Para curarse y protegerse del coronavirus, muchas personas apelan a fórmulas caseras, la medicina ancestral y a tradiciones familiares. Por redes sociales y de boca en boca afloran propuestas milagrosas basadas en infusiones para prevenirlo o incluso curarlo. Surge también la medicina alternativa para suplir la carencia de vacunas y las técnicas de relajación para fortalecer el sistema inmunológico. Una es el reiki que se ha popularizado en medio de una pandemia de COVID-19 que les ha costado la vida a 2.249.445 personas, mientras que otras 103.985.844 se han contagiado.
Pero, ¿qué hay de cierto en que el consumo de brebajes que incluyen la utilización de ajos y cebollas, con miel, jengibre y eucalipto, puede aportar efectos reconfortantes al organismo? Algunos sirven o ayudan si se trata de resfriados o malestares estomacales. Pero no hay evidencia científica que confirme que utilizarlos de una u otra forma reduzcan el riesgo de contagio. Menos aún que mejore los síntomas o curen a enfermos con la COVID-19.
Durante semanas, el Covid Organics, una bebida herbal basada en la planta de artemisia, se hizo popular en el continente africano. El presidente de Madagascar, Andry Rajoelina, presentó por televisión el fármaco. Dijo que combatiría el coronavirus e incluso curaría la enfermedad. Políticos se unieron a los elogios de ese fantástico remedio. Los organismos internacionales, en cambio, instaron a actuar con cautela.
La OMS recomienda cautela con los bebedizos
Aun no se ha probado científicamente que la artemisia o los preparados obtenidos a partir de ella puedan constituir una cura. No obstante, estudios realizados por la epidemióloga china Chen Wei se ha referido a la efectividad de la planta en el tratamiento de la fibrosis pulmonar observada en pacientes con coronavirus. La poderosa actividad antioxidante de esta planta ofrece grandes expectativas a los médicos.
La OMS no reconoce en estos bebedizos ninguna propiedad preventiva y curativa. Asegura que existe el peligro de información falsa en redes sociales en torno a ciertos remedios. “Muchas plantas y sustancias que no cumplen con los requisitos de eficacia pueden poner en riesgo a las personas. Otorgándoles una falsa sensación de seguridad y llevándolas a olvidar las medidas de higiene y distanciamiento”.
También recomienda no automedicarse con productos de la medicina tradicional. Algunos que se han publicitado por tener cierta efectividad, como la hidroxicloroquina, azitromicina, kaletra y el remdesivir.
¿El reiki previene o cura la COVID-19?
En esa búsqueda por burlar al virus y las nuevas cepas que circulan en varios países, también se incluye el reiki. Una técnica de relajación inventada en 1922 por el budista japonés Mikao Usui. Se basa en la idea de que el cuerpo humano fluye una energía o fuerza vital que que se puede transmitir a las otras personas a través de las manos. No tiene base científica, ni es una tradición milenaria, pero es una práctica espiritual que cada vez practica más gente. Aseguran que alivia una gran cantidad de enfermedades.
Esta técnica de relajación se ha colocado en la mesa del debate. Unos aseguran que potencia el sistema inmunológico, otros que puede contribuir a minimizar los efectos de la enfermedad, mientras que otros hablan de magufería, seudoterapia y hasta de brujería. En realidad, el reiki no es una medicina ni evita el virus directamente.
Es una técnica de relación que alivia las tensiones y estrés del personal de salud y los cuidadores de pacientes. Sobre todo en momentos cuando el sistema sanitario colapsa y el personal clama por unas pocas horas sin ver sufrimiento. Que necesita parar un instante para poder seguir.
Calmar el paciente es tan útil como el mejor fármaco
En una sala con poca luz, un miembro del personal del hospital se acuesta en un sofá y cierra los ojos. Mientras, una música suave llena el ambiente. Desde un ordenador sale la voz de Victoria Klump que a cientos de kilómetros inicia una sesión de reiki.
Klumpp es coordinadora clínica del Programa de Bienestar Familiar del Boston Children’s Hospital y de forma remota proporciona calma y restauración a sus pacientes. Ahora, con el aumento del estrés por la pandemia de la COVID-19, los tratamientos como el reiki son cada vez más populares entre el personal. Y muchos de ellos informan que sienten mejoras significativas.
«El reiki es una práctica de curación que se originó en Japón. Es una manera fácil de brindar a las personas un respiro de las exigencias de su día. Y les permite calmar su cuerpo y dejarse llevar para experimentar un cambio de estado, de mayor relajación», explica.
Innsiste en el reiki no es una medicina alternativa ni tradicional ni evita el contagio del virus directamente. Se utiliza principalmente para aliviar las tensiones y el estrés del personal de salud y de los cuidadores de pacientes.
¿La acupuntura y electroacupuntura contra la COVID-19?
La medicina alternativa tiene sus defensores y detractores. La técnica de reiki y la acupuntura han motorizado opiniones y practicas alrededor de la COVID-19. La Asociación China de Acupuntura-Moxibustión publicó una Guía para intervenciones de acupuntura y moxibustión en la COVID-19.
No hay evidencia científica sobre del uso de la moxa en el tratamiento de enfermedades infecciosas. Sin embargo, su eficacia queda plasmada en textos clásicos y métodos populares, y sobre todo en la práctica. Estas técnicas a pesar de no ser las adoptadas como primera opción en el combate del coronavirus han servido para demostrar el potencial de la medicina natural y tradicional.
Señala la Academia que el uso de la acupuntura o la electroacupuntura resulta efectiva en la inhibición de la activación de macrófagos, así como en la producción de factor de necrosis tumoral y otras citocinas proinflamatorias a través de la simulación del nervio vago. Estos efectos muestran un alto potencial en el tratamiento de la sepsis de la nueva neumonía provocada por el coronavirus y evitando el tratamiento convencional con glucocorticoides y la aparición de efectos secundarios en los pacientes.
¿El reiki, la acupuntura, la medicina alternativa, un desacierto en la lucha contra la COVID-19 un mundo infinito para explorar con la mente abierta y sin conductas inquisitoriales?
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