El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Setenta y tres años de lucha incesante y, a veces, imposible de llevar a término. A la fecha son varios los gobiernos que están en la mira por sus desfachatadas actitudes y acciones contra los ciudadanos. China aglutina la mayoría de las críticas y las peores. La señalan de atropellar a las minorías étnicas de los uigures y de tráfico de órganos humanos y personas, de genocidio.
“Las personas con las que se está tratando en China son traficantes de personas. Están cometiendo genocidio contra su propia gente», dijo sin tapujos Robert Destro, ex subsecretario de Estado para Democracia, Derechos Humanos y Trabajo de Estados Unidos (2019/2021). También profesor en la Facultad de Derecho Columbus de la Universidad Católica de América, en Washington DC.
En ocasión del Día de los Derechos Humanos, Destro concedió una entrevista a Jan Jekielek, conductor del espacio American Thought Leaders de The Epoch Times. ¿El propósito? revisar el panorama mundial sobre la materia. “La situación es bastante mala en todo el mundo. Tenemos genocidios en China, Birmania, África y en el Medio Oriente”, señaló.
“También hay bloqueos en Australia, Austria y Alemania, y en los Estados Unidos. El problema es que no tenemos un lenguaje que pueda describir toda la gama de problemas de derechos humanos. Para quienes estamos en el campo de los derechos humanos es un momento bastante desafiante”, expresó.
Jan Jekielek, editor senior de The Epoch Times y productor del galardonado documental sobre el Holocausto «Finding Manny», en una primera parte del extenso diálogo preguntó sobre el caso de China.
China: tráfico de órganos
Robert Destro se adentró en la dramática situación de los uigures. «Durante mi período en el Departamento de Estado, pasé mucho tiempo trabajando en cuestiones como el trabajo esclavo en Xinjiang. Las violaciones de los derechos humanos contra los uigures, la sustracción de órganos humanos en China. Toda la gama de formas en que el Partido Comunista Chino reprime esa comunidad. Los llaman terroristas y mantienen un sistema de vigilancia absolutamente omnipresente”.
La gama de violaciones de derechos humanos va desde arrebatar a las personas de la calle, internarlas en un campamento y sustraer sus órganos. «Es alucinante el alcance y la profundidad de la depravación de los derechos humanos que hay en China», sostuvo el académico estadounidense.
Jekielek preguntó a Destro sobre la esterilización forzada de mujeres y hombres uigures. “Cuando China trata de deshacerse de una comunidad entera, sea una comunidad de fe o una comunidad ética, controla de la población a la fuerza. Migración forzada, opresión, trabajo forzado. Encajan muy bien en las y definiciones legales de genocidio. En todo el mundo se entiende que es el genocidio pero los legisladores odian llamarlo por su nombre no saben qué hacer al respecto”, apunto.
En la conversación se fueron un paso atrás, la ocupación china en el Tíbet hace 70 años y el inicio de las tensiones. «Del Tíbet no se oye mucho porque es una comunidad pequeña”, precisó.
Genocidio y tráfico de órganos en China
Destro advirtió que “el Partido Comunista Chino ha decidido que la meseta tibetana es un lugar privilegiado para los militares, por el agua y todos los recursos naturales que posee. La diáspora tibetana se ha extendido mucho y no recibe mucha prensa. Desafortunadamente, la prensa occidental no brinda una cobertura sostenida de lo que sucedió”.
Pero lo que les ha pasado a los tibetanos es más o menos lo que les va a pasar a los uigures, anticipó. “Hay muchos más (uigures), por lo que llevará más tiempo. Pero no hay absolutamente ninguna duda de que el PCC quiere eliminar la cultura tibetana, y eso es parte de la definición de genocidio”.
En todos estos años “ha habido control de población. Hacen que sea difícil para los niños aprender el idioma tibetano. Quieren hacerse cargo de la formación de los monjes budistas tibetanos. Quieren controlar la sucesión del Dalai Lama, y hasta la reencarnación”.
En ese sentido, Destro subrayó que la idea de una burocracia gubernamental –sea china, alemana o estadounidense– decida que estar a cargo de la reencarnación es simplemente ridícula. «Lo grave es que lo quieren hacer. Han dicho: ‘Estamos a cargo’, al igual que ahora nombran los obispos católicos. Consideran que deben controlar todo y sobrepasar los límites», añadió
Resaltó que el genocidio es más que matar. «Es la destrucción sistemática de una comunidad, sin dejar de lado al tráfico de órganos humanos», insistió.
