Por Cambio16
13/11/2017
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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está convencido de que «los separatistas pierden apoyo» en Cataluña y de que tras las elecciones autonómicas del 21 de diciembre «llegará la calma» y se vivirá «una era de buena convivencia».
«Estoy convencido de que los catalanes sacarán sus conclusiones a la hora de las elecciones», señala en una entrevista con el diario económico alemán «Handelsblatt» al recordar que, frente a las promesas del independentismo, ese movimiento no ha conseguido ningún respaldo en Europa y «más de 2.000 empresas han abandonado Cataluña».
Al ser preguntado por sondeos que sitúan a los independentistas en los niveles de las últimas elecciones, Rajoy apunta que «las encuestas en tiempos turbulentos no son especialmente fiables» y afirma que no tiene un plan B.
«El único plan que tenemos es velar por que el futuro gobierno catalán cumpla con la ley», recalca el jefe del Ejecutivo.
«Cada uno puede defender sus propias convicciones, cualesquiera que sean. Pero todos tenemos que respetar las leyes, de otro modo viviríamos como en el Salvaje Oeste», añade.
Sobre la posibilidad de aplicar nuevas medidas coercitivas al amparo del artículo 155 de la Constitución (que faculta al gobierno central para tomar el control de una región autónoma desobediente), rechaza ponerse «en el peor de los casos» y subraya que ese precepto se ha aplicado «sólo porque el gobierno catalán se lo ha buscado».
Rechaza también «rotundamente» que se pueda hablar de «presos políticos» en España y, cuando se le pregunta si lamenta que esté en prisión parte del último gobierno electo en Cataluña recuerda que España es un Estado de derecho y que él, como jefe del Ejecutivo, debe aceptar las decisiones de los tribunales, «cualesquiera que sean».
Conciencia tranquila
Sobre las cargas policiales el 1 de octubre, día del referéndum ilegal, reconoce que «tales imágenes no gustan a nadie» y apunta que «por desgracia, en una democracia no todo funciona siempre a la perfección», recordando que tampoco le gustaron las imágenes de manifestantes que impedían registros policiales en las consejerías catalanas o las imágenes de violencia durante la cumbre del G20 en Hamburgo.
Ante quienes le acusan de usar mano dura con Cataluña y no con la corrupción en su partido, recuerda que él sólo declaró como testigo en el proceso por este asunto, y reconoce que hubo casos de corrupción en el PP, «pero son casos del siglo pasado». Asegura que él tiene «la conciencia tranquila».
Como presidente del PP, avanza que se implicará en la campaña electoral para «devolver la calma al país y estabilizar Cataluña también en lo económico», pero descarta ofrecer a los votantes catalanes una reforma de la Constitución.