Por Rogelio Biazzi
04/06/2017
Profesor de Economía de la Universidad Complutense de Madrid
Existe desde hace casi un siglo, una sociedad, especie de logia, que sostiene que la tierra es plana. A pesar de pruebas supuestamente irrefutables sobre la -casi- redondez de nuestro planeta, ellos sostienen que es más bien un plato inclinado suspendido en el cosmos. Cuando se les muestran fotografías del globo terráqueo tomadas desde el espacio, responden con teorías conspiranoicas de imágenes trucadas. Lo más llamativo es su argumento principal para sostener que la tierra es plana: “tanto la Biblia como los sentidos así lo prueban”.
La Sociedad de la Tierra Plana me recuerda a Podemos, y en general, a todos los críticos con el Gobierno, que sostienen contra toda prueba que la economía va mal, cada vez peor, y que España es un país horrendo donde la pobreza campa a sus anchas. Sin embargo, acabamos de ver publicada -en forma de estadísticas oficiales- una de las tantas pruebas de que la cosa va bien: los datos del paro registrado que proporciona la Seguridad Social.
Las cifras son indiscutiblemente buenas. El paro desciende en casi 112.000 personas en mayo y baja hasta niveles de 2009, registra en abril su mayor caída mensual de la historia, y, la afiliación a la Seguridad Social marca su mejor registro desde julio de 2005. A día de hoy se registran 3.460.000 desempleados, mientras que cuando Rajoy llegó al gobierno en 2011 sucediendo a Zapatero, las personas registradas en el paro eran 5.273.000.
Tras estos terribles años del PP hay 1,8 millones de parados menos. A nivel regional también hay pruebas contundentes de la buena marcha de la economía. Algunas CCAA ya han publicado datos del primer trimestre de 2017 y la Comunidad de Madrid, por ejemplo, lleva trece trimestres, más de tres años, de crecimiento económico, con una tasa de paro que está casi 4,5 puntos por debajo de la nacional, que como hemos visto se ha reducido fuertemente.
Los defensores vernáculos de la “tierra plana/España horrenda” podrían acudir también a teorías conspiranoicas, como por ejemplo decir que las estadísticas oficiales están trucadas. Al fin y al cabo hay antecedentes de gobiernos que maquillaron sus cuentas oficiales, como el papelón del INDEC argentino en la época de Kirchner. Pero este argumento en Europa tiene poco recorrido y es muy poco creíble. Grecia intentó hacer algo parecido y Eurostat detectó las trampas, amén de que más tarde, la cosa explotó por sí misma cuando la realidad mostró las mentiras del gobierno griego.
Sin argumentos de cuentas falsas a los “negacionistas” les queda lo que, de hecho, han venido utilizando. Decir que crece la economía pero también la desigualdad y la pobreza. Pero, pobres, lo del crecimiento de la pobreza se les agota también porque los datos muestran que la pobreza severa, es decir, la privación de bienes esenciales, está disminuyendo. Tiran entonces del “riesgo de pobreza” que es un indicador muy tramposo: mide dispersión con respecto a la renta mediana, es decir gente que ingrese menos del 60% de la renta que está en la mitad aritmética de las rentas de todos los españoles.
Es muy fácil ver que, en cuanto aumenta la riqueza por el crecimiento económico, esa mitad aritmética sube porque hay gente que gana más. Se da la paradoja que cuanto más crece la renta de las personas en su conjunto, más alejada estará por debajo de la mediana, la renta del subconjunto de personas cuya renta no ha crecido. ¿Eso quiere decir que son pobres? Claramente no.
Sí puede utilizarse esta medida para ver la desigualdad y es cierto que la desigualdad puede crecer en una sociedad aunque ésta sea cada vez más rica. Pero la desigualdad no es un problema, lo grave es la pobreza, y asociar desigualdad y pobreza puede ser un gran error. Todo parte de la falacia de la suma cero: muchos creen que la economía es un juego de suma cero en donde lo que unos ganan es lo que otros pierden.
Y nada más lejos de la realidad ya que cuando hay acuerdos voluntarios, y en una economía de mercado la mayoría lo son, ambas partes esperan ganar algo. Que Amancio Ortega sea más rico mientras mi propio patrimonio permanece igual, no me hace a mí más pobre de lo que era antes. Que los ingresos de los dueños de grandes empresas crezcan mientras que los obreros de sus fábricas ganan lo mismo no los hace a éstos más pobres. De hecho podría pasar que Ortega o los dueños ricos de empresas más ricas contraten otros empleados que hasta el momento no ganaban nada y sí eran pobres.
La pobreza que duele, la que hace daño, es la pobreza absoluta, la que produce carencias y no la pobreza relativa, la que compara lo que tengo yo con lo que tiene mi vecino. Si yo tengo un Ford Focus de hace diez años y mi vecino todos los años se compra un Audi cada vez más grande, yo seré más pobre que mi vecino y lo envidiaré con frenesí, pero no podré considerarme en la indigencia. Sin embargo, donde más se sigue aplicando esta falacia es en las explicaciones que circulan sobre las diferencias entre ricos y pobres.
Pero para los “planos” de Podemos todos estos razonamientos no importan, todo es mentira, nada mejora y -como recuerda mi maestro Paco Cabrillo- parece que volviésemos el tiempo atrás hasta una tertulia de Pío Baroja donde siempre se decía “todo está muy mal”. Y los “españahorribilis” recurren a los mismos inconsistentes argumentos que los “terraplanos”, su propia “biblia” o manual de mantras del izquierdista perfecto, y sus sentidos, que no su inteligencia.
Pero claro, se juegan mucho, si a España le va bien a Iglesias y cía. les puede ir muy mal.