Un robo masivo de manuscritos inédito impacta la industria editorial. Se sabe que en Internet casi todo es posible y que ni lo más blindados secretos están a salvo de los piratas informáticos. Están inmiscuidos en la política, el espionaje, el robo industrial, el narcotráfico, la pederastia y la estafa, pero contra todo lo imaginable también le han puesto el ojo a la literatura, en verso y en prosa.
Todo comenzó en Little, Brown and Company, la editorial que anunció la publicación de la nueva novela de James Hannaham, Re-Entry. Una obra sobre una mujer transexual que se encuentra en libertad condicional de una prisión para hombres. El autor recibió un correo de parte de su editor, Ben George, en el que le pedía que le enviara el último borrador de su manuscrito.
Sin embargo, el mensaje lo recibió en una dirección que el escritor casi nunca usa, por lo que decidió enviar el ejemplar desde su cuenta habitual. Enseguida, Ben llamó a Hannaham para indicarle que quien le había enviado ese mensaje no había sido él. Y así, sin más, el escritor se convirtió en uno de los objetivos innumerables de la misteriosa estafa internacional conocida como “phising”.
Phishing en el mundo literario
Un grupo o persona se ha hecho pasar por editores y publicistas, entre otros, para atrapar en su red a escritores, editores, agentes o cualquiera que se mueva en el universo literario, con el fin de quedarse manuscritos inéditos. Pero, ¿quién o quiénes están detrás de este entramado?
Todavía no está claro quiénes son, o quién es el ladrón. Tampoco se sabe cómo podrían beneficiarse con el plan, pues los manuscritos que han sido enviados no aparecen en el mercado negro o en la “deep web”. Sin embargo, las víctimas son autores de alto perfil, con buenas ventas: Margaret Atwood, Ian McEwan, Ethan Hawke, Jo Nesbo o Cynthia D’Aprix Sweeney, entre otros.
Lo que también se sabe es que el pirata informático conoce muy bien cómo funciona la industria editorial. Ha trazado conexiones entre los autores y sus agentes y editores, de tal manera que sabe qué camino toma un libro desde su presentación hasta su publicación. Además, usa la jerga del oficio en los correos electrónicos.
Ladrones de manuscritos que saben lo que hacen
Catherine Eccles, propietaria de una agencia de exploración literaria británica, explica que estos delincuentes saben muy bien lo que hacen. Conocen los clientes, saben cómo interactuar con ellos y hasta conocen dónde encajan los subagentes y los agentes principales. “Son muy buenos”, detalla, pero el gran misterio es saber cuál es su objetivo.
No es una historia nueva, comenzó hace tres años o poco menos. Y se ha repetido en todo el mundo. Las víctimas son autores, agentes y editores de Suecia, Taiwán, Israel o Italia. No obstante, lo que se ha vuelto llamativo es que la enorme cantidad de correos electrónicos engañosos detectados este año en Estados Unidos.
Algunos de los libros solicitados por los estafadores son Such a fun age de Kiley Reid, The sign for home de Blair Felle, A bright ray of darkness de Ethan Hake, y Hush, de Dylan Farrow. La alarma es tan grande que editoriales como Penguin Random House y Simon&Schuster han enviado advertencias a sus clientes y empleados sobre la actividad de los hackers.
Algunos ataques
Un víctima de los piratas fue Cynthia D’Aprix Sweeney con el libro The Nest. Alguien se hizo pasar por su agente, Henry Dunow. Su obra todavía no se había anunciado, pero el “pisher” sabía en detalle hasta cuál era la fecha límite de la escritora para la entrega y los nombres de los personajes principales de la novela. Un hecho que indica que los piratas podrían formar parte de la industria.
“Hola, Cynthia” fueron las palabras con las que comenzó el mensaje. “Me encantó el manuscrito y no puedo esperar a saber qué pasa con Flora, Julian y Margot. Me dijiste que tendrías un borrador en esta época, ¿Puedes compartirlo? Firmado, Henry”. Sweeney se extrañó y le reenvió el mensaje a su agente. Ella se asustó y no contestó, pero los correos seguían llegando. Insistían en que le enviara el manuscrito.
Dan Strone, director ejecutivo de la agencia literaria Trident Media Group, da su visión. «Si tuviera como objetivo libros de John Grisham o los de JK Rwling se podría pensar en una teoría diferente, plantea; pero cuando se trata de un autor debut, literalmente no tiene ningún valor inmediato publicarlo en Internet», asegura.
Hipótesis
Una de las principales teorías en el mundo editorial es que estos robos son obra de alguien de la comunidad de exploración literaria. Los scouts organizan la venta de los derechos de los libros a editotoriales internacionales, así como a productoras de cine y televisión. Y lo que pagan sus clientes es el acceso temprano a la información, por lo que un manuscrito sin editar, por ejemplo, tendría valor para ellos.
Kelly Farber, una exploratoria literaria, confirma que el patrón se parece a lo que hace. Estos ciberdelincuentas intercambian regularmente películas y libros pirateados en la web oscura, junto con contraseñas y números de seguridad social robados. Sin embargo, una búsqueda amplia en estos canales no arrojó nada significativo al buscar “manuscritos”, “libros inéditos” o “próximos libros”. Tampoco hubo resultado con los títulos de varios manuscritos robados.
En el pasado, ciberdelincuentes que obtenían guiones de Hollywood obtenían ganancias al publicarlos en línea y cobrar a los fanáticos que querían acceder a ellos. En 2014 alguien hizo público en línea el guion de Quentin Tarantino para Los odiosos ocho. Tarantino amenazó con ponerle fin a la producción incluso antes de que hubiera comenzado a rodarla. Pero nada de eso parece estar ocurriendo con los manuscritos robados.
Son robos que han sacudido a algunos literatos que alguna vez confiaron y que han dejado a los profesionales de la publicación sin saber en quién confiar. Para los autores, lo que está en juego es su trabajo inacabado, con errores y sin edición. Ya lo expresó Hannaham: “Te sientes violado”.
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