Ríos y lagos europeos están contaminados por exceso de nutrientes (nitratos y fosfatos, principalmente provenientes de los fertilizantes agrícolas) o afectados por la sobreexplotación de sus aguas. De hecho, 50% de las aguas europeas están degradadas.
Una situación que se ha ido agravando por el incremento de las temperaturas y la reducción de caudal como consecuencia del cambio climático. El aumento de microplásticos y la expansión de especies invasoras también han contribuido con el deplorable estado de ríos y lagos. Un cóctel nada deseable para los ecosistemas y muy negativo para los servicios que ofrecen: agua dulce, turismo o un baño en medio de una paisaje cautivante.
El daño en las aguas europeas
Un equipo de investigadores asociados al proyecto europeo MARS, liderado por Sebastian Birk, de la Universidad Duisburg-Essen (Alemania), analizó una serie de ecosistemas acuáticos europeos. Los sometieron a dos impactos simultáneos para identificar las combinaciones que se deben evitar para no contribuir con su degradación.
Los datos que recopilaron los investigadores muestran que en 33% de los casos las mezclas dan lugar a interacciones ecológicas importantes que necesitan atención inmediata. Otro resultado es que la contaminación por nutrientes sigue siendo el gran problema de los europeos.
Sin embargo, hay algo positivo: otros factores de impacto no incidieron en el daño de los ecosistemas. Por tanto, si se prioriza una estrategia que tenga como objetivo el control de nutrientes, mejoraría significativamente el estado de los lagos.
La situación de los ríos es distinta y más compleja. El 43% de los ríos de Europa sufre dos o tres tipos de impacto que contribuye con el daño de las aguas. Entre ellos destacan la contaminación difusa por nutrientes y otros tóxicos, además de la alteración de los caudales y naturalidad de cauces. En zonas como la Península Ibérica, están bajo un fuerte impacto humano. Y la presencia de tóxicos de une con la sobreexplotación de las aguas y el cambio climático. Un cúmulo de elementos que deterioran gravemente la salud de los ríos.
La labor del proyecto MARS
El proyecto de Gestión de ecosistemas acuáticos y recursos hídricos bajo estrés múltiple (MARS, por sus siglas en inglés) es financiado por la Unión Europea. Fue coordinado por el Departamento de Ecología Acuática y la Facultad de Biología en cooperación con el Centro de Investigación Ambiental y del Agua (ZWU). Ambos de la Universidad de Duisburg Essen, Alemania.
Los investigadores de MARS han estudiado cómo múltiples factores estresantes afectan los ríos, lagos y estuarios. Elementos que tenían que ver con la contaminación orgánica o acidificación fueron reemplazados por otros que resultan del uso del suelo urbano y agrícola, la generación de energía hidráulica y el cambio climático.
En experimentos de campo los investigadores también abordaron los efectos de eventos climáticos extremos. Lluvias intensas, olas de calor e incluso escasez de agua y efectos en caudales ambientales.
Asimismo, han estudiado los efectos de la escasez de agua en 16 cuencas fluviales de Europa y las alteraciones del caudal. En Europa Central analizaron la hidrología, morfología y estrés nutricional de las aguas y en el norte estudiaron las alteraciones hidrológicas y de temperatura. Los datos obtenidos han permitido identificar relaciones entre intensidad del estrés, estado y prestación de servicios. Especialmente en grandes ríos y lagos.
Con este estudio del grupo MARS sobre las aguas europeas se registran grandes avances respecto a la identificación de los impactos que se deben tratar de forma prioritaria. Si bien todavía queda mucho camino por recorrer, se destaca la importancia de reducir los niveles de nutrientes en las aguas dulces europeas y la importancia de mantener un caudal suficiente en los ríos.
Sobre este último punto el equipo hace una aclaratoria importante. La presencia de un caudal suficiente es esencial para fomentar la capacidad autodepurativa de los ríos. Esta va a permitir hacerle frente a los impactos derivados del cambio climático.
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