Los animales no son únicamente recursos para la alimentación y subsistencia de la sociedad, también son actores esenciales en la sostenibilidad y el bienestar del planeta
La relación entre humanos y animales está evolucionando ante los cambios globales y la inseguridad alimentaria. El concepto de capital animal ofrece una nueva forma de entender esta conexión. El enfoque no solo considera a los animales como recursos, sino también como actores clave en la sostenibilidad y el bienestar humano.
Los animales ocupan un espacio central, material y simbólico en la vida de los seres humanos. Su influencia va desde la agricultura, la ganadería y la alimentación al ocio y el entretenimiento, la investigación científica y médica, el vestido, la compañía en el hogar o la familia, la seguridad y defensa (usos en los ejércitos y la policía), la observación de su comportamiento en la naturaleza (directa o a través del cine, documentales e Internet), en la religión, el arte, la literatura y el lenguaje.
La inversión en la conservación y el bienestar animal puede generar beneficios económicos a largo plazo. Por ejemplo, el turismo basado en la vida silvestre puede ser una fuente significativa de ingresos para las comunidades locales. Países con ricos ecosistemas y biodiversidad, como Kenia y Costa Rica, han desarrollado industrias turísticas prósperas centradas en la observación de animales en sus hábitats naturales.
Las prácticas agrícolas sostenibles que incluyen el bienestar animal también pueden apoyar las economías locales. Al adoptar métodos de cría que mejoren la salud y el bienestar de los animales, los agricultores pueden aumentar la productividad y reducir los costos a largo plazo. Esto no solo mejora la rentabilidad, sino que también promueve la sostenibilidad y la resiliencia de las comunidades agrícolas.
Interés interdisciplinario
En las últimas décadas ha habido una transformación de numerosas disciplinas dedicadas al estudio de la biología, la salud y bienestar, la psicología y el comportamiento de los animales. Abarcan campos clásicos como la veterinaria, pero también la etología, la epidemiología, la cognición y la comunicación animal.
La ecología y la biología de la conservación, desde su constitución, han tenido como uno de los objetos formales de investigación a los animales en sus ecosistemas. A esas áreas de investigación se han sumado estudios humanísticos y sociales, desde la filosofía y la ética a la historia, la antropología y la sociología, la geografía, el derecho y más recientemente el campo dedicado al análisis de la interacción entre seres humanos-animales.
Y es que el capital animal cada vez cobra mayo importancia. Puede contribuir de manera decidida a la resiliencia económica en tiempos de crisis globales como los actuales. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19 se destacó la importancia de sistemas alimentarios locales y sostenibles para la humanidad. Los animales criados en condiciones éticas y sostenibles proporcionaron una fuente de alimentos más confiable y segura, lo que ayudó a comunidades a enfrentar las interrupciones en las cadenas de suministro.
Además, la inversión en capital animal puede atraer fondos y apoyo de organizaciones internacionales y gobiernos. Programas que promueven el bienestar animal y la conservación de la biodiversidad a menudo reciben financiamiento de donantes y agencias de desarrollo. Con esas ayudas se puede impulsar las economías locales y apoyar el desarrollo sostenible.
Todos son vitales
Los seres humanos dependen de 50.000 especies, pero limitan su interacción a unas pocas. La conducta desestabiliza los ecosistemas y aumenta los riesgos como la inseguridad alimentaria y las pandemias. La meta es reconocer que el capital animal tiene cuatro componentes: material, natural, social y cultural, que pueden impulsar una mejor inversión en biodiversidad. Y contribuir a lograr los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas y asegurando la supervivencia tanto humana como animal.
Cundo se habla del capital material animal se refiere a los recursos tangibles que los animales proporcionan, como alimentos, fibras y otros productos. En tiempos de inseguridad alimentaria, su gestión eficiente es una obligación.
Los animales no solo son fuente de alimento, sino también actores esenciales para la vida diaria. La sostenibilidad de los recursos es necesaria para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo.
La gestión debe considerar el bienestar de los animales. Prácticas como la cría intensiva pueden proporcionar mayores rendimientos a corto plazo, pero a menudo a costa de la salud del animal.
En cambio, enfoques más sostenibles y éticos no solo benefician a los animales, sino también a los humanos, al asegurar la disponibilidad continua de estos recursos.
El peso de lo social
El capital social animal abarca los beneficios emocionales y sociales que los animales aportan a los humanos. La convivencia con animales puede mejorar la salud mental y emocional, reducir el estrés y fomentar un sentido de comunidad. En un mundo cada vez más aislado, la presencia de animales puede fortalecer los lazos sociales y proporcionar un sentido de pertenencia y apoyo emocional.
La interacción con animales puede tener efectos terapéuticos, especialmente para personas que enfrentan problemas emocionales o de salud mental. Programas de terapia asistida con animales han demostrado ser efectivos en la reducción de síntomas de depresión, ansiedad y estrés postraumático. Estos beneficios subrayan la importancia de los animales en el bienestar humano, más allá de su valor económico.
Brindar refugio, alimento y atención médica a las mascotas o animales de granja crea una relación mutuamente beneficiosa, donde tanto los humanos como los animales obtienen beneficios físicos y emocionales de sus vínculos sociales, todo como parte de un mundo más sostenible.
