La misoginia del régimen teocrático de Irán escala en violencia y represión, pero el valiente gesto de una joven indefensa y semidesnuda muestra la fuerza de la resistencia femenina
Su imagen dio la vuelta al mundo de móvil en móvil. Una joven semidesnuda en algún lugar de Irán se enfrenta a la Policía de la Moral. Delgada, frágil, con su largo cabello oscuro al aire, es una imagen poderosa de la resistencia femenina. Las iraníes se rehúsan a ser enmudecidas y borradas, un sentimiento que no muere. No quieren correr la misma suerte que las afganas.
Gracias a la fotografía la historia contemporánea acompaña su narrativa con imágenes icónicas que trasmiten las emociones, el espíritu y el valor del ser humano. El joven frente al tanque en la Plaza Tiananmén en 1989 y la mujer sobre el techo de un vehículo que arenga a una multitud en Sudán son dos buenos ejemplos. Ahora es la joven caminando semidesnuda en la Universidad Islámica Azad de Teherán. Se desconoce su nombre. El vídeo se viralizó el 2 de noviembre. La mostraba en ropa interior discutiendo acaloradamente con las fuerzas de seguridad
Grabado desde una ventana por una cuenta de periodismo ciudadano, el incidente desató una ola de indignación a nivel internacional. Su gesto desafiante se convirtió en un emblema de la lucha por la igualdad en un país teocrático que restringe a las mujeres de derechos. Dos vídeos muestran que el intercambio ocurrió en las escaleras de la escuela y más tarde en una calle cercana.
El primero dura un minuto y fue grabado alrededor del mediodía. Se ve a la mujer discutiendo con el personal de seguridad de la universidad. El segundo la muestra semidesnuda caminando por una calle y capta el momento en que varias personas vestidas de civil la empujaron dentro de un automóvil.
Un testigo contó que todo comenzó cuando un miembro del Basij, una fuerza paramilitar voluntaria dentro del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, agarró el brazo de la mujer y la acercó a él. El Basij opera en universidades y en escuelas secundarias como ejecutor de la ideología islamista del gobierno teocrático.
La universidad la llama loca
Incumpliendo el código de vestimenta, la joven no portaba hiyab y tenía el cabello descubierto. Un hombre y una mujer, miembros del personal del Basij de la universidad, comenzaron a agredirla mujer y trataron de forzarla a entrar en un puesto de seguridad. La agredieron físicamente y le arrancaron la blusa en el forcejeo al tiempo que le gritaban «desvergonzada».
La estudiante se despojó de lo pantalones y se los lanzó a los guardias. «Han convertido la universidad en un burdel y ahora se preocupan por lo que llevo puesto», los increpó desafiante mientras caminaba “con orgullo, sin miedo y sin importarle el frío. Un coche con cuatro agentes masculinos de la Policía Moral se acercó. La rodearon y, teniéndola sujeta, le estrellaron la cabeza contra la carrocería. Luego la arrojaron al asiento trasero y se la llevaron. Se desconoce la identidad y el paradero de la joven.
Su imagen, cruzada de brazos y desafiante, se ha convertido en un símbolo de resistencia en Irán y en el mundo
Un portavoz de la universidad dijo que la joven padece un «trastorno mental», el argumento del gobierno para justificar las detención y minimizar las protestas ciudadanas. Nahid Naghshbandi, investigadora de Human Rights Watch, dijo que la estrategia del régimen iraní es estigmatizar, desacreditar y humillar a las mujeres que se resisten a cumplir las normas de vestimenta.
Khosro Isfahani, investigador del Atlantic Council, destaca el valor de la protesta: «No es un simple desafío momentáneo y solitario, se está rebelando contra el sistema de opresión que enfrentan las mujeres en Irán».
Silencio iraní
Amnistía Internacional condenó enérgicamente la detención. Denunció que la estudiante fue detenida violentamente después de que se quitó la ropa en protesta por la aplicación abusiva del código de vestimenta islámico de Irán. La organización defensora de los derechos humanos pidió a las autoridades que liberen de inmediato a la estudiante y a pongan fin a la persecución de quienes se manifiestan en contra del régimen.
