La rebeldía generacional es una constante. No hay que tener hijos para saberlo. Ha sido parte del desarrollo humano. Todo adolescente es rebelde por naturaleza. Todo joven se siente en la obligación de cuestionar a la generación que le precede. Pero la actitud de la Generación Z resulta particularmente irritante y amenazadora. Hay una percepción generalizada entre quienes les preceden de que el objetivo existencial de los zoomers es odiar todo.
La Generación Z o los “zoomers” son un grupo demográfico que está navegando por la vida de una manera que resulta intrigante para las otras generaciones con las cuales les toca compartir el mundo. Su enfoque de la vida, aunque a veces controvertido, es un reflejo de los tiempos cambiantes en los que viven.
Los zoomers, nacidos entre mediados de los años noventa y mediados de la primera década del siglo XXI, están emergiendo y haciéndose notar. La Generación Z es indiscutiblemente un grupo etario hiperconectado. Las redes sociales e Internet han sido herramientas fundamentales para estos “hijos de la era digital”, permitiéndoles establecer conexiones y expresar sus opiniones durante tiempos difíciles. Estas plataformas digitales han servido como un amplificador para su ira y frustración.
La huella de la crisis
Según Gabriela Ramos, subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO, la juventud es un período de desafíos y la pandemia los exacerbó. Dificultando la finalización de los estudios, la búsqueda de empleo y vivienda, y alterando la vida social de los jóvenes.
La crisis sanitaria impactó profundamente la educación. De acuerdo a las cifras de la Unesco un 75% de los estudiantes de 8 a 19 años resultó afectado por el cierre de escuelas. El 13% estuvo completamente privado de educación debido a la imposibilidad de la educación a distancia. Además, el financiamiento de la educación se redujo, y es probable que las desigualdades persistan en los próximos años. El desempleo juvenil también aumentó, afecta al 8,7%.
La salud mental de los jóvenes también se vio afectada. Un 75% de los jóvenes adultos en Estados Unidos muestran síntomas de problemas psicológicos. El 25% admite haber aumentado su consumo de drogas o medicamentos para enfrentar el estrés de la pandemia. Otro 25% ha considerado el suicidio.
Rebeldía generacional
Peachy Keenan, colaboradora de American Mind, es la autora del libro «Domestic Extremist: A Practical Guide to Winning the Culture War» (Extremistas domésticos: Una guía práctica para ganar la guerra cultural). Argumenta que la rebeldía juvenil es un fenómeno común y posiblemente un mecanismo de defensa evolutivo. Cada generación, dice, ha manifestado esta rebeldía de una manera única. Los millennials, por ejemplo, postergaron la adultez tanto como fue posible. “Adoptando estilos de vida y modas infantiles incluso en la adultez. Se vistieron con ropa que recordaba a la de los niños pequeños, consumieron alimentos infantiles y canalizaron sus instintos maternales hacia sus mascotas”, apunta como ejemplo.
Los adultos de la Generación X se rebelaron a través de la música grunge, la conducción temeraria y la asistencia a fiestas rave. Sin embargo, esta rebelión pasó desapercibida para muchos, ya que los padres de la generación del baby boom no estaban tan atentos a las actividades de sus hijos.
La rebelión a través del sexo, las drogas y el rock n’ roll ha sido una constante en la experiencia adolescente estadounidense desde que los hippies del baby boom la popularizaron. Los liberales de hoy, aunque envejecidos, todavía se identifican como “radicales” y se aferran a cualquier cosa que se perciba como “rebelde”, ya que esto se asocia con la juventud. “Incluso piensan que una pegatina de “Dump Trump” en su coche eléctrico los hace parecer jóvenes y relevantes. ¡Y es más barato que el Botox!”, puntualiza Keenan.
“Pero gracias en gran parte a las redes sociales, las rebeliones de moda de la semana han reemplazado a las posturas políticas reflexivas, e incluso a las posturas políticas retrasadas. Como la abolición de las bombillas para salvar el planeta”. Peachy Keenan
Generación mimada
Para Peachy Keenan los “zoomers”, son un grupo demográfico que ha crecido en una era de calificaciones infladas, trofeos por participación y aprendizaje socioemocional. Considera que a pesar de ser “la generación más mimada e intelectualmente atrofiada en la historia de la humanidad, están muy enojados y decepcionados con la vida”.
