Christiane Oelrich (dpa)
A orillas del río Ciliwung, cerca de la capital de Indonesia, se amontonan recipientes viejos de yogur y de sopa, envases de bebidas, tubos de pasta dentífrica y bolsas de plástico vacías. Es una de las consecuencias del negocio de los residuos plásticos. Si bien la industria habla de una materia prima valiosa y muchos países exportan los plásticos para ser reciclados, una gran parte de acaba, como aquí en Yakarta, en ríos o playas. Sobre todo de los países en vías de desarrollo.
En respuesta a las fuertes protestas públicas, desde enero de 2021 el “Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación”, prohíbe a los estados miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y a la Unión Europea la exportación de residuos no reciclables y desechos peligrosos. La resolución establece que las empresas de la UE solo pueden exportar residuos de plástico limpios y bien clasificados para su reciclaje.
A partir del 1 de junio, la tercera compañía naviera de contenedores del mundo, la francesa CMA CGM, dejó de transportar residuos de plástico. Sin embargo, la medida impulsada por la empresa francesa no parece ser el principio del fin del negocio. La naviera alemana Hapag-Lloyd, la quinta mayor empresa de contenedores del mundo, destaca la importancia que le asigna a la protección de los recursos y a la economía circular, pero al mismo tiempo manifiesta su preocupación por la industria del reciclaje de plásticos. «No tenemos intención de interrumpir este tipo de transporte por el momento”, señala una portavoz.
El líder del sector, la naviera suiza MSC, considera que los residuos de plástico son una carga legítima, en tanto que la danesa Maersk, la segunda mayor transportista marítima, se plantearía como mucho una solución que comprometa a todo el sector. El experto en residuos plásticos de la organización ecologista Greenpeace, Manfred Santen, califica la práctica como colonialismo de los residuos. ”¿Queremos enviar nuestra basura a los países en desarrollo y decirles que hagan algo con ella? No nos parece bien”, declaró.
Yuyun Ismawati, de la fundación medioambiental Nexus3, afirma que en Indonesia los residuos de plástico suelen llegar mezclados con los de papel. Como la industria local del reciclaje necesita papel, acepta el plástico que lo acompaña.
Muhammad Kholid Basyaiban, del grupo ecologista Ecoton, detalla que los contenedores de papel suelen incluir un 40 por ciento de plástico y otros residuos. ”La gente busca y vende los materiales potables a los recicladores de plástico. A veces ganan más de 30 euros (32 dólares) diarios”, señala el ambientalista.
En tanto, los desechos que no se pueden reciclar, en parte pueden secarse y se utilizan en las fábricas para la calefacción. Sin embargo, durante este proceso se liberan sustancias tóxicas para el medio ambiente, entre ellas dioxina. En 2019, Nexus3 y Ecoton informaron que los huevos de gallinas criadas libremente cerca de esas fábricas presentan un alto contenido de dioxinas.
Los más de 180 Estados signatarios del Convenio de Basilea tienen previsto hacer este mes un balance sobre el cumplimiento de las normas de exportación más estrictas. En el caso de Alemania, las exportaciones de residuos plásticos están disminuyendo.
Al respecto, la Asociación Federal de la Industria Alemana de Gestión de Residuos, Agua y Materias Primas informó que el año pasado se exportaron 766.000 toneladas. Si bien la cifra fue más alta de la estimada a principios de año (697.000 toneladas), el BDE aclaró que el nivel de exportación fue históricamente bajo.
El portavoz del BDE, Bernhard Schodrowski, opina que la disminución se debe en parte a la pandemia de coronavirus. De todos modos, la tendencia es ligeramente descendente desde hace unos años.
Asimismo, aclaró que Indonesia apenas es un destino para los residuos alemanes, y especificó que la mayor parte va a parar a los Países Bajos y a Turquía.
”El comercio mundial se nutre del intercambio internacional de mercancías. Esto también se aplica a los residuos, porque como materia prima de reciclaje es una mercancía”, señala el experto, que considera que el plástico es una materia prima valiosa.
La asociación está convencida de que la mayoría de las exportaciones se clasifican y procesan adecuadamente en los países de destino. “Los traslados ilegales de residuos deben ser, por supuesto, rigurosamente perseguidos”, afirma Schodrowski.
Por su parte, el ecologista Jim Puckett, director ejecutivo de la organización Basel Action Network, sostiene que los residuos plásticos de los hogares difícilmente pueden clasificarse de un modo adecuado para una exportación legal. Puckett tampoco considera que el plástico sea una materia prima valiosa, ya que se compone de innumerables polímeros diferentes y aditivos perjudiciales para el medio ambiente. Añade que el plástico se vuelve muy débil cuando se recicla y que solo sobrevive uno o dos ciclos. Los nuevos productos siempre necesitan una gran cantidad de plástico fresco.
”Solo hay una cosa que ayuda: usar menos plástico. Es como una inundación en el baño. Lo primero que hay que hacer es cerrar el grifo”, subraya el ambientalista. Y, hasta que eso ocurra, según Santen de Greenpeace, cada país debe encargarse de sus propios residuos.
”Alemania se enorgullece de tener todo tipo de cuestiones técnicas bajo control, por lo que también debería ser capaz de reciclar la basura que se acumula en su país”, destaca el experto en residuos tóxicos.