La Iglesia Católica seguirá estudiando si las mujeres algún día podrían ordenarse como diáconos o sacerdotes
Las mujeres tendrán que esperar, Dios sabe hasta cuándo, para poder ser ordenadas sacerdotes de la Iglesia Católica. Por lo visto, no será durante el papado de Francisco. Es un tema que se sigue evadiendo y dándole largas con el argumento de que debe ser “estudiado y analizado más a fondo».
El 27 de octubre terminó el sínodo sobre la Reforma de la Iglesia Católica convocado por el papa Francisco. Tres años duraron las discusiones en las que por primera vez en las mujeres tuvieron voz y voto.
La posibilidad de conceder el estatuto de «diaconisa» o, al menos, de reconocer realmente a las mujeres estaba en el temario inicial. Pero fue sutilmente dejado de lado. Pospuesto para el futuro. La evasiva sigue siendo la estrategia más útil en el Vaticano.
Del Concilio de Jerusalén al Vaticano II
El sínodo es una asamblea de obispos que se reúne para discutir y deliberar sobre asuntos relevantes para la Iglesia Católica. La palabra «sínodo» proviene del griego synodos, que significa «caminar juntos», refleja la idea de colaboración y unidad en la toma de decisiones.
Es un mecanismo clave dentro de la estructura de la Iglesia Católica que permite una participación del episcopado en el gobierno y dirección espiritual de la Iglesia, asegurando que se escuchen diversas voces y se mantenga una comunión efectiva.
La Iglesia Católica ha realizado numerosos sínodos a lo largo de su historia. El primero de ellos el Concilio de Jerusalén en el año 49 d.C. Desde la instauración del sínodo de los obispos por el papa Pablo VI en 1965, se han llevado a cabo un total de 15 asambleas ordinarias y varias asambleas extraordinarias y especiales.
El más relevante en la historia moderna es el Concilio Vaticano II. Convocado por Juan XXIII, dio paso a la modernización de la Iglesia al promover un enfoque más ecuménico y adaptado a los desafíos contemporáneos.
Debate complejo
La ordenación de mujeres es un asunto que evidencia la tensión entre las distintas posiciones que hay dentro de la Iglesia Católica en relación con el papel de la mujer en la institución.
El Papa Francisco ha mostrado una tímida apertura al diálogo. Para algunas mujeres los cambios son demasiado lentos y se necesitan medidas más radicales. Para la Curia Conservadora resulta simplemente inaceptable romper con siglos de tradición.
El rol de la mujer dentro de la Iglesia Católica ha sido históricamente complejo. Aunque han desempeñado funciones cruciales en la vida de la Iglesia, su acceso a ciertos roles, como el sacerdocio, ha estado restringido.
Las mujeres han sido fundamentales en la formación de comunidades cristianas desde los inicios del cristianismo, actuando como líderes en sus hogares y comunidades. Fundaron órdenes religiosas que contribuyeron significativamente a la educación, atención médica y obras de caridad.
También tiene un rol relevante en la enseñanza de la fe a las generaciones más jóvenes, especialmente en la catequesis y en el ámbito educativo. Aunque no pueden ser sacerdotes ni diáconos, pueden desempeñar roles litúrgicos como lectoras o ministras extraordinarias de la comunión.
Mujeres siguen enfrentando obstáculos
Tras tres años de consulta, el sínodo sobre el futuro de la Iglesia Católica concluyó el 26 de octubre con la publicación de un Documento Final de 51 páginas. Describe los desafíos de la institución y propone formas de involucrar a todos los bautizados en la creación de un camino a seguir. Sus miembros son 358, de los que 53 eran mujeres.
El Papa Francisco validó el documento. Incluye recomendaciones como revisar la formación de futuros sacerdotes, aumentar la participación de los laicos en la selección de obispos, expandir los ministerios de mujeres y revisar el Derecho Canónico para exigir mayor transparencia y responsabilidad en toda la iglesia.