Han adoptado diversas formas de protesta y expresión, algunas de las cuales han sido controvertidas. Keenan cita como un ejemplo que han convertido el terrorismo islámico en una tendencia popular en TikTok. Participan en acciones como saqueos, bloqueos de tráfico y desfiguración de estatuas históricas.
El famoso grito de “¡Cómo te atreves!” de Greta Thunberg ha resonado profundamente en la generación Z. Lo utilizan como un grito de guerra mientras participan en diversas formas de protesta. Desde la profanación de estatuas hasta la protesta contra las decisiones de la Corte Suprema.
«¡Cómo te atreves!», gritan, mientras la Corte Suprema devuelve el derecho al aborto a los estados, y vierten cubos de sangre de oveja sobre sus propias cabezas. «¡Cómo te atreves!», corean, mientras los judíos cometen el imperdonable crimen de existir siendo judíos´”.
Marinados en su odio
Incluso las celebridades liberales han notado el comportamiento de los zoomers. Jodie Foster, acaba de ser cancelada por decirle a Variety lo que realmente siente. Expresó su frustración por su actitud en el lugar de trabajo, criticando su falta de puntualidad y su desprecio por la corrección gramatical.
«Son realmente molestos, especialmente en el lugar de trabajo. Dicen: ‘No, hoy no lo siento, voy a entrar a las 10:30 de la mañana’. O, por ejemplo, en los correos electrónicos, les diré que todo esto es gramaticalmente incorrecto, ¿no revisaste tu ortografía? Y dicen: ‘¿Por qué haría eso, no es un poco limitante?’”. Jodie Foster
Según Peachy Keenan, los “zoomers” o Generación Z, parecen estar inmersos en una ola de resentimiento. Manifiestan un fuerte rechazo hacia Estados Unidos e Israel. Según una encuesta de Harvard/Harris, el 67% de los jóvenes de 18 a 24 años consideran que “los judíos como clase son opresores y deben ser tratados como tales”.
Este rechazo no se limita a los judíos. También expresan aversión hacia los blancos, los ricos (con la excepción de figuras populares como la Sra. Swift), los bebés no nacidos, los ancianos, las familias, el matrimonio, los propietarios de viviendas, los cristianos y las personas atractivas. “Incluso parecen tener un profundo descontento consigo mismos. Como se evidencia en acciones como bloquear autopistas en vísperas de Navidad para impedir que las personas lleguen a sus hogares”, comenta la colaboradora de American Mind.
Identidad rebelde
La rebeldía de los zoomers va más allá de un simple acto de exuberancia juvenil. Se ha convertido en su identidad y en una elección de estilo de vida permanente. Optan por medidas drásticas como someterse a vasectomías, rechazar el matrimonio como un vestigio del patriarcado y marcar sus cuerpos con tatuajes ofensivos y piercings faciales. Lo que les impide reintegrarse a una vida más tradicional en el futuro.
Además, están negando a sus padres la posibilidad de tener nietos. Alegan estar preocupados por la extinción de la humanidad debido al cambio climático, por lo que han decidido que sus propias líneas familiares se extingan primero. Esta es una visión sombría de una generación que está navegando por un mundo complejo y en constante cambio.
Según Peachy Keenan, la ira y la rabia que manifiestan los “zoomers”, podrían ser interpretadas como un grito de ayuda dirigido a sus padres. Sugiere que los padres liberales y ausentes podrían haber contribuido a criar una generación que creció para resentirse con ellos y con todo lo demás.
Menos liberales
Un estudio reciente de Gallup, resumido por Kurt Mahlburg, indica que los adolescentes con padres ‘muy conservadores’ tienen entre un 16 y un 17% más de probabilidades de tener una salud mental buena o excelente en comparación con los adolescentes con padres liberales.
Para Keenan contrario a un paradigma secular que ve cualquier límite como privador de libertad a los jóvenes, los datos muestran que la disciplina resulta en jóvenes mucho más libres y significativamente menos agobiados por las altas tasas de depresión y ansiedad que agobian a sus compañeros.
Keenan argumenta que la única forma en que podemos salvar a nuestras familias, a nosotros mismos y al mundo, “¡incluso a California!”, es abrazando a nuestros “extremistas domésticos” y descartando las “nociones fallidas del feminismo de la tercera ola y las tonterías de la política de identidad”. Propone un enfoque más disciplinado y conservador para criar a la próxima generación. Una cuyo objetivo no sea odiar todo