Con la vuelta a la supuesta normalidad todo el país se enfrenta a numerosas incógnitas sobre cómo afrontar la puesta en marcha de toda nuestra maquinaria económica. La parálisis de estos tres meses provocada por la COVID-19 ha mostrado nuestras debilidades no solamente en el sector sanitario, sino también en numerosos sectores económicos que todavía no habían salido de la crisis anterior y se enfrentan hoy a su propia supervivencia. No va a ser nada fácil y las incertidumbres que nos acechan dificultarán la recuperación y la reconstrucción que todos deseamos.
En esta inmensa tarea que nos espera, siempre y cuando seamos capaces de controlar el virus y de redistribuir eficazmente las ayudas que nos van a llover de Europa, va a ser primordial y fundamental buscar y encontrar el mayor marco de consenso político.
Si la pandemia, en vez de unir, ha provocado la desunión, la fractura y un constante rifirrafe entre las distintas fuerzas políticas, la recuperación y la reconstrucción de nuestra economía pasa inexorablemente por el acuerdo, el pacto y el compromiso que supere cualquier interés político.
Al gobierno de Pedro Sánchez le corresponde tender la mano y buscar los aliados necesarios para encarrilar la nueva situación. Como jefe de máquinas, Sánchez va a tener que elaborar unos presupuestos que cuenten con la colaboración y apoyo de una solida mayoría parlamentaria.
La exigua mayoría con que cuentan los socialistas no es suficiente, sobre todo cuando uno de sus socios –ERC–, prioriza sus intereses en Cataluña más que dar estabilidad al gobierno de coalición.
Es por eso que Cs ha virado de rumbo y se propone negociar con la Moncloa mostrando por lo menos una imagen de cooperación. La actitud del partido naranja de Inés Arrimada abre una puerta que Pedro Sánchez no va a desaprovechar si le fallan los republicanos catalanes.
Nada será fácil y habrá que esperar los próximos acontecimientos, pero el movimiento de Ciudadanos ha incomodado al PP, que deberá mostrar, después de las elecciones en Galicia y Euskadi, si opta y persiste por una oposición frontal o se decide por fin a colaborar.
No son tiempos de estrategia y de cálculos políticos. Son tiempos de arrimar el hombro, de levantar el país y de apostar también por reforzar un nuevo modelo económico que incluya la digitalización y la lucha contra el cambio climático.
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