Pero el documento no propone los cambios drásticos que se esperaban. Como la restauración del diaconado femenino o un mayor reconocimiento de los católicos LGBTQ. Algo que muchos grupos reformistas solicitaron durante el proyecto plurianual conocido como el sínodo sobre la sinodalidad.
El sínodo, que reunió a obispos y laicos de todo el mundo, defiende en su documento final que «no hay motivos que impidan a las mujeres asumir» responsabilidades en la iglesia e instó a seguir estudiando el diaconado femenino. El punto fue el que tuvo más votos en contra 97 frente a 258 a favor.
A pesar de que ya hay algunas mujeres ejerciendo cargos de responsabilidad en la iglesia, el documento final reconoce que «las mujeres continúan encontrando obstáculos a su reconocimiento pleno» y que hoy en día son «la mayoría» de los feligreses.
Las contradicciones de Francisco
La idea de conceder el estatuto de «diaconisa» o reconocer realmente a las mujeres en la Iglesia católica ha estado en discusión durante años. Pero ha sido hábilmente marginada por el Papa Francisco. Quien mantiene una posición ambivalente.
Por un lado, expresa su escepticismo sobre el sacerdocio femenino, pero paralelamente ha abierto varias vías para explorar su factibilidad desde su elección en 2013. La perspectiva de un diaconado femenino fue hábilmente marginada de la discusión por Francisco. En febrero lo suprimió del orden del día del sínodo.
Pero las 58 mujeres presentes en la última sesión de octubre, religiosas y laicas mantuvieron su posición y presionaron. Apoyadas por algunos de los 310 sacerdotes y obispos participantes. Paradójicamente fue Francisco quien admitió a las mujeres en el foro sinodal, hasta entonces reservado a los obispos, y les concedió el derecho de voto.
Desde el inicio de su pontificado, ha estado enfrentado con varios episcopados por las ordenaciones realizadas al margen de la autorización del Vaticano. Aunque en paralelo ha reiterado que está a favor de la promoción de la mujer en la Iglesia.
En julio, la exclusión del diaconado femenino del orden del día del sínodo sobre el gobierno de la Iglesia causó decepción entre aquellos que abogan por una mayor participación de las mujeres en la iglesia.
La idea del diaconado femenino, para sorpresa de los participantes, fue eliminada del documento de trabajo que serviría de base para la asamblea romana de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Debida a que el sínodo pretende reformar la gestión en la Iglesia católica y confiar más responsabilidades a las mujeres. Pero visto el documento todo parece indicar no habrá mujeres diáconos. por lo menos en el pontificado de Francisco.
«No es oportuno
El papel de la mujer en la Iglesia se discutió repetidamente en el sínodo. Surgió como una prioridad cuando se pidió la opinión de los católicos de todo el mundo antes de la reunión. No obstante, lo relativo a la ordenación femenina fue descartado y relegado a un grupo de estudio separado que presentará sus conclusiones al papa Francisco el próximo verano. Ha funcionado en secreto desde su creación en marzo.
El prefecto para el Dicasterio de la Doctrina de la Fe, cardenal Víctor Fernández, dijo que el papa Francisco decidió que el sínodo «no era el momento oportuno» para pronunciarse sobre ese asunto. Francisco dejó que las diaconisas no están en su agenda.
Aunque en su esfuerzo por hacer que la Iglesia sea más inclusiva, Francisco es el Pontífice que ha nombrado a más mujeres para los puestos más importantes del Vaticano.
El cardenal Fernández propuso una reunión con los interesados, pero, en nombre del papa, cerró la puerta a la ordenación de mujeres. En su misiva, el cardenal argentino explicó que, según el Santo Padre, el diaconado femenino «no es la respuesta más importante para las mujeres hoy».
