El viernes 17 de noviembre, la junta directiva de la empresa OpenAI tomó una decisión inesperada e insólita. Despidió a Sam Altman, el programador de 38 años de edad, cofundador de esa sede tecnológica, a quien se le considera una de las mentes más brillantes detrás de los acelerados avances en Inteligencia Artificial de los últimos tiempos. El hecho causó revuelo en OpenAI y cerca de 700 empleados también amenazaron con renunciar para exigir su reincorporación.
Las razones que dio la junta directiva para despedirlo es que habían perdido la confianza en él porque “no fue consistentemente sincero en sus comunicaciones” y su comportamiento “obstaculizó su capacidad para ejercer sus responsabilidades”. Ese fin de semana fue frenético en OpenAI.
Mientrás unos exigian su reincorporación, se filtró información de que supuestamente había sido denunciado ante los directivos de desarrollar proyectos que eran graves y “ponían en peligro el futuro de la humanidad”. El lunes siguiente, Microsoft, el mayor inversor de esta organización tecnológica, anunció que contrataba de nuevo a Altman como director ejecutivo y líder de “un equipo de investigación avanzada”. Además, se nombraba una nueva junta directiva en sustitución a la que le había despedido.
Desde niño a Altman le apasiona la informática
A los 8 años desarmó una de las primeras computadoras Macintosh de Apple. Ingresó a la Universidad de Stanford para estudiar Informática, pero no concluyó la carrera. Se especializó en programación y en 2005 desarrolló con unos amigos Loopt, una aplicación para compartir la ubicación con otras personas. Loopt no tuvo éxito, pero le sirvió para lanzar su carrera como programador dentro de las importantes inversiones tecnológicas.
Una de las empresas que apoyó a Loopt desde sus inicios fue YCombinator, YC, la misma que desarrolló startups e invirtió en Airbnb y DropBox. Altman vendió este primer proyecto por más de 40 millones de dólares, lo que le permitió invertir y trabajar en otras ideas y proyectos bajo la protección de YCombinator. Entre 2014 y 2019 fue presidente de esta empresa de tecnología.
Asimismo, Altman es conocido por su enorme capacidad de convencer a las personas para invertir en sus proyectos. “Tenía creatividad y visión, combinadas con la ambición y la personalidad necesarias para convencer a los demás de que trabajaran con él para poner en práctica sus ideas”, contó una de sus profesoras de Stanford.
Sale por graves acusaciones y regresa entre aplausos
Varios empleados de OpenAI señalan una carta advertencia llegó a la junta directiva de la tecnológica en la que se alertaba sobre un nuevo desarrollo de IA con tanto poder que, según los científicos de la empresa que firmaron la carta, representaba un “peligro para la existencia humana”. En esa carta se describe que hay una Inteligencia Artificial General, AGI, capaz de razonar y comprender el mundo como un ser humano. Así, el CEO de OpenAI, Sam Altman, fue acusado de ocultar a los directivos el desarrollo de una tecnología de Inteligencia Artificial muy avanzada y riesgosa.
El desarrollo, de ser verdadero, podría cambiar la historia de la civilización. Que el desarrollo de esta avanzada IA ocurriese a espaldas de la junta directiva pudo ser la principal razón del sorpresivo y dramático despido de Altman.
A las 48 horas de su salida, Altman ocupó otra vez su cargo apoyado por Microsoft y por la mayoría del personal de OpenAI. Ningún medio de información ha confirmado la existencia de la carta donde se denuncia a Altman del «desarrollo riesgoso». Meses atrás sus decisiones fueron cuestionadas por ir demasiado rápido en las nuevas versiones de GPT sin medir las consecuencias o el impacto social. Ahora Altman someterá su gestión a una investigación interna.
Irónicamente, Sam Altman dijo en una entrevista con StrictlyVC que la forma más responsable de introducir esos sistemas de IA en la sociedad es gradualmente. «Así las personas, las instituciones y los encargados de las regulaciones se familiaricen con él, piensen en las implicaciones, sientan la tecnología y se hagan una idea de lo que puede o no puede hacer, en lugar de soltar un sistema superpoderoso de golpe”. No lo cumplió.
El peligroso «proyecto Q*»
Las advertencias señalan que Altman desarrollaba un proyecto con la utilización de AGI llamado Q* o Q-Star, que sería un avance muy importante en la búsqueda de Inteligencia Artificial General. La AGI se diferencia de otras formas de IA que usan modelos predictivos para componer textos e imágenes en que podría razonar a un nivel comparable a la mente humana. Un algoritmo muy superior.
Aunque no sea una AGI real, la controversia en torno al proyecto Q* y la supuesta carta que responsabiliza a Altman de impulsar avances tecnológicos de forma muy acelerada sin medir sus consecuencias en la sociedad, puso a OpenAI en la mira de la comunidad científica. Si los avances de la IA conocidos causan alarma en la sociedad por las probables consecuencias negativas, una tecnología que supere el razonamiento humano puede tener implicaciones éticas muy graves. «Incluso catastróficas», dicen algunos científicos.
Altman cuenta con el apoyo de la mayoría del personal, pero si fue denunciado ante la junta directiva implica que algunos rechazan sus iniciativas y las perciben como peligrosas. La tecnológica OpenAI es muy conocida por el desarrollo de ChatGPT (Generative Pre-trained Transformer), pero después de que trascendieron a los medios las supuestas denuncias y el escandaloso despido de Altman, OpenAI quedó en una situación complicada. Serán necesarias revisiones de sus avances tecnológicos no solo por el futuro de la humanidad, sino también por lo que pueda ocurrir en la empresa.
Repensar el negocio
Tiempo atrás Altman declaró: “O esclavizamos a la inteligencia artificial o nos esclaviza a nosotros”. Dijo que tenía miedo ante la posibilidad de que la IA, mal utilizada sea un arma letal contra la humanidad. En el site de OpenAI aparece como misión de la empresa que “la inteligencia artificial debe beneficiar a toda la humanidad, no acabar con ella”. Sin embargo, los avances alcanzados hacen pensar que les interesa más, ir rápido, comercializar y no detenerse en consideraciones éticas ni consecuencias para la humanidad.
Hay preocupaciones y tensiones dentro de OpenAI, al igual que observaciones de carácter ético. La rápida evolución de la IA y su integración en diversos sectores plantea preguntas sobre la seguridad, la privacidad, el empleo y el impacto social de la IA. Además, hay un llamado de atención por más rigor y responsabilidad en la toma de decisiones sobre la AI y su comercialización.
Algunos expertos coinciden en que Sam Altman regresó a OpenAI con mucho más poder. El jefe de Microsoft, Satya Nadella, dijo que la empresa estaba “alentada por los cambios en la junta directiva de OpenAI. «Un paso hacia un liderazgo más estable, bien informado y eficaz”, añadió.
Muchos empleados de OpenAI mostraron su alegría por el regreso de Altman. Sin embargo, Nick Patience, de S&P Global Market Intelligence, le declaró a BBC que OpenAI no volverá ser la misma empresa de antes. El despido de Altman tiene implicaciones no solo para los inversores potenciales, sino también para el reclutamiento de personal.
Altman y la tecnología estrella de OpenIA
Los acontecimientos ocurridos en OpenAI y la rápida reacción de Microsoft para rescatar a Altman ponen en duda todo. Los más escépticos mostraron su reacción en las redes sociales y otros sectores involucrados con la tecnología y los negocios, expresaron sus sospechas y afirmaron que estos movimientos podrían ser parte de una estrategia de marketing de OpenAI y, que hay mucho más detrás de lo ocurrido. Dudan, incluso, de la existencia de una carta que advirtiera sobre el desarrollo de una peligrosa IA llamada Q*.
En estos años Altman trabajó duro para convertir a OpenAI en una empresa líder en el área de IA. Este programador cofundó en 2015 junto a Elon Musk, Peter Thiel y otros grandes de la tecnología un laboratorio de investigación de inteligencia artificial sin fines de lucro llamado OpenIA, que más tarde, en 2019, comenzó a tener ganancias comercializando sus proyectos a través de su subsidiaria con fines de lucro OpenAI Limited Partnership.
El site marketingdirecto.com publicó que chatbot ChatGPT apareció hace un año y actualmente es una mina de oro. La utilizan por más de 100 millones de personas. Es probablemente el chatbot de IA más famoso. El modelo lingüístico en el que echa anclas ChatGPT y al que Microsoft confía su propio futuro, pues promete sustanciales mejoras en sus productos de software. ¿Cómo iban a dejar ir al líder de todos estos logros no solo tecnológicos sino comerciales?