La misión de Irán ante las Naciones Unidas declinó hacer comentarios sobre el caso. Un silencio que subraya la determinación del gobierno de acallar la disidencia. El gobierno procura asegurarse de que no se informe sobre un incidente que recuerda el arresto de Mahsa Amini, hace dos años.
Aminio murió bajo custodia policial. La tenían detenida por una supuesta violación del código de vestimenta. Su fallecimiento desencadenó meses de protestas que fueron reprimidas salvajemente Desde entonces, el gobierno ha promulgado leyes muy estrictas que restringen todavía más los derechos de las mujeres y aplican duros castigos por violar las normas de vestimenta. La escalada de violencia es la respuesta a las masivas protestas de «Mujer, Vida, Libertad» que sacudieron al país en 2022. Desencadenadas por la muerte de Mahsa Amini. Las manifestantes exigían, entre otras cosas, el fin de la obligatoriedad del hiyab. El movimiento «Mujer, Vida, Libertad» representa el mayor desafío que ha tenido régimen desde la instalación de la República Islámica en 1979.
Escalada violenta por el hiyab
La República Islámica de Irán emprendió la operación «Nour» (luz) que intensificó, con el respaldo del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, la represión contra las mujeres que desafían el código de vestimenta islámico. Aumentó la presencia policial en las calles para detener a las mujeres sin el hiyab.
El discurso de Jamenei con motivo del Eid al-Fitr, el final del mes de Ramadán, fue un espaldarazo a la violencia contra las mujeres. El líder ordenó actuar contra las «transgresoras de las normas religiosas». Los órganos legislativos de Irán endurecen la normativa dirigida a criminalizar a las mujeres que se oponen al uso del hiyab. En las recurrentes oleadas represivas abundan las detenciones ilegales y los actos de perturbación de la vida civil y cívica de las mujeres. Bloquean cuentas bancarias, confiscan coches y les impiden la entrada en sus centros de estudio. Las iraníes no se amilanan, muchas se visten sin prestarle atención al código de vestimenta.
Tampoco el gobierno teocrático muestra signos de ceder a las demandas de las manifestantes mucho menos en la eliminación de la obligación de llevar hiyab, que va más allá de la vestimenta. Es un símbolo de control y sumisión. Una forma de imponer una identidad religiosa y cultural a las mujeres. Al obligarlas a cubrirse el cabello, el régimen iraní limita su autonomía y capacidad de expresarse.
Un grupo de madres que perdieron a sus hijos durante las protestas de Mujer, Vida, Libertad emitieron una condenan a la «brutal y continua represión del régimen misógino de Irán» y declaran que no permitirán que se les «considere ciudadanas de segunda clase, sobre las que el gobierno y la sociedad patriarcales deciden».
Narges Mohammadi, ganadora Premio Nobel de la Paz y lleva más de una década en la prisión de Evin, en Teherán, dijo que la nueva oleada de violencia contra las mujeres y los jóvenes son un signo de «desesperación» de la República Islámica.
Retroceso revolucionario
La situación de las mujeres en Irán no siempre fue tan cruel y degradante. Desde la revolución islámica de 1979 enfrentan un fuerte retroceso de sus derechos, una dura opresión y violencia institucionalizada. Se estableció una teocracia liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeini. Irónicamente, muchas mujeres participaron activamente en la Revolución Islámica, soñando con un futuro más justo y equitativo. Creían que la caída del sha abriría las puertas a una sociedad más inclusiva y democrática.
Sin embargo, el régimen islámico que emergió impuso lo opuesto. Revirtió décadas de avances en los derechos de las mujeres. La esperanza se transformó en desilusión cuando el gobierno impuso la sharia, como ley del Estado, y restringió severamente la libertad de las mujeres. Las sometió a un control social sin precedentes. Prohibió el aborto y los anticonceptivos.
Y revirtió la legislación familiar: la edad mínima de matrimonio para las mujeres se redujo a 9 años,(luego se subió hasta los 13); la mujeres requieren el permiso del padre para casarse e instauró el código de vestimenta obligatorio para las mujeres, incluido el uso del hiyab con sanciones severas por incumplimiento.
Desde los primeros años de la Revolución, surgieron movimientos feministas que implicaron mujeres expuestas a arrestos, torturas y encarcelamiento por su lucha orientada a la recuperación de sus derechos. La «Campaña del millón de firmas», que buscaba reformar las leyes discriminatorias contra las mujeres, es un ejemplo de resistencia.
La violencia contra las mujeres está institucionalizada y socialmente aceptada. La represión contra el movimiento feminista salvaje. Muchas activistas están encarceladas.
Represión, tortura y cárcel: estancamiento económico
Aunque la educación de las niñas ha sido priorizada, el acceso a la educación superior y al mercado laboral sigue siendo desigual. Han logrado algunos avances, como el levantamiento de ciertas prohibiciones y la incorporación de las mujeres al mundo laboral, pero la segregación de género persiste en muchas universidades y empresas. En el ámbito laboral, ocupan en su mayoría puestos de baja cualificación y con salarios inferiores a los hombres.
Las leyes de género, junto con el acoso sexual generalizado y las opiniones sexistas sobre las mujeres y sus capacidades, hacen que el entorno laboral les sea hostil. Los hombres pueden impedir legalmente que sus esposas trabajen, y algunos hacen uso de este privilegio. A menudo las empresas se niegan a contratar a mujeres jóvenes. No quieren «invertir en la formación, porque después se casan y sus maridos las sacan del trabajo».
Las mujeres casadas necesitan el permiso de sus maridos para trabajar, otra de las muchas barreras legales que enfrentan en el mercado laboral. Paradójicamente las leyes que marginan a las mujeres del aparato productivo incrementan el estancamiento económico de Irán. Un informe del FMI estima que si las tasas de empleo femenino se igualaran con las de los hombres, el PIB podría aumentar en un 40%.
Ell Banco Mundial clasificó a Irán en 2024 entre los peores países en cuanto a barreras legales de género para la fuerza laboral. Entre146 países, Irán tiene la tasa más baja de participación de las mujeres en la fuerza laboral, señala el Global Gender Gap del Foro Económico Mundial. Las mujeres representan más del 50% de los estudiantes universitarios graduados, pero son apenas el 12% es fuerza laboral.
La ley del hiyab obligatorio también limita el acceso de las mujeres a ciertos trabajos en el sector público. Además, la edad de jubilación más baja para las mujeres, 55 años, las expulsa prematuramente de la fuerza laboral.
Frente a los obstáculos del régimen, las mujeres están creando pequeñas empresas independientes para abrirse paso en el proceso productivo. «Algunas de las ideas comerciales más innovadoras, desde aplicaciones de cocina hasta plataformas de venta minorista digital, las han iniciado por mujeres», dijo Nadereh Chamlou, ex asesora principal del Banco Mundial.
Ejecuciones
La escritora Amaya Blanco recuerda en un artículo sobre las mujeres iraníes que hace 40 años 10 mujeres fueron ejecutadas por defender igualdad de género y otros derechos. Y 175 años atrás, la poetisa Táhirih se quitó el velo. Los hombres consideraron que había perdido el juicio (mismo argumento que usaron contra la joven en la universidad de Teherán) y la condenaron a muerte.
La portavoz de Derechos Humanos de la ONU, Liz Throssell, informó que en julio fueron ejecutadas 38 personas fueron ejecutadas en Irán. En total, en 2024 se han perpetrado 345 ejecuciones, 15 eran mujeres».
Sharifeh Mohammadi y Pakhshan Azizi, activistas pacíficas en defensa de los derechos humanos, están condenadas a muerte por «rebelión armada contra el Estado». Wrisha Moradi y Nasim Gholami Simiyari serán por la misma causa y pueden recibir igual sentencia. Disfrutar el viento en el cabello es arriesgarse a morir en la horca o apedreada. Sin embargo, cuando el régimen se muestra más misógino, surge una enjuta muchacha anónima a mostrar al mundo que se puede ser ferozmente rebelde sin un arma. Solo con la fuerza de su frustración, la semidesnudez y su cabello al viento. No se puede convertir en cenizas el deseo de libertad e igualdad.