El fútbol es mucho más que los esquemas que la prensa deportiva promueve como verdades incontestables. Al fin y al cabo, este es un juego en el que dos equipos se enfrentan por la disposición de un balón, y cuya meta es anotar un gol más que el adversario. Como todo deporte dinámico, es decir, que es de constante movimiento, limitarlo a 4-3-3, 4-4-2 y demás numeraciones telefónicas es, cuando menos, atrevido.
Al ser protagonizado por seres humanos, este juego se convierte en una lucha constante entre la incertidumbre y lo que creemos conocer. Ahí está el caso del Real Madrid, y su primera temporada sin Cristiano Ronaldo, como ejemplo de esto que se plantea. Y es que más que buscar a alguien que aporte los casi cincuenta goles por año que ofrecía el portugués, el objetivo sería hacer aún más fuerte la propuesta colectiva.
Año I después de Cristiano
Podría afirmarse que su nuevo entrenador, Julen Lopetegui, está obligado a darle continuidad a los éxitos que logró la casa blanca bajo la tutela de Zinedine Zidane, su predecesor en el cargo. Sin embargo, para Lopetegui el objetivo inmediato es lograr que su equipo compita y supere a su versión anterior. Dicho de otro modo: que el Real Madrid sea el equipo de todos y no de un solo futbolista.
Este será un proceso largo, doloroso y que no tiene fecha exacta para su consecución, pero que debe afrontarse como lo que realmente es: una necesidad vital, de primer orden. Si desea evolucionar y seguir compitiendo, el club blanco debe adoptar nuevas respuestas a las exigencias de los partidos de fútbol. La ausencia definitiva de CR7 obliga a Lopetegui y a sus dirigidos a desarrollar nuevas y distintas fórmulas de ataque: sin el portugués, abarrotar el área rival de centros debe ser una opción, no “la opción”.
En sus dos primeras presentaciones, los merengues enseñaron el abanico de virtudes que les han hecho ganadores de las tres últimas ediciones de la UEFA Champions League. Desde la tranquilidad que infunde Keylor Navas, pasando por la incontestable capacidad de Toni Kross de hacer que todo fluya, hasta la clase e inteligencia de Karim Benzema. Todo eso está intacto, de la misma manera que sus lagunas y sus desconexiones.
En ambos partidos, el conjunto blanco reincidió en sus viejos vicios. Por momentos perdió la concentración y ello le dio pie al rival a crecer y atacar el área merengue. La gran diferencia estuvo en la potencia de los rivales: el Atleti los batió en la Supercopa de Europa, mientras que el Getafe fue incapaz de hacer gran cosa.
Otro ítem con el que seguramente está lidiando Lopetegui, es la exagerada tendencia a terminar las acciones ofensivas en centros al área. Sin Cristiano, y con Gareth Bale y Benzema como futbolistas que aparecen en el área más que estar en ella, el equipo debe sumar mayores variantes ofensivas, sin dejar de lado los envíos desde las bandas como recurso principal.
Todo esto que aquí se describe no lo mejoran los posibles fichajes. Este es el trabajo del entrenador, que pasa primero por convencer a sus futbolistas del plan, y que necesita de las victorias para afianzarse; nada genera más dudas en la autoridad de un conductor que los malos resultados, por ello, el triunfo en la primera jornada era tan importante para el entrenador guipuzcoano.
El año I d.C (después de Cristiano) promete ser cuando menos un año muy rico para observar. No prestar atención a semejante proceso y quedarse únicamente con los resultados sería como ir al Museo del Louvre sólo para fotografiar a la Mona Lisa, obviando todas las maravillas que acompañan a la obra de Leonardo.
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