representaciones pictóricas y escultóricas más icónicas a lo largo de los siglos.
Safo lo inunda todo. El sol de Lesbos desaparece y ella es una lluvia encantadora que derrite los cuerpos de mármol, que toman vida. Aparece con su lira dorada y el oro salpica las imágenes simbólicas que, a través del cuerpo palpitante de las intérpretes, forman paisajes de tiempo suspendido.
En el fragmento 36, Safo dice: “Deseo, y después busco”. Para Christina Rosenvinge, este verso define certeramente el anhelo que nos mueve. La necesidad de escribir antecede a las palabras, el impulso de hacer vibrar la voz y el instrumento musical antecede a la canción. El deseo de amar antecede al encuentro con el objeto amoroso. En otro fragmento Safo dice: “Vamos, lira divina, hazte sonora”. Hoy su lira sería una guitarra, o tal vez un sintetizador. ¿Cómo habría sonado Safo, la cantautora primigenia, la primera de la estirpe, en el siglo XXI? Imaginemos una tarde florida, no tan remota, en una isla intemporal.
“ALGUIEN SE ACORDARÁ DE NOSOTRAS”
Para la dramaturga María Folguera, Safo está conectada con el hedonismo femenino: “Si profundizas en los poemas de Safo, lo que hay es una celebración del amor. No es un yo sufriente, sino un yo deseante. No hay que olvidar que es el primer yo deseante de la historia. Safo fue quien introdujo la subjetividad en la poesía. Antes todo había sido poesía épica”. Y continúa: “Nuestra mirada quiere reconocer a la Safo poeta, de la que se sabe muy poco biográficamente, pero sobre la que operan todo tipo de mitos. Traer a las Musas a escena nos permite jugar con esas dudas y proyecciones. El teatro es el lugar para el encuentro de lo irresoluble, un sitio donde por fin podemos hacer, por ejemplo, que Safo pida cuentas a Ovidio por alterar su mito con una leyenda falsamente biográfica”.
“En el espacio y en el tiempo del escenario –dice María Folguera–, volveremos a aquel paradisíaco jardín mediterráneo, un Lesbos más permisivo que las severas Atenas o Esparta, donde Safo se erigió como referente para los siglos venideros. Queremos traerla de nuevo a la canción popular, a la ironía y al suspense, porque encontrarse con ella es descubrir su fragilidad indestructible. Como dijo la misma Safo en un verso: “Te aseguro que alguien se acordará de nosotras”.
En el elenco de Safo destacan virtuosas creadoras, músicas e intérpretes de la escena musical y teatral contemporánea –Irene Novoa, Xerach Peñate, Lucía Rey, Juliane Heinemann, Lucía Bocanegra, María Pizarro y Natalia Huart–, que arropan sobre las tablas a la propia Rosenvinge en la piel de Safo. La transversalidad de este equipo de artistas femeninas está presenta en Safo en todo momento: música, poesía, danza, performance, textos y escenografía se funden en escena de un modo singular y conviven en un conjunto de bellas y poderosas imágenes que buscan aproximar la figura de la poeta a la contemporaneidad.