Por Juan Emilio Ballesteros
01/12/2017
Los grandes acontecimientos que marcan la historia de los pueblos y el avance hacia el progreso precisan de cierta perspectiva histórica para ser valorados en su auténtica dimensión. Han pasado 25 años desde la llegada del AVE y un cuarto de siglo después se puede afirmar sin complejos que la alta velocidad ha sido la herramienta fundamental para la vertebración del país, una auténtica revolución en el transporte a través del tren, la gran apuesta por la sostenibilidad y la eficiencia del ferrocarril y el emblema más valorado globalmente de la marca España. Un modelo de éxito que los países más avanzados del mundo admiran porque se trata de una tecnología que ha sabido superar todo tipo de obstáculos y retos técnicos, a veces, como en el AVE a la Meca, con desafíos imposibles, conscientes de que hoy la movilidad del futuro es una realidad.
La alta velocidad ha hecho que distancias en ocasiones insalvables se superen a través de pasillos y corredores que acercan los destinos y dinamizan la economía. Rapidez, comodidad y puntualidad suponen un plus atractivo que implementa el valor añadido de los servicios que se ofertan. La evolución a lo largo de estos 25 años sitúa la cifra acumulada de viajeros que han utilizado la red de alta velocidad en España en 357,5 millones de personas. Solo en 2016, un total de 35,2 millones de viajeros hicieron uso de la red, un incremento del 5,3% respecto al año anterior y un dato que pulveriza los 1,3 millones de desplazamientos que se registraron aquel año inaugural de 1992.
El incremento de la velocidad comercial media que permite el sistema de alta velocidad ferroviaria es el factor clave que ha impulsado la transformación del sistema de transporte en España. La velocidad comercial media se sitúa en la actualidad en 222 km/h por la red de alta velocidad, superior a la de Japón (218 km/h) y Francia (216 km/h), según datos de Adif Alta Velocidad (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias).
Desde su puesta en funcionamiento, la alta velocidad ha contado con una inversión aproximada de 52.000 millones de euros, convirtiendo al sector ferroviario en uno de los motores del desarrollo económico. Ha desbordado ampliamente al avión como medio principal de transporte colectivo en el mercado de movilidad peninsular en trayectos de largo recorrido, con 30,2 millones de viajes en 2016 frente a los 13,8 del modo aéreo.
Los servicios de alta velocidad en España entre 1992 y 2016 han permitido un ahorro estimado de 4.286 millones de euros, si se evalúan en términos económicos los efectos medioambientales y de accidentes que habría ocasionado este transporte por otros medios. El ahorro de costes externos, de huella de carbono y de consumo energético generados por los servicios de Renfe se estima que ha evitado la emisión de 12,9 millones de toneladas de CO2 y el consumo de 2,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo.