Algunas compañías energéticas y de alimentos apelan a subterfugios diversos para eludir los compromisos climáticos. De allí que los reguladores están agudizando su olfato, a través de normas y mayores requerimientos para descubrir el lavado verde o greenwashing en que están incursas ciertas empresas. Pero esta labor se dificulta en las crecientes inversiones en línea con los principios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).
Los organismos de control financiero están alertando del llamado «lavado verde» a medida que aumenta la popularidad de invertir bajo ese esquema. Es posible que los inversores no obtengan lo que creen que están pagando y sean víctimas de engaños.
Si bien algunos mercados han tenido reglas inequívocas sobre qué afirmaciones ecológicas son aceptables. Por ejemplo, los alimentos «orgánicos», deben cumplir con criterios de etiquetado muy estrictos. En el caso de los fondos ESG la situación es menos clara.
Eso ha permitido que algunos administradores de fondos, ansiosos por obtener efectivo de los inversores, exageren sus credenciales ESG. Ahora, sin embargo, los reguladores financieros están contraatacando, en un tono similar al de los ecologistas piden ordenamiento jurídico eficiente contra el greenwashing de empresas y productos.
Joe Longo, presidente de la Comisión Australiana de Valores e Inversiones (Asic), dijo que su agencia estaba observando de cerca a los administradores de fondos. El lavado verde está “muy en nuestra mira”.
Directivos de empresas señalaron también que tenían que evaluar si las divulgaciones ambientales de sus negocios y las promociones de productos ecológicos reflejaban las prácticas corporativas.
Singapur está investigando la superposición entre la práctica y la promoción. «Esperamos que los administradores de activos ‘hagan lo que dicen’. Y se aseguren de que sus compromisos de sostenibilidad reflejen las capacidades reales sobre el terreno», señaló Tan Keng Heng. Director de la Autoridad Monetaria de ese país.
Lavado verde de las empresas
Otros reguladores están utilizando reglas ya vigentes para atacar a las empresas por lavado verde, reseñó Inside Climate News.
Un borrador de recomendación de la Autoridad de Normas de Publicidad (ASA) del Reino Unido, propuso recientemente una advertencia para HSBC sobre los anuncios que promocionan sus logros ecológicos.
Estos anuncios, que se exhibieron en las paradas de autobús el año pasado, decían que el banco estaba financiando las iniciativas de cero emisiones netas de los clientes. Y plantando muchos árboles para capturar carbono. El borrador de ASA decía que las personas que los vieran concluirían que HSBC estaba haciendo “una contribución ambiental general positiva como empresa”. Mientras que, de hecho, también financia empresas con grandes huellas de carbono.
Algunos organismos de control ya han tomado medidas.
El mes pasado, la Comisión de Bolsa y Valores de EE UU (SEC) demandó a la minera brasileña Vale por supuestamente hacer afirmaciones falsas. Y engañosas antes del colapso fatal de la represa Brumadinho en 2019. Vale, dijo, había engañado a los inversionistas y al público a través de sus divulgaciones de ESG. La compañía está luchando contra la demanda de la SEC en los tribunales.
El caso de Vale puede ser un presagio de más por venir. La SEC estableció un grupo de trabajo en su división de cumplimiento para buscar brechas materiales o declaraciones erróneas en las divulgaciones de riesgos climáticos.
Christina Thomas es ex miembro del personal de la SEC y ahora socia del bufete de abogados Mayer Brown. Este grupo de trabajo «no solo se enfoca en las empresas públicas, sino que también busca asesores de inversión». Tras la denuncia de Vale, “ciertamente está buscando más casos”, agregó.
Todos contra el greenwashing
El presidente de la SEC, Gary Gensler, afirmó que el regulador está trabajando en una regla que requerirá que los fondos con nombres que contengan términos como «verde» o «sostenible» revelen cómo sus inversiones cumplen con esas descripciones.
«Actualmente existe una amplia gama de lo que los administradores de activos podrían querer decir con ciertos términos y qué criterios podrían usar», señaló Gensler. «Es fácil saber si la leche no contiene grasa. Pero ha llegado la hora de que sea más fácil saber si un fondo es realmente lo que dice que es».
Y la SEC no es la única agencia de Washington que se enfoca en el lavado verde este año. El mes pasado, la Comisión Federal de Comercio multó a los minoristas Walmart y Kohl’s. Por supuestamente comercializar docenas de productos textiles de rayón como si estuvieran hechos de bambú. Ambas empresas fueron acusadas por las afirmaciones de que estos textiles de «bambú» se produjeron utilizando procesos ecológicos.
Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, la UE está trabajando en estándares para bonos verdes. Tanto para fomentar la inversión en proyectos sostenibles como para reducir el riesgo de lavado verde. En febrero, la Autoridad Europea de Valores y Mercados (Esma), informó que abordar el lavado verde sería una prioridad para 2022-2024. Este ente desempeñará un papel clave en la supervisión de los bonos.
Desde entonces, la Organización Internacional de Comisiones de Valores, una coalición de ejecutores del mercado de valores con sede en Madrid, incluida la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido, prometió combatir el lavado verde.
“Generar confianza a través de altos estándares de comportamiento es fundamental para que los productos de inversión descritos como sostenibles realmente lo sean”, indicó Rodrigo Buenaventura, director del regulador de valores de España, CNMV.
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