Intentos sistemáticos de acabar con poblaciones
El ex subsecretario de Estado para Democracia, Derechos Humanos y Trabajo insistió en el genocidio, en la destrucción progresiva de una comunidad. “Se podría haber cometido un genocidio tan eficaz como los hornos crematorios tomando a la comunidad judía de Europa y dispersándola por todo el mundo, para que perdiera la identidad”, indicó.
Ahí es cuando comienzas la discusión sobre Israel y la legitimidad de Israel. “Israel es el mecanismo de autodefensa de la comunidad judía. Este es el lugar donde pueden estar juntos y defenderse colectiva e individualmente. Cuestionarlo para cualquier comunidad no es aceptable”.
¿Se podría hablar de genocidio a los practicantes del Falun Gong?
“Las comunidades religiosas no siempre son comunidades étnicas. Cuando miras a los cristianos, hay mil millones de cristianos, hay mil millones de musulmanes. No hay duda de que Falun Gong cumple con la definición de comunidad religiosa, al menos bajo la ley estadounidense. Los intentos sistemáticos de acabar con ellos, de dispersarlos, de forzarlos a la clandestinidad es casi el mismo tipo de genocidio que perseguir a la gente”, aseguró Destro.
¿Cómo puede comparar matar a alguien con forzarlo a la clandestinidad?
No estamos hablando del impacto en ellos. Estamos hablando de la intención del perpetrador, y eso es algo que a menudo se pierde. Nos enfocamos en la víctima, cuando realmente debemos enfocarnos en el perpetrador y sus objetivos.
La evidencia, el asesinato
A solicitud del editor senior de The Epoch Times, Robert Destro detalló un foco poco conocido en China como es la sustracción forzada de órganos humanos. Hay pruebas de que el pueblo uigur está siendo utilizado para estos delitos. Jekielek dijo que algunas estimaciones señalan que hay entre 60.000 a 100.000 trasplantes al año sin un donante creíble. “Está más documentado de lo que piensas”, se adelantó Destro.
“Si sabe lo que está buscando, puede encontrarlo. Es la vía en cualquier investigación forense de cualquier tipo de problema de derechos humanos o derechos civiles. Por que leemos en las revistas médicas, los cirujanos chinos han escrito sobre todos los avances que han logrado en el trasplante de órganos. Bueno, ¿de dónde sacan los órganos? Tenemos evidencias anecdóticas y algunas pruebas de publicación”.
En muchos países la leyes obligan a probar la providencia del órgano. “Cuando hablamos de sustracción de órganos, hablamos de personas. Es tráfico de órganos que sustraen a una comunidad específica con la intención de deshacerse de ella, es genocidio”.
Atrocidaces a plena luz del día
Destro relató en American Thought Leaders: “Probablemente fue hace 20 años, tal vez un poco más, cuando una amiga y colega, la embajadora Mary Ann Glendon, pasó algún tiempo en Europa, en Lovaina, Bélgica. Uno de los grandes centros de trasplantes de Europa. Y usó la frase en ese momento, ‘órganos de origen indeterminado’. Yo le pregunté: ¿Qué dijiste? ¿Qué quieres decir con órganos de origen indeterminado?’. Ella me respondió: ‘Atropellan a la gente y les roban los riñones’. Un crimen que sucede no solo en China, también en otros lugares. Si una persona sale de su país a buscar un riñón nuevo o un hígado nuevo, debe explicar de dónde viene”.
Es peor que la esclavitud, que vendía el cuerpo entero. «Si vendías a la persona viva todos dirían que es esclavitud, pero si vendes el cadáver dirían que venden repuestos, partes. Es lo que está sucediendo y es crimen organizado en partes del cuerpo, pero si las víctimas se restringen a una comunidad para eliminarla es genocidio.
Con respecto a Falun Gong, la pregunta es cómo conseguimos que el gobierno de EE UU, Alemania y Australia, por nombrar algunos, sepan que las personas con las que estás tratando en China son traficantes de personas y están cometiendo genocidio contra su propia gente”.