Reconvertir Santa Sofía en mezquita unió al mundo en contra del presidente turco. De un plumazo, Recep Tayyip Erdogan le eliminó su condición de museo y símbolo de convivencia entre religiones. La puso al servicio de intereses partidistas y geopolíticos, de acuerdo con los más críticos.
Líderes espirituales, gobiernos e instituciones han expresado su pesar por Santa Sofía, uno de los más grandiosos monumentos de la humanidad. Testigo y reflejo “de profundos cambios en un lugar del mundo que durante más de 2.500 años ha sido el punto de encuentro entre el Este y el Oeste”, reseñó el portal de la BBC.
«Santa Sofía tiene un importante valor simbólico, histórico y universal», dijo en una declaración la Unesco, que en 1985 la declaró patrimonio de la humanidad.
Inaugurada en el año 537 por el emperador cristiano Justiniano, Santa Sofía fue durante más de 1.000 años el templo más grande de la Cristiandad. Con la toma de Constantinopla y la caída del Imperio bizantino en 1453, los otomanos usaron la basílica como mezquita. En 1934, el fundador del Estado turco moderno, Kemal Ataturk, firmó un decreto que la convirtió en museo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), al transmitir su preocupación, recordó que su pertenencia al patrimonio de la humanidad responde a su condición de museo de Santa Sofía.
La Unesco «lamentó profundamente” que la decisión de las autoridades turcas de modificar el estatus de Santa Sofía “se adoptara sin diálogo previo”. “Cualquier modificación del espacio exige una notificación previa del Estado a la Unesco y, en caso necesario, un examen del Comité”, declaró el organismo.
Santa Sofía, un monumento de la humanidad
«El mar me lleva un poco lejos el pensamiento, a Estambul. Pienso en Santa Sofía y estoy muy afligido»; dijo este domingo el papa Francisco, uniendo su pesar al de los jefes de otras iglesias.
La Iglesia rusa también se pronunció. «Estoy convencido de que la orden de Erdogan tendrá repercusiones negativas para la paz interreligiosa y el entendimiento entre los pueblos, incluidos los de Rusia y Turquía», dijo el portavoz, Nikolái Balashov, citado por la agencia Interfax.
Por su parte, el arzobispo de Atenas y toda Grecia, Jerónimo II, dijo que reconvertir Santa Sofía en mezquita es un insulto al cristianismo y a la humanidad civilizada. “La transformación de la religión en un instrumento para alcanzar fines del partido, geopolíticos y geoestratégicos solo caracteriza a quien lo intenta”, añadió.
Asimismo, la portavoz del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, sumó la voz de Estados Unidos. ”Entendemos que el gobierno turco sigue comprometido en mantener el acceso a Santa Sofía a todos los visitantes. Deseamos oír sus planes para continuar la administración de Santa Sofía con el fin de garantizar que sigue accesible para todos», insistió.
Las tensas relaciones entre Grecia y Turquía
Las críticas más duras vinieron de Grecia, país que mantiene una tensa relación con Turquía. La ministra de Cultura, Lina Mendoni, afirmó que la decisión constituye “una provocación a aquellos que reconocen el único valor y la ecuménica naturaleza del monumento”. «Santa Sofía sigue siendo un monumento de toda la Humanidad al margen de la religión”, dijo. Añadió que con esta medida Erdogan ha aislado a Turquía “culturalmente hablando”.
De momento se desconoce el impacto cultural y económico de la medida de reconvertir Santa Sofía en mezquita tomada el viernes por Erdogan. El monumento es una de las principales atracciones turísticas de Estambul, con 3,8 millones de visitantes en 2019.
Erdogan anunció que la primera oración musulmana en Santa Sofía la celebrarán el 24 de julio.
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