Por Cambio16
26/01/2016
Los cambios bruscos de temperatura, el cansancio acumulado, una mala alimentación e incluso el estrés ponen a prueba a nuestro cuerpo y organismo, pero ha llegado una solución en forma casi medicinal: los alimentos adaptógenos, es decir, aquellos ayudan a nuestro cuerpo a adaptarse al entorno después de un duro día de desgaste energético; provocan cambios mínimos en las funciones fisiológicas; aumentan la resistencia del cuerpo a las influencias adversas, y producen un efecto normalizador general para devolver al organismo a su estado natural. Los adaptógenos permiten al organismo una buena recuperación sin que éste se vea obligado a tomar sus reservas, reforzando a la vez la vitalidad y procurando una sensación de bienestar general.
Para Pilar Vela, nutricionista y fit setter del hotel Royal Hideaway Sancti Petri, los alimentos adaptógenos “apoyan la función adrenal, mejorando los efectos adversos provocados por el estrés, permiten que las células del cuerpo tengan acceso a mayor energía, ayudan a la célula a eliminar las toxinas producidas en los procesos metabólicos, tienen un efecto anabólico, permiten al cuerpo a utilizar el oxígeno de forma más eficaz y potencian y aceleran la regulación apropiada de los ritmos biológicos”.
Los expertos recomiendan ingerir estos alimentos en el desayuno. “Los adaptógenos son los promotores de nuestra salud, ya que nos ayudan a alcanzar un rendimiento mental, físico y de trabajo», explica la especialista Toñi Leal, wellness personal assistant del establecimiento gaditano.
¿Qué alimentos son patógenos?
El jengibre es una planta aromática que ha sido protagonista de números estudios científicos gracias a sus efectos saludables y curativos. Ayuda a combatir el estrés, además de contar con efectos antioxidantes para luchar contra el envejecimiento celular.
Las algas, por su parte, cuentan con ocho aminoácidos esenciales que ayudan, entre otros, al sistema nervioso, la relajación, el descanso y el sueño.
Por último, las semillas de Chía poseen hasta siete veces más omega 3 que un pescado azul.