El Gobierno del Reino Unido anunció su decisión de prohibir las extracciones de gas pizarra por el controvertido método del fracking. La medida se produjo luego de difundirse un informe oficial que indica que es imposible predecir la magnitud de los movimientos sísmicos que este tipo de extracción del subsuelo pudiese ocasionar.
La decisión implica un cambio radical a lo que hasta ahora mantenía la administración del premier Boris Johnson. Este sostenía que la técnica del fracking era una «una noticia gloriosa para la humanidad». Y había anunciado que en el territorio del Reino Unido «no quedaría una piedra sin fracturar».
Fracking desde tiempos de Cameron
El líder conservador David Cameron fue quien dio proyección al fracking luego de una primera moratoria de 18 meses por dos terremotos ocurridos en el condado de Lancashire en el año 2014. En su momento anunció que hasta en el 64 por ciento de la campiña inglesa que incluía también a los parques nacionales podrían hacerse perforaciones en procura del gas. Sus anuncios generaron numerosas protestas de grupos ecologistas que boicotearon las primeras prospecciones en las localidades de Balcombe y Blackpool.
Las manifestaciones se repitieron posteriormente en Lancashire, cerca de Preston New Road, en la única localidad donde se aplicaba la técnica del fracking en el territorio del Reino Unido. Allí ocurrieron algunos movimientos sísmicos que arrojaron registros por encima de los límites establecidos por la administración británica. Esto condujo a procurar la intervención de los científicos de la Autoridad de Petróleo y Gas (OGA) para determinar las consecuencias.
En su informe la OGA precisó que no era posible predecir la magnitud de los temblores. Y que además no se podían descartar «consecuencias inaceptables» para los residentes en las cercanías donde se aplicara el fracking.
Este es un fracturamiento hidráulico que utiliza la inyección de agua, productos químicos y arena a altas presiones. Se fractura la roca para liberar el gas del subsuelo.
Cambio de giro
Ahora el gobierno británico notificó su decisión no solo de paralizar indefinidamente el funcionamiento de las instalaciones en Lancashire. También advierte a las compañías dedicadas a la extracción de gas que no avalará futuros proyectos de aplicación de la técnica del fracking.
Esta industria venía observando un decaimiento debido a la resistencia de las comunidades locales. Se calcula que en respuesta a ellas, las empresas extractoras de gas han desembolsado hasta la fecha recursos por encima de los 36 millones de euros.
Las asociaciones de ecologistas catalogan que esta ha sido una victoria de la razón y del sentido común. En su momento Rebecca Newson, vocera británica de Greenpeace, expresó: «Era claro desde hace tiempo que la burbuja del fracking propiciada por el gobierno tenía que explotar».
Feeling emotional. Amazing victory for tireless grassroots activists who have been saying no to fracking for literally years ✊🏼 pic.twitter.com/IMCae5AT6N
— Rebecca Newsom (@Rebecca_Newsom) 2 de noviembre de 2019
Por su parte Craig Bennett, de la ONG Amigos de la Tierra, declaró: «La nueva moratoria es una tremenda victoria para las comunidades y para el clima. Después de la larga lucha de David contra Goliath sostenida durante casi una década».
We welcome the moratorium on #fracking in England, but we must now ensure that legislation is passed so that the ban is made permanent. #BanFracking #ClimateEmergency https://t.co/ByP9dtsuF4
— Friends of the Earth 🌍 (@friends_earth) 2 de noviembre de 2019
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