“La comisión de estudio del tema tiene conclusiones parciales que publicaremos en el momento adecuado, pero seguirá trabajando”, remarcó en su misiva el prefecto. “Apresurarse a pedir la ordenación de diaconisas no es la respuesta más importante hoy para promover a la mujer”, insistió.
Puerta abierta
Paradójicamente en el documento final el sínodo pide la plena implementación de todas las oportunidades de liderazgo concedidas a las mujeres bajo el Derecho Canónico que actualmente están poco exploradas. (Pero el sacerdocio no entra en esas oportunidades de liderazgo poco exploradas).
También pide una actualización completa de las directrices sobre cómo se forman y capacitan los sacerdotes, e insta a una «presencia significativa de mujeres» en los seminarios católicos, como formadoras de sacerdotes. (Pueden formar sacerdotes, pero no pueden formarse como tales).
El cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo, uno de los principales funcionarios de la reunión, dijo en una conferencia de prensa que permitir que haya diaconisas era un tema delicado y que el sínodo, no había deliberado a favor o en contra. “La cuestión sigue abierta”, afirmó.
La publicación inmediata del documento por parte del Papa significa que Francisco ha hecho «suyas» las propuestas del sínodo. Incluyendo mantener abierta la cuestión de las mujeres diáconos.
«El Santo Padre no ha dicho que las mujeres serán ordenadas diáconos. No ha dicho que las mujeres no serán ordenadas diáconos», una muy ambigua frase con la Hollerich resume la posición del Vicario de Cristo.
Para el secretario especial del XVI sínodo de los obispos, Giacomo Costa, “no es momento de tomar una decisión” sobre el diaconado femenino, “pero está bien que se profundice en el tema”.
El cardenal Fernández, que supervisa el grupo de estudio, dijo a los delegados del sínodo que la cuestión requería una revisión más profunda y que, en cualquier caso, creía que no era una prioridad para la mayoría de las mujeres de la Iglesia. “Pensar en el diaconado para unas pocas mujeres no resuelve la cuestión de los millones de mujeres que hay en la Iglesia”, afirma.
Estudio interminable
Para las organizaciones que defienden la ordenación sacerdotal y el diaconado femenino el documento final del sínodo, aunque reconoce su liderazgo y alienta a las mujeres a asumir roles más destacados, es insatisfactorio.
Para Ellie Hidalgo, directora de Discerning Deacons, existen numerosos ejemplos de mujeres ejerciendo liderazgo en la Iglesia. Pero el documento no refleja de manera adecuada esta realidad.
«Hasta ahora, se ha tratado principalmente de una conversación teológica o histórica», dijo. «Tomar en cuenta realmente lo que está sucediendo en el terreno y todas las formas en que las comunidades, los sacerdotes y los obispos están instando a las mujeres a asumir su liderazgo podría conducir a un cambio real».
Kate McElwee, directora ejecutiva de la Conferencia de Ordenación de Mujeres, es aún más crítica. Afirma que el documento no aborda la necesidad de reconocer a las mujeres como plenamente iguales. Se limita a proponer cambios incrementales que no transforman la estructura de poder de la Iglesia.
La WOC expresó su preocupación por lo que considera una táctica dilatoria por parte de la jerarquía eclesiástica. El «estudio interminable» sobre el diaconado femenino es visto como una forma de postergar una decisión que, según las defensoras de la ordenación femenina, debería tomarse ya.
Considera que el documento final es una respuesta «insuficiente y decepcionante». Y no aborda una reflexión más profunda sobre la cultura clerical y machista que desalienta o impide que tales ministerios se realicen.
«Los hombres ordenados deciden los parámetros (…) y cuándo es el momento ‘maduro’ para los ministerios de las mujeres, Y lo hacen a un costo incalculable. La iglesia ha perdido generaciones de mujeres que soportaron el dolor y la humillación de tener que demostrar la validez de su llamado», sostienen.
