Por Iñigo Aduriz
02/06/2017
No da nombres. Asegura que es parte de su secreto profesional. Pero en América Latina René Boiero (Córdoba, Argentina, 1973) es ampliamente conocido por haber atendido en sus consultas de todo el mundo a los principales presidentes latinoamericanos. Lo que él hace está muy alejado del pragmatismo de la política. “Veo almas, veo espíritus de la gente que murió. Desde que tengo ocho años veo almas como si fueran seres humanos”, explica. Insaciables ante los cientos de consejos que reciben cada día de asesores, ministros y amigos, esos dirigentes buscan algo más, una explicación sobrenatural y espiritual a sus aciertos o errores y una guía para el futuro.
Ya lo dice el escritor e historiador estadounidense Gary Lachman, en su libro de reciente publicación El ocultismo en la política (Ocultura, 2017): “La historia de las ideas políticas está asociada a la creencia en lo sobrenatural desde los orígenes mismos de la civilización. Oráculos, sibilas, videntes, místicos y visionarios han influido tanto en la invención de la democracia como en la creación de Estados”. En pleno siglo XXI, esas creencias siguen influyendo en los políticos según lo atestigua de primera mano el propio Boiero. Pero al médium argentino también acuden empresarios o trabajadores en busca, según él, de “esperanza y consuelo”. Asegura haber atendido ya, en total, a más de 100.000 personas en las consultas que dispone en Córdoba (Argentina), Caracas, Bogotá, Santiago de Chile, México DF, Guadalajara (México), San José y Miami, aunque esporádicamente también se desplaza a otras ciudades.
Tanto para un creyente como para un escéptico, asistir a una de sus sesiones es realmente toda una experiencia. Boiero, que pasó por Madrid esta primavera con un éxito que ni él mismo esperaba, recibe a los ‘pacientes’, les mira a los ojos, les da la mano y empieza a hablar. Deja a sus contertulios literalmente boquiabiertos. Porque les habla de sus características personales, de sus vidas privadas, asegura ponerles en contacto con familiares ya fallecidos e incluso vaticina el futuro. Sostiene que, para ello, nunca indaga previamente sobre las trayectorias vitales de quienes le visitan. “A través de los ojos de una persona se puede ver el espíritu y, al dar la mano, se siente la energía. Esto permite empezar a trabajar con el paciente”, se justifica.
Pero, ¿por qué los poderosos acuden precisamente a él? “Intento transmitir paz y libertad, que son ámbitos en los que todos debemos trabajar. La gente viene a mí por eso”, se limita a señalar. A su juicio, todo se debe a que muchos mandatarios temen las consecuencias de sus actos. “Cuando alguien miente puede generar un karma muy feo. Por ejemplo, la mentira provoca una energía malísima. Además, la codicia es uno de los peores karmas que puede haber”. Así, a pesar de haberle dado la fama, Boiero no escatima en críticas hacia los políticos: “He atendido a gente de recursos económicos muy pobres pero con un espíritu rico, bello, con luz y amor; y a muchos presidentes con un espíritu muy pobre y que, sin embargo, ostentan un gran poder al tener que dirigir un país”.
Preguntado sobre cuáles son las principales preocupaciones de las personas que le visitan, recalca que “la gente se preocupa mucho por la incertidumbre del futuro y no vive el presente”. Por eso entre las principales pautas de su terapia está el tratar de “recuperar la fe en lo que cada uno quiera tenerla: primero en sí mismo, y luego en una religión o en la familia”. El mundo, en su opinión, padece “una crisis existencial”. “Desgraciadamente vivimos en un planeta sin conciencia en el que lo que maneja la sociedad es el materialismo y el consumo. Esto hace que se pierda la verdadera esencia del espíritu”, apunta. Y la mejor forma de aprender hoy “es el silencio”. Los seres humanos “no nos escuchamos, no nos respetamos y ni siquiera toleramos que otros nos digan nada”.
A pesar de ejercer su labor de “asesor espiritual” en distintas partes del mundo y en países ricos y pobres, occidentales y orientales, Boiero insiste en que “el elemento común de la preocupación de los humanos tiene que ver con la estabilidad de lo emocional”. Por eso tiene claro que “cuando una persona logra el equilibrio emocional logra el equilibrio en todo su entorno y se conciencia de que todo forma parte de un aprendizaje”. Se atreve, incluso, a poner como ejemplo al expresidente sudafricano, Nelson Mandela, “un ser de luz que estuvo 28 años preso para preparar su espíritu para liberar a su país. Si no hubiera tenido equilibrio emocional no hubiera sido capaz de ser presidente”.
Los egos y las guerras
Entre las lecciones que les da a los mandatarios que pasan por sus sesiones, Boiero destaca que “el mundo se equivoca cuando culpa a algo o alguien de lo que está pasando. La culpa es de nosotros. Las religiones tienden a poner la culpa en el exterior pero nunca en nosotros mismos y es un error”. Asimismo, apunta que “los países que están bien son los que respetan las diferentes creencias, los distintos modos de vida y todas las historias”. Por eso cree que “las guerras se pueden superar dejando de lado los egos, que están destruyendo la humanidad”.
Dado que asegura ser capaz de ver el futuro de las personas que le visitan, tampoco titubea cuando se le pregunta si está habilitado para predecir lo que le va a ocurrir al planeta, así en general. “La humanidad vive una crisis muy grande, pero históricamente cuando ha tenido esos momentos convulsos es cuando más ha evolucionado. Lo que estamos pasando va encaminado hacia la iluminación y está sucediendo para que aprendamos. El mundo está evolucionando desgraciadamente gracias a que previamente suceden cosas muy feas y se dicen mentiras muy grandes”.
También tiene claro su diagnóstico de España: “Sigue moviéndose por una energía del miedo. Es un país maravilloso, con una gente estupenda y con un gran potencial, pero esa inercia al temor le sigue manejando y rondando en una sociedad marcada por épocas anteriores. A este país le falta confianza”, zanja.