A la hora que parece que hemos controlado la pandemia y que abrimos nuestras fronteras nacionales e internacionales, nos enfrentamos a dos retos de los que va a depender nuestro futuro.
El primero es evitar y controlar cualquier nuevo brote de la COVID-19. Rebrotes que se van a reproducir inevitablemente con la llegada del verano y millones de personas que se van a mover por todo el país.
El segundo es acordar, y decimos acordar, un amplio plan económico y social para la recuperación y reconstrucción de toda nuestra economía.
Sin embargo, más que nunca se necesitan consensos amplios, que sean apoyados por todos los sectores y agentes sociales del país.
Es sorprendente y hasta alentador constatar que hay más voluntad de acuerdo y deseos de pacto entre la patronal y los sindicatos que en la propia clase política.
Este diálogo social, esencial y fundamental para la recuperación económica, discrepa con la batalla campal en política, en la cual se comprueba que hay partidos más proclives a obstaculizar cualquier consenso que a aportar soluciones y propuestas para salir de esta crisis.
Acuerdos y consensos
Tampoco se puede aceptar bajo ningún concepto la deslealtad del PP que, como hemos sabido esta semana, condiciona las ayudas que tienen que llegar de Europa.
Estas ayudas de la UE van a ser imprescindibles y todavía no están adquiridas.
Es por eso que tenemos que presentar la máxima unión de cara a nuestros socios europeos. Lo contrario nos perjudicaría a todos.
No estamos para rabietas y pataleos políticos. Hay que salir de las trincheras, de la crispación y de la descalificación. Solo basta mirar las encuestas que nos revelan que el 80% pide acuerdos y consensos para afrontar una crisis que ha paralizado al mundo entero.
En las próximas semanas y meses vamos a constatar todas las consecuencias y efectos que va a dejar esta terrible pandemia.
O somos capaces entre todos de levantarnos de los escombros que ha dejado o vamos directos al desastre. Cada uno y cada cual deberán asumir su responsabilidad. Y hay que empezar urgentemente por la desescalada verbal.
No hay más opciones ni más caminos que el de la reconstrucción con amplios consensos o el de la política de tierra quemada. Los que elijan el segundo quedarán en evidencia y retratados.
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