Por Iñigo Aduriz
13/11/2016
Nadie esperaba que el Brexit triunfara en Reino Unido, pero ganó. Tampoco había analista o experto internacional que augurara un rechazo al primer acuerdo para el proceso de paz de Colombia, pero la mayoría votó en contra. Los sociólogos advierten de que la democracia directa tiene unas características propias que difieren del modelo representativo habitual en la mayoría de los países. Salvando las distancias, porque en este caso no fue un referéndum, las encuestas tampoco acertaron en las elecciones estadounidenses del martes, donde ganó Trump a pesar de que todo el mundo pensaba que iba a vencer Clinton.
1. ¿Qué se auguraba y qué ocurrió al final en las consultas de Reino Unido y Colombia?
Si algo han tenido en común los procesos de referéndum que se han celebrado este año tanto en Reino Unido como en Colombia es que el resultado final ha estado muy alejado de las previsiones que se habían realizado tanto a nivel internacional como a través de las encuestas. En el caso británico, donde el 23 de junio triunfó el Brexit –la salida del país de la Unión Europea– los últimos sondeos daban como clara vencedora a la opción de permanecer en el espacio común. Así lo reflejaba, por ejemplo, la publicada por el Evening Standard un día antes de la votación: apuntaba a que un 52% votaría por permanecer y un 48% por el divorcio. Sin embargo, finalmente el 51,9% de los ciudadanos respaldó el abandono de la UE, mientras únicamente el 48,1% apoyó la opción de quedarse. Se abstuvo el 28%. Aún más flagrante fue en el caso de Colombia. Todas las encuestas realizadas durante el plazo permitido por la legislación electoral del país sudamericano auguraban una victoria del ‘sí’, aunque los porcentajes variaban de una a otra. Los votos favorables se movían en una horquilla de entre el 54% y el 62%, mientras que el ‘no’ estaba entre el 34% y el 38%. Finalmente, el día del referéndum el 50,2% decidió votar en contra del acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC, frente al 49,7% que se decantó por el ‘sí’. La abstención fue de más del 60%.
2. ¿Por qué no se pudo prever lo que iba a suceder?
Los expertos en la materia advierten de que es complicado elaborar una teoría al respecto. Manuel Mostaza, director de operaciones de la empresa de demoscopia Sigma Dos, sostiene que “el referéndum es una práctica que no casa bien con el modelo de democracia representativa” y, por lo tanto, con las pautas habituales de predicción de resultados. Este método de participación directa “chirría”, según él, porque en la mayoría de los países, también en el Reino Unido o en Colombia, los sistemas democráticos “se basan en la representación y confianza en quienes toman las decisiones por los representados”. El problema, añade, “es que existe una crisis de ese modelo y cada vez gana más adeptos la opción de consultar directamente a la ciudadanía”. Pero la dicotomía entre un ‘sí’ y un ‘no’ genera “apelaciones muy emocionales y poco racionales” frente a las virtudes de las democracias representativas, que “atemperan pasiones de la ciudadanía” y moderan las respuestas.
Juan Pablo Ferrándiz, sociólogo e investigador principal de Metroscopia, también destaca que una característica propia de referéndums como los que se han celebrado en Reino Unido y Colombia es que “cuestiones muy complejas se intentan reducir a una única pregunta” y esto hace que para la sociedad resulte “muy complicado” optar por una u otra opción y más difícil aún prever su comportamiento. Como ejemplo cita la campaña del Brexit cuando, según él, se utilizaron “un montón de mentiras” para defender la salida de la UE y por la simplicidad de la pregunta no se pudo hacer “un debate serio”. Es la misma tesis que apuntala Narciso Michavila, sociólogo y presidente de Gad3: “En un mundo cada vez más complejo y plural es muy complicado apostar por soluciones definitivas como las que se plantean en los referéndums”.
3. ¿En qué medida ha resultado determinante la abstención?
Los que suelen estar más movilizados son los contrarios al referéndum, pero lo que suele darse en las encuestas es que triunfa la opción positiva, la del ‘sí”, apunta José Pablo Ferrándiz. Esta teoría se confirma en ambos casos. Los sondeos vaticinaron que, en la consulta británica, a la pregunta: “¿Debe el Reino Unido continuar siendo miembro de la Unión Europea o debe dejar la Unión Europea?”, la opción positiva –continuar siendo miembro de los 28– iba a ser la vencedora, si bien los más movilizados fueron los favorables a dejar el espacio común. Lo mismo ocurrió en Colombia. Las encuestas daban como ganador al ‘sí’ al acuerdo de paz y ganó el ‘no’.
4. ¿Tuvieron influencia las redes sociales?
Los expertos consultados coinciden en que redes como Twitter o Facebook sí resultaron determinantes a la hora de modificar los resultados previstos inicialmente por las encuestas y previsiones. Manuel Mostaza asegura que “las redes sociales tienen trampa porque no generan reflexiones sino pulsiones” a pesar de que pueden presentarse como “una supuesta comunicación directa entre las élites y el pueblo”. José Pablo Ferrándiz insiste en que “las redes sociales tienen mucha importancia sobre todo en una parte del electorado y más con la aparición de los nuevos partidos políticos. La decisión del voto se acerca cada vez más al día de la votación porque la gente se quiere informar más hasta el último momento. En la misma línea, Narciso Michavila recalca que “las redes sociales y los nuevos medios hacen que el voto se decida más tarde” y que por eso sea complicado vaticinar una tendencia u otra a través de los métodos tradicionales. No obstante también apunta otra premisa para explicar lo que ha sucedido en Reino Unido y Colombia, pero también en otras elecciones: “El elector ha perdido el miedo. Hemos dado por hecho que los ciudadanos siempre van a votar a favor del statu quo y eso ya no es así. Hay partidos que antes daban miedo y ahora no. Y un ejemplo paradigmático es el caso de Donald Trump”, concluye.
5. ¿Son los resultados un castigo a los gobernantes de cada uno de los países?
El propio Ferrándiz apunta a que los referéndums sí pueden convertirse en “evaluaciones de los gobiernos que los convocan”. Por eso considera “clave” la fecha de la votación. “Zapatero lo hizo muy bien aprovechando el tirón de su victoria, en 2004, al plantear la consulta sobre la Constitución Europea apenas un año después de las generales”. Y es que, según señala, este tipo de consultas sí se suelen “aprovechar” para “castigar” a los ejecutivos de turno. Narciso Michavila agrega que, además, los resultados siempre tienen una lectura local. “Al final el colombiano votó como colombiano. No fueron a responder la pregunta que se les planteaba, sino que el que estaba a favor del Gobierno votó por la opción que defendía el Ejecutivo y el que estaba en contra se manifestó también frente al equipo del presidente Juan Manuel Santos”. Lo mismo ocurrió, según él, en el Reino Unido, donde “la gente votó lo que dijo su partido”, sin tener muy en cuenta las consecuencias de su acción.