En el mundo científico existe gran preocupación por el uso de nuevas técnicas de ingeniería genética que el gobierno del Reino Unido propone desregular. Michael Antoniou, médico y genetista molecular, abandera una corriente de opinión que pretende detener el empleo de la modificación genética, incluida la edición de genes, en un contexto agrícola y, una ley que lo respalde. El glifosato está e el ojo del huracán.
Antoniou es jefe del Grupo de Terapia y Expresión Génica del Departamento de Genética Médica y Molecular del King’s College de Londres. En su trayectoria, ha destinado tiempo y estudios, para encarar estas nuevas técnicas de ingeniería genética que buscan imponerse. Pese a los riesgos potenciales para la salud, el medio ambiente y la ética.
Argumenta que “el instrumento estatutario del gobierno apunta a dar los primeros pasos para desregular el uso, inicialmente, de tecnologías de ingeniería genética de edición de genes en un contexto agrícola. Y fue aprobado prácticamente sin oposición en la Cámara de Representantes. Esto significa que volverá ahora a los Comunes y en tres semanas se convertirá en ley. Esto hará que sea casi gratuito para los desarrolladores de cultivos editados genéticamente realizar ensayos de campo de una manera literalmente no regulada”.
Esta posibilidad casi cierta, sostiene, “es para mí una gran preocupación. Porque el punto es que las tecnologías de edición genética no son tan precisas como se afirma. De hecho, son imprecisas y conllevan grandes riesgos tanto para la salud como para el medio ambiente.
En entrevista a GMWatch afirma que el gobierno realizó una consulta en 2021 pidiendo a la gente que comentara, entre otras cosas, si pensaban que la edición de genes debería regularse o no.
Edición de genes en los cultivos, a contracorriente
Michael Antoniou destaca que del sondeo “hubo una respuesta masiva. No solo de individuos sino también de organizaciones a esa consulta. Y resultó que el 99% de los encuestados estaban a favor de mantener la regulación para los productos editados genéticamente o, de edición de genes. Como lo hay para la ingeniería genética al viejo estilo”.
Solo el 1% de los encuestados dijo que querían que fuera desregulado y libre para todos, cuenta el experto. Sin embargo, “el gobierno optó por seguir lo que dijo el 1% de los encuestados, es decir, a favor de la desregulación. En lugar de asumir lo que deseaba el 99% de los encuestados, que era mantener la regulación”.
A pesar de la “evidencia científica”, dice, “en la que he demostrado cómo la edición de genes no es precisa y los daños de su aplicación. Y del apoyo de los consultados. El gobierno básicamente la ignoró. Curiosamente no hubo reconocimiento”. ¿Qué hay detrás de esa actuación oficial?
El genetista advierte “razones políticas y comerciales. El Reino Unido está poniendo muchas esperanzas en un acuerdo comercial con EE UU para compensar el hecho de que no tendremos lazos económicos tan estrechos con la Unión Europea desde el Brexit. En otras palabras, el Reino Unido tiene que alinear su regulación de cultivos modificados genéticamente (GM). Y la edición de genes con EE UU para permitir el libre flujo en ambos sentidos de este tipo de productos”.
Antoniou cree que ese es el verdadero motor detrás de esa actuación. “Es por estas razones políticas y comerciales. Pues la ciencia dice que se debe mantener la regulación vigente y hacerlo correctamente”.
Carencia de controles en la edición de genes en la agricultura
Michael Antoniou es un genetista molecular y conoce los alcances y limitaciones de la edición de genes. Pero su campo de trabajo ha sido la terapia génica (una forma experimental de tratamiento que utiliza la transferencia de genes a la célula de un paciente para curar una enfermedad) y el uso clínico de estas tecnologías. Sin embargo tiene profundas preocupaciones sobre su uso en la agricultura. ¿Por qué?
Explica que “se utilizan las mismas tecnologías tanto para el desarrollo clínico de medicamentos basados en genes como para aplicaciones agrícolas. Por lo tanto, ambas tienen los mismos riesgos asociados. Lo que encontramos es que en un contexto médico esos riesgos se reconocen más plenamente. Y contamos con un muy buen sistema regulatorio estricto para asegurarnos de que todo lo que se somete a ensayos clínicos que utilizan medicamentos basados en genes sea probado exhaustivamente”.
Sin embargo, advierte, que “las cosas van en la dirección opuesta con las mismas tecnologías en un contexto agrícola”.
El principal foco de investigación dentro de su grupo es el estudio de los mecanismos moleculares de la regulación de la función génica. También ha utilizado estos descubrimientos para desarrollar sistemas eficientes de expresión génica para aplicaciones biotecnológicas eficaces y seguras, incluida la terapia génica.
El experto ha ampliado su programa de investigación para incluir el uso de métodos «ómicos» de perfil molecular (transcriptómica, proteómica, metabolómica). Para evaluar la seguridad de los alimentos derivados de cultivos modificados genéticamente, la exposición a dosis bajas de sus pesticidas asociados y otros contaminantes químicos.
Dañar el material genético y sus implicaciones
La edición de genes se encuentra bajo el amplio paraguas de la ingeniería genética, indica. “Básicamente, la ingeniería genética de cultivos o incluso animales es un procedimiento artificial de laboratorio que no implica ninguna reproducción natural. Literalmente, por ejemplo, cultivas material vegetal en el laboratorio e introduces artificialmente genes extraños en las células de la planta. O mediante la edición de genes, manipulas los genes que ya están allí. Y luego, a partir de este material vegetal, crecen plantas completamente nuevas y las propagas desde ese punto en adelante”.
Entonces, ¿por qué es eso más riesgoso, o por qué plantea amenazas potenciales? Antoniou responde a GMWatch que el “procedimiento de ingeniería genética, y esto incluye la edición de genes, tiene el potencial de dañar el ADN. Dañar el material genético y la composición de la planta, de manera no intencional en múltiples etapas de ese procedimiento. Al final del proceso terminas con combinaciones de funciones genéticas que no existen de forma natural. Y si alteras la función del gen, automáticamente alteras la bioquímica de la planta. Alterar la bioquímica puede… incluida dentro de esa bioquímica alterada puede estar la producción de nuevas toxinas y alérgenos. Y como científico de la salud, esa es mi principal preocupación”.
Relata que en “estos cultivos modificados genéticamente, tolerantes al glifosato o Roundup Ready, como la soya y el maíz, se agregó un gen extraño a la planta. A través de un procedimiento completamente artificial. Que, primero de todos, (significa) que tienes una nueva combinación de genes allí, porque has agregado un gen extraño. Pero además de eso, existen estos procesos descontrolados que resultan en daños generalizados en el ADN del organismo, alterando su bioquímica”.
Alteraciones bioquímicas y daños a la salud
“Tanto el glifosato como el Roundup tuvieron un efecto en la composición de la población bacteriana intestinal”, resalta Antoniou. “Sabemos que nuestro intestino está habitado por miles de tipos diferentes de bacterias y un equilibrio en su composición. Y, lo que es más importante, en su función, es crucial para nuestra salud. Entonces, cualquier cosa que perturbe negativamente, el microbioma intestinal, tiene el potencial de causar problemas de salud. Porque pasamos de un funcionamiento equilibrado que conduce a la salud a un funcionamiento desequilibrado que puede conducir a un espectro completo de enfermedades diferentes».
Recuerda el científico e investigador que hace algunos años publicó un artículo en el que comparaba un maíz/maíz transgénico tolerante al Roundup con su equivalente no transgénico. No modificado genéticamente (planta). “Encontramos cambios importantes en la composición en términos de proteínas y otros bioquímicos de moléculas pequeñas dentro de la planta. En otras palabras, el procedimiento de ingeniería o modificación genética había alterado notablemente la composición de este maíz. Aquí es donde vienen los peligros y el punto es que aquellos que desarrollan cultivos transgénicos no reconocen estos resultados no deseados. Y los reguladores tampoco logran realizar un análisis suficientemente bueno”, asegura.
Antoniou además, revela otros efectos perversos. “El cultivo de cultivos tolerantes al Roundup ha tenido un efecto devastador en el medio ambiente. Porque Roundup es un herbicida no específico que en realidad ha diezmado el entorno de las plantas de las que normalmente se alimenta la vida silvestre”.
Los efectos negativos no se reconocen
Estos cultivos alimentarios tolerantes al Roundup, argumenta Antoniou, tienen múltiples fuentes de daño potencial. “En primer lugar, están los residuos del pesticida, el Roundup, están ahí. Y nuevamente, mi laboratorio es uno de los grupos líderes en el mundo, y no lo digo de una manera jactanciosa. Solo digo que somos uno de los pioneros y uno de los líderes en la investigación de la toxicidad del glifosato y el Roundup. Hemos visto algunos resultados muy preocupantes en nuestros estudios”, agrega.
El punto es que “la bioquímica de la planta alimenticia ha sido alterada de forma no intencionada. Y ha habido muchos, no solo uno, sino muchos estudios de alimentación de animales de laboratorio bien realizados. Han mostrado consistentemente resultados negativos para la salud por el consumo de alimentos GM. Ya sea soya, maíz u otras cosas. Y esto incluye los impactos en la función hepática y la función renal, que son dos órganos que se ven particularmente afectados. Pero también las alteraciones del sistema digestivo y las alteraciones del sistema inmunitario”.
Antoniou insiste sobre el inevitable fracaso de la edición de genes en un contexto agrícola. “La preocupación para mí, como científico de la salud, es que la edición de genes inevitablemente cambiará nuevamente el funcionamiento bioquímico general del cultivo. La edición de genes también alterará la bioquímica del cultivo de manera no deseada. Porque no se trata solo de alterar un gen, sino el funcionamiento de múltiples genes sin querer. Recuerde que cuando altera el patrón general global de la función genética, altera la bioquímica. Y, dentro de esa bioquímica alterada, se corre el riesgo de que se produzcan nuevas toxinas y alérgenos. Esto no se reconoce ni se aportan pruebas. Esto es muy, muy preocupante para el consumidor”.