La reserva extractivista más grande de Brasil, Verde Para Siempre, está amenazada por latifundistas que buscan cambiar el régimen legal bajo el cual funciona. Ganaderos y madereros reclaman las tierras que ocuparan ilegalmente desde 1940 hasta 2004, año en que fueron expulsados tras la firma de un decreto de creación de este territorio. El reclamo de los grandes productores toma fuerza amparado en el discurso del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, contra las áreas protegidas.
Reserva extractivista
La Reserva Extractivista Verde Para Siempre ocupa un área de un millón de hectáreas al noreste de la Amazonía. Se ubica en la municipalidad de Porto Moz, estado de Pará, rodeada por el río Amazonas en el norte y el río Xingú en el este. Antes de la llegada de los europeos hacia el siglo XIX, estas tierras eran exclusivamente indígenas. Luego en 1940 empezó a llegar gran cantidad de población atraída por el boom de la explotación del caucho.
El 08 de noviembre de 2004 se firmó un decreto federal que creaba este territorio bajo la administración del Instituto para la Conservación de la Biodiversidad Chico Mendes. La reserva está clasificada como un área protegida con un uso sustentable de los recursos. Pero en realidad es un hervidero de negocios ilegales, donde las empresas madereras de otras municipalidades tienen puesto los ojos desde hace mucho tiempo.
Ganaderos y madereros intentan reducir el tamaño de la reserva, cambiar el régimen legal bajo el cual fue creada y cambiar artículo 18 del Sistema Nacional de las Unidades de Conservación. El artículo en cuestión prohíbe la cría de animales de gran tamaño. Solo las comunidades locales que sí pueden permitirse esta actividad, pero a pequeña escala.
37 comunidades de 13.000 personas conforman la reserva. Allí se crían miles de cabezas de búfalo ilegalmente; hay denuncias de la venta hasta 500 hectáreas de tierras por hasta 15.000 euros. El riesgo de comprar una porción de estas tierras es ser expulsado el día de mañana, luego de una inspección.
Minería, petróleo, gas, hidroeléctricas…
En febrero pasado Jair Bolsonaro presentó ante el Parlamento un proyecto de ley que permitiría la explotación de recursos en áreas protegidas. Minería, extracción de petróleo y gas, construcción de centrales hidroeléctricas, tierras para la agricultura y ganadería y extractivismo forestal son las actividades contempladas en la iniciativa del jefe de Estado brasileño. Por supuesto, los ambientalistas pusieron el grito en el cielo, pero Bolsonaro sigue con su afán de explotar los recursos de la Amazonía. En ese momento manifestó que si pudiera encerraría a los ambientalistas.
Bolsonaro considera que es inviable para el Estado la creación de unidades de conservación ambiental o la mejora de las políticas con las que funcionan. Justamente este fin de semana Giorge Cerqueira, presidente del Instituto de Conservación de la Biodiversidad Chico Mendes asistirá a un encuentro de hacendados de Puerto Moz que persiguen cambiar la legislación. El alcalde Berg Campos, líder del grupo, señala que son los más interesados en preservar la selva y sus recursos. Pero la calidad de vida de la población también es importante.
De cambiarse la legislación, la reserva extractivista se convertiría en un terreno propicio para la siembra de soja. Actividad que aprovecharía los madereros, ya que contarían con la materia prima fundamental para su actividad, la madera. Luego en el bosque se plantaría hierba y a los tres o cuatros año se metería el arado para preparar el terreno y plantar la soja.
Con la legislación actual todas estas actividades se han visto afectadas. La reserva extractivista siempre ha sido caldo de cultivo para los conflictos, los que se han visto exacerbados con la llegada al poder de Bolsonaro.
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