Juan Ignacio Pérez /Cultura Científica
Las autoridades de varias ciudades francesas, París incluida, se proponen instalar aparatos para identificar los vehículos que sobrepasan el nivel de ruido permitido e imponerles sanciones. El sistema está siendo probado en siete ciudades y, si los resultados acompañan, próximamente se empezarán a instalar. Se le dará al ruido un tratamiento equivalente al de la velocidad, de manera que a quienes sobrepasen los límites establecidos se les impondrá una multa de 135 euros.
La medida es la respuesta que se quiere dar al creciente malestar ciudadano por el ruido que producen de noche las motocicletas. De acuerdo con estimaciones hechas por Bruitparif, una entidad que se dedica a monitorizar el ruido en París, una sola motocicleta trucada puede despertar a 10.000 personas en una noche.
Pero el nocturno no es el único ruido que soportamos en los entornos urbanos. Según un informe ya clásico de la Organización Mundial de la Salud, la contaminación acústica es, tras la atmosférica, el segundo factor ambiental que más daña la salud.
El informe “Ruido en Europa 2020”, publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente, estima que una de cada cinco personas está expuesta a diario a niveles que son nocivos para la salud. Así, unos 113 millones de personas se ven afectadas por el ruido (más de 55 dB) provocado por el tráfico rodado solo en nuestro continente. A esa cifra habría que añadir 22 millones expuestos al ferroviario, 4 millones al del tráfico aéreo, y 1 millón al de origen industrial.
El incremento de ruido callejero sube en 12% el riesgo de infarto
Se atribuyen 48.000 casos de accidente cardiovascular a la exposición a ruido intenso de manera prolongada y 12.000 muertes prematuras cada año en Europa. El vínculo entre el ruido y las afecciones cardiovasculares es la hipertensión. Un estudio danés calcula que el riesgo de sufrir infarto de miocardio se eleva en un 12% por cada incremento de 10 dB del ruido callejero. Pero según otro estudio, esta vez en Estados Unidos, publicado por un equipo de la Universidad de Harvard, el riesgo de sufrir «ataques al corazón, ictus y otros problemas coronarios serios» aumenta en un 34% por cada subida de 5 dB.
Según el informe “Ruido en Europa 2020” antes citado, 22 millones de personas sufren irritación crónica a causa del ruido y 6,5 millones padecen trastornos severos del sueño, también de forma permanente. Por otro lado, el provocado por las aeronaves en las maniobras de despegue y aterrizaje próximas a poblaciones es responsable de los problemas de aprendizaje de 12.500 niños y niñas, y de deterioro cognitivo en general. El informe de la OMS citado antes también señala que el ruido es responsable de muchos casos de acúfenos (tinnitus), esos molestos sonidos que, sin tener origen físico real, se perciben de forma persistente.
En el estudio de la Universidad de Harvard ya citado también hallaron que la exposición a altos niveles de ruido está asociada a un incremento de la actividad en la amígdala, una zona del encéfalo que se activa en condiciones de estrés, miedo y ansiedad.
La salud mental también se ve seriamente afectada. No es sorprendente que quienes lo soportan de forma constante tiendan a encontrarse más irritables, tengan actitudes agresivas, experimenten síntomas depresivos, sufran problemas de concentración y tengan, en general, un menor rendimiento académico y laboral. Y es que, como dice una gran amiga, el ruido es veneno para la mente.
Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU /CC