Visibilizar disidencia
Mientras el sínodo sobre la sinodalidad debatía sobre el papel de la mujer en la Iglesia, un grupo de mujeres desafió abiertamente las normas vaticanas al celebrar una ceremonia de ordenación en Roma. El acto, aunque la Iglesia no lo reconoce, refleja la creciente frustración de muchas católicas que demandan un mayor reconocimiento y participación.
La ordenación de seis mujeres como diáconas y sacerdotes, realizada en una barcaza sobre el Tíber, puso de manifiesto la tensión existente entre las aspiraciones de muchas mujeres católicas y las posiciones oficiales de la Iglesia.
El evento lo organizó la Asociación de Mujeres Sacerdotes Católicas Romanas, un grupo no reconocido por el Vaticano. Aunque para algunos fue una clara señal de desafío a la autoridad eclesiástica, las organizadoras dicen que es una forma de presionar por cambios más profundos.
Las mujeres involucradas en esta ceremonia argumentan que están siguiendo su vocación y que su acción es un acto de desobediencia civil. Aunque reconocen que el papa Francisco ha mostrado una apertura al diálogo sobre el papel de la mujer en la Iglesia.
Cansadas de estar detrás
El Vaticano condenó enérgicamente este tipo de acciones, calificándolas de ilegales y contrarias al Derecho Canónico. La Iglesia Católica viene desarrollando iniciativas más institucionales para promover la reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia.
La hermana Linda Pocher, por ejemplo, con el apoyo del Papa Francisco, ha organizado una serie de seminarios, en los que se ha debatido sobre la necesidad de una mayor participación de las mujeres en la vida eclesial.
El hecho de que el Papa Francisco haya permitido una mayor apertura al debate sobre el papel de la mujer en la Iglesia ha generado expectativas entre muchas católicas que desean ver cambios más rápidos y profundos.
La hermana Regina Da Costa, teóloga brasileña que habló en la presentación, expresó la frustración de las católicas que, están «cansadas de no ser escuchadas, cansadas de no ser consideradas por la Iglesia» y cansadas de «estar detrás» de los hombres en la Iglesia. «Nos gustaría estar uno al lado del otro y avanzar juntos», dijo.
Punto de inflexión
El Concilio Vaticano II, celebrado entre 1962 y 1965, introdujo reformas significativas en relación con el papel de la mujer en la Iglesia Católica. Marcó un punto de inflexión en su reconocimiento y participación.
Los documentos conciliares promovieron la idea de la igualdad fundamental entre hombres y mujeres. Enfatizaron que ambos son «personas humanas» y deben ser reconocidos como tales dentro de la Iglesia.
Pero no abordó lo relativo a la ordenación sacerdotal. La exclusión de las mujeres del sacerdocio se fundamenta en interpretaciones teológicas y doctrinales que han perdurado a lo largo de los siglos. La razón por la cual las mujeres no pueden ser ni sacerdotes ni diáconos se basa en varias consideraciones, como la tradición apostólica y la doctrina sobre el sacramento del orden.
Los diáconos son ministros ordenados que pueden predicar y oficiar bodas, funerales y bautismos, pero no pueden celebrar la misa.
Pese a los lentos avances registrados en dos milenios de historia, aún quedan importantes desafíos en cuanto a la plena inclusión de las mujeres en los roles ministeriales. Una decisión que apremia. Especialmente cuando consideramos que, en algunos lugares, como América Latina, las mujeres pueden representar el 70% de la feligresía.
«Una Iglesia sedentaria, que se retira sin darse cuenta de la vida y se encierra en los márgenes de la realidad, es una Iglesia que corre el riesgo de permanecer ciega y de acomodarse a su propio malestar», afirmó el papa al cierre del sínodo. «Si nos quedamos estancados en nuestra ceguera, no captaremos siempre la urgencia de dar una respuesta pastoral a los numerosos problemas de nuestro mundo». El que tenga ojos que vea.