Los responsables del mal olor de las axilas fueron plenamente identificados por investigadores de la Universidad de York, en el Reino Unido. Uno de ellos, el Staphylococcus hominis, tiene antecedentes de más de 60 millones de años.
El olor corporal es un rasgo característico del homo sapiens. Sin embargo, su papel en el comportamiento humano y la evolución de nuestra especie es poco conocido. Eso llevó a un grupo de investigadores de la Universidad de York a rastrear la causa del olor particular que emana de las axilas. En la investigación también participaron científicos de Unilever, la empresa angloholandesa fabricante de productos de salud y belleza.
Las investigaciones condujeron a una enzima particular presente en un tipo de microbio particular que habita en las axilas de los humanos.
Los humanos tenemos dos tipos de glándulas sudoríparas. Las ecrinas, que están presentes en toda la piel y se activan desde que nacemos. Tienen un papel fundamental en el sistema de enfriamiento del cuerpo. Y las apocrinas, que se activan en la pubertad y se encuentran en lugares particulares: axilas, pezones, genitales y ano. De su función no se conoce mucho.
El equipo de York descubrió que la mayoría de los microbios en la piel no producen tioalcoholes, como se llaman los olores desagradables del cuerpo. Estos son liberados cuando los microbios se alimentan de otros compuestos que se encuentran en la piel.
Fue así como dieron con el Staphylococcus hominis, un microbio o bacteria presente en las axilas y que tiene un papel estelar en el proceso investigado. Estas bacterias producen mal olor cuando consumen una enzima que convierte el Cys-Gly-3M3SH, que es liberado por las glándulas apocrinas de la axila, en ácido tioalcohol 3M3SH.
El mal olor de las axilas y sus ancestros
Esa enzima está pesente en el Staphylococcus hominis. Para probarlo, los científicos la trasladaron al Staphylococcus aureus, otra bacteria que habita en la axila pero que no produce hedor. Sin embargo, al interactuar con la enzima, comenzó a emanar mal olor. Este análisis sugiere, tentativamente, que solo unos pocos, como el Staphylococcus hominis, heredaron la enzima de un ancestro microbiano hace unos 60 millones de años.
«Nuestras narices son extremadamente buenas para detectar estos tioalcoholes en umbrales extremadamente bajos, por lo que son realmente importantes para el olor corporal. Tienen un olor muy característico a queso y cebolla. Son increíblemente picantes», señaló el profesor Gavin Thomas, del Departamento de Biología de la Universidad de York, jefe del equipo que realizó la investigación.
«Resolver la estructura de esta enzima nos ha permitido identificar el paso molecular dentro de ciertas bacterias que produce las moléculas de olor”, añadió la doctora Michelle Rudden, coautora del trabajo.
“Este es un avance clave en la comprensión de cómo funciona el olor corporal, y permitirá el desarrollo de inhibidores específicos (desodorantes) que detengan la producción de esa enzima sin interrumpir el microbioma de la axila», afirmó la investigadora.
Los investigadores señalaron que la enzima identificada estaba presente en Staphylococcus hominis mucho antes de la aparición del Homo sapiens como especie, lo que sugiere que el olor corporal existía antes de la evolución de los humanos modernos. Y hasta puede haber tenido un papel importante en la comunicación social entre los primates ancestrales.
«Esta investigación fue una verdadera revelación. Fue fascinante descubrir que una enzima clave formadora de olores existe solo en unas pocas y selectas bacterias de la axila, y que evolucionó allí hace decenas de millones de años», consideró el doctor Gordon James, científico de Unilever.
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