La vida natural como prioridad
El capital natural animal aborda los servicios ecosistémicos que los animales proporcionan, como la polinización, la dispersión de semillas y la regulación de plagas. Estos servicios son esenciales para la salud de los ecosistemas y la producción de alimentos. La conservación de la biodiversidad y la protección de los hábitats naturales son fundamentales para mantener estos servicios.
La polinización es un ejemplo clave de capital natural animal. Sin la ayuda de polinizadores como las abejas, muchas plantas no podrían reproducirse, lo que afectaría la producción de alimentos y la biodiversidad. La pérdida de polinizadores debido al uso de pesticidas y la destrucción de hábitats representa una amenaza significativa para la seguridad alimentaria global.
La salvaguarda del capital natural de los animales permite combatir la degradación ambiental y garantizar un futuro sostenible para toda la vida. La biodiversidad crea la resiliencia climática y la seguridad alimentaria al limitar la expansión de las especies invasoras. La diversidad de especies mitiga problemas como los flujos biogeoquímicos, los cambios en el agua dulce y la acidificación de los océanos.
Ayuda invaluable a la cultura
El capital cultural animal está vinculado con la influencia cultural y simbólica que los animales tienen en la sociedad. Los animales han sido parte integral de las culturas humanas desde tiempos antiguos, apareciendo en mitos, leyendas y arte. En la actualidad, los animales continúan desempeñando un papel importante en la identidad cultural y en la educación, promoviendo una mayor comprensión y aprecio por la naturaleza.
La observación animal revela comportamientos esenciales, desde la alimentación instintiva hasta el empleo de plantas con fines medicinales basados en el conocimiento ancestral. Aprender de los animales, como lo han hecho los pueblos indígenas durante generaciones, puede inspirar prácticas alimentarias sostenibles.
Las representaciones de animales en el arte y la literatura reflejan su importancia simbólica y espiritual en diversas culturas. Por ejemplo, en muchas mitologías, los animales son vistos como mensajeros de los dioses o símbolos de poder y sabiduría. Estas representaciones culturales fortalecen la conexión emocional entre humanos y animales, e influyen en cómo los tratamos y valoramos.
Innovaciones tecnológicas y el bienestar animal
Las innovaciones están transformando la gestión y el cuidado de los animales. La tecnología de sensores y el internet de las cosas en la agricultura permiten a los productores del campo monitorear la salud y el bienestar de sus animales en tiempo real.
Sensores que detectan cambios en la temperatura corporal, el movimiento y el comportamiento pueden alertar a los agricultores sobre problemas de salud antes de que se conviertan en serios.
La inteligencia artificial y la big data también están revolucionando todo lo que tiene que ver con bienestar animal. Algoritmos avanzados pueden analizar grandes cantidades de datos para identificar patrones y predecir problemas de salud.
Es una manera eficaz de optimizar el manejo y el cuidado de los animales. Estas tecnologías más humanas ayudan a los agricultores a tomar decisiones informadas y a mejorar la eficiencia y la sostenibilidad de sus operaciones en beneficio de los animales.
La política y la legislación son fundamentales para proteger y promover el capital animal para una sociedad más humana y sustentable. Las leyes contra la crueldad animal establecen normas mínimas para el tratamiento de los animales y sancionan el maltrato. Estas leyes ayudan a garantizar el bienestar de los animales en todas las industrias, desde la agricultura hasta el entretenimiento y la investigación científica.
La regulación sobre la gestión sostenible de los recursos naturales debe tenerse presente. Políticas que promueven prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles pueden ayudar a preservar la biodiversidad y garantizar el bienestar de los animales. Esto incluye la rotación de cultivos, el manejo adecuado de pastizales y la reducción del uso de pesticidas y fertilizantes químicos.
Acciones de protección
Los intereses en las interacciones entre humanos y animales son dinámicos y dependen del contexto y las metas de sustentabilidad. Las políticas que tienen en cuenta estos intereses incluyen regulaciones específicas para el bienestar animal, un tratamiento ético en las industrias de animales y una conservación específica para cada especie.
Proteger el capital animal requiere de acciones sociales esenciales como hacer cumplir o establecer medidas legales sólidas para salvaguardar a los animales, protegiendo su bienestar y su valor intrínseco, tanto como especies como individuos. También se tiene que preservar los comportamientos, las culturas y los idiomas de los animales. Los comportamientos, las culturas y los idiomas únicos de los animales contribuyen a la educación humana, la innovación, la conservación de las especies y la sostenibilidad de los ecosistemas. Los esfuerzos para preservar y respetar estos aspectos del capital animal promueven una comprensión más profunda de sus funciones.
Es vital desarrollar políticas que prioricen el bienestar animal y las prácticas sostenibles. Esto incluye reducir la explotación animal y, al mismo tiempo, garantizar la producción de alimentos y el uso de los recursos de manera sostenible. Unir a científicos, profesionales y ciudadanos para promover prácticas sostenibles, proteger los hábitats de los animales y generar conciencia sobre la importancia del capital animal para lograr la estabilidad ecológica y social a largo plazo.