Leo Rubert
La Moncloa publicó a mediados de abril el Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia. Ahí señala las reformas e inversiones que se ejecutarán de aquí a 2023 con los fondos por 70.000 millones de euros de los fondos europeo. El plan ha sido ampliamente criticado y al estudiarlo entendemos el porqué. Encierra una serie de contradicciones e incongruencias que limitarán su impacto y dificultarán su adecuada implementación.
Lo ha cuestionado por sus “contradicciones legislativas, discordancias jurídicas y errores ortográficos”. Sin embargo, en este artículo nos enfocaremos en la distribución de fondos y en cómo refleja un desconocimiento de la materia y una pésima toma de decisiones.
España es uno de los países de la Unión Europea que se verá más afectado por el cambio climático. En los últimos 50 años, la temperatura de sus ciudades ha subido el doble que la media mundial, y dos tercios de su territorio corre peligro de desertificación. El plan de recuperación tiene entre sus objetivos principales impulsar la transición ecológica. Casi el 40% de los 70.000 millones de euros se invertirán en la ‘transición verde’, fundamental para el futuro del planeta.
La producción de gases de efecto invernadero aumenta ininterrumpidamente desde la revolución industrial. Su impacto es devastador en el medioambiente. Altera ciclos climáticos y desequilibra ecosistemas increíblemente delicados e interdependientes con millones de años de antigüedad.
Más desiertos, menos agua y más temporales
España, de por sí afectada por sequías, sufre una cada vez peor escasez de agua. Entre 2016 y 2017 las lluvias se redujeron en un 15%. Además, 2016 fue el año más caluroso de los últimos 137 años.
Extensas sequías y una subida de la temperatura han sido factores críticos para el aumento de incendios forestales (la mayor causa de deforestación en España). El efecto conjunto de los incendios, las altas temperaturas y la escasez de lluvias desertifican del territorio a un ritmo sin precedentes.
Con el aumento de la temperatura sube el nivel del mar y será un fenómeno catastrófico para España. Algunas de las ciudades más pobladas del país (Barcelona, Málaga, A Coruña o Santander) sufrirán devastadoras inundaciones.
Es fundamental que mitiguemos las causas del cambio climático. En España, la industria del transporte se sitúa en primer puesto en la emisión de gases de efecto invernadero (29% del CO2). En ese sentido,13.200 millones del fondo europeo se invertirán en movilidad sostenible de aquí a 2023. Una cifra impactante.
Poco en ciencia y mucho en vehículos contaminantes
No obstante, esta cifra se vuelve un poco absurda al compararla con los 3.380 millones que se van a invertir en ciencia e innovación y los otros 3.165 millones en energías renovables.
La distribución de fondos es ilógica. Una transición hacia el transporte eléctrico y otros medios de movilidad sostenible no supone un ahorro energético ni avance tecnológico real por si sola. Los motores eléctricos son más eficientes a nivel energético, pero actualmente el 57% de la electricidad producida en España la generan fuentes no renovables.
Por lo tanto, los medios de transporte ‘sostenibles’ se siguen recargando con electricidad obtenida a base de la combustión de residuos fósiles. No son realmente sostenibles.
España está por delante de muchos otros países en algunos sistemas de producción energética sostenible. Las empresas españolas controlan el 10,5% de la energía eólica del mundo y desde 2014 España exporta más electricidad eólica que vino.
Como España sufre una de las mayores crisis políticas desde el inicio de la democracia, no pocos sostienen que no es el momento de llevar a cabo la transición energética. Sim embargo, un estudio de la Comisión Europea indica que España sería el país que más empleo crearía si se adapta al cambio climático. Cuenta con la infraestructura y es uno de los países de la Unión Europea más soleados.
Una superpotencia en energía sostenible
Con la tecnología eólica y su enorme capacidad de producción de energía solar, España puede convertirse en una superpotencia energética de aquí a 2030. Con la tasa de desempleo por encima del 16% y el desempleo juvenil rondando el 40%, el gobierno tiene que aprovechar la oportunidad de enfrentar ambas crisis, la económica y la medioambiental, simultáneamente.
Se debe destinar más fondos a los apartados de ‘transición energética’ y ‘ciencia e innovación’ del Plan de Recuperación. De momento, se les otorga menos de un 5% de los fondos, una cuarta parte de la inversión en movilidad sostenible.
Los estudios señalan que la transición energética destruiría 8 millones de puestos de trabajo en España, pero a la vez generaría otros 24 millones (un aumento de empleo neto de 16 millones de puestos de trabajo). Por cada empleo perdido en empresas de energía no renovable, se crearían 4 empleos en la producción de energía renovable (Organización Internacional del Trabajo, 2018).
El desempleo y la crisis climática son los problemas más importantes de España, y la financiación de energías renovables puede constituir la herramienta eficaz para afrontar ambos flancos.
La financiación de energías renovables no solo supondría un avance social y económico, sino que además sería vía de salvación frente a los desastrosos efectos del cambio climático.
Lea también en Cambio16.com: