Por Jon Pagola
10/03/2018
Fans del rock neoyorquino, prestad atención. QTY se va a convertir en vuestro nuevo grupo favorito, si es que no lo es ya. ¿Cuáles son esos grupos que os hacen tilín y que lleváis tatuados en un brazo con la tinta de las palabras NUEVA YORK –así, en grande– surcando la piel? Aquí van cinco bien gordos, aunque las variantes son casi infinitas: The Velvet Underground, Television, The Ramones, Richard Hell & the Voidoids y The Strokes, que con su primer álbum pusieron patas arriba medio planeta y frenaron la irrupción abusona de la música electrónica por un sonido cortante de melodías adictivas y lirismo urbano a tutiplén. The Strokes se convirtieron en uno de los hypes –y más tarde en uno de los bluffs, pero esta ya es otra historia– de principios de siglo. Por suerte, QTY no tienen pinta de ser flor de un día.
«Cantidad», abreviado
Quizás es porque tienen un nombre extraño, unas siglas que no vienen a cuento si lo que pretendes es que te recuerden al primer chasquido. Al parecer, QTY es la abreviatura de “cantidad” en inglés, demasiado rebuscado para los que no estén medianamente familiarizados con el idioma de Shakespeare. Quizás es porque la música de esta banda no encaja con el de estos tiempos en los que triunfan el R&B enlatado, el hip hop macarra, el trap, el autotune y los artistas pop que cuelgan stories en Instagram. Quizás es porque estos chicos tienen recorrido: en 2009 Dan Lardner (guitarra y voz), Alex Niemetz (guitarra, coros), Peter Baumman (bajo) y Clara Balzary (batería) formaron Grand Rapids, con el que grabaron un EP y se hicieron respetar en los escenarios de la Gran Manzana.
O quizás, seguramente, es por Bernard Butler. El conocido exguitarrista de Suede –Dog Man Star es prácticamente obra suya, a sus pies señor Butler– les ha producido las diez canciones que componen su debut. Así que a la característica crudeza neoyorquina le tenemos que sumar el savoir faire de uno de los padrinos del britpop, unas pizcas de estiloso glam inglés (David Bowie, T Rex, Roxy Music y otros padres del invento) y unos juegos vocales chico-chica muy sugerentes para completar una estupenda carta de presentación.
QTY, ampliando horizontes
A veces cuesta no encontrar similitudes con el espíritu guitarrero de los primeros Suede (el riff de Word For This y sus requiebros recuerdan a Metal Mickey). Cuenta Dan en Ruta 66: “Lo que Bernard entendió, y que era especialmente importante para mí, fue que podíamos estar absolutamente enamorados de esa música y coger cosas de ella, pero aún así seguir siendo nosotros mismos”. O sea: la diferencia entre el revival puro y duro y arrimar el ascua a tu sardina.
La histórica conexión musical entre los dos países (Lou Reed, Iggy Pop y Bowie tienen muchas cosas que decir en este hermanamiento), ha acabado empujando a QTY a ampliar sus horizontes sin dejar de ser una banda típicamente neoyorquina. Además, en Londres ocurrió una feliz carambola. De las cenizas de Gran Rapids se había quedado descolgada la batería Clara Balzary, así que QTY fueron al estudio sin un miembro fijo a las baquetas. Por casualidad conocieron a un tal Alan, conectaron a las mil maravillas, y junto con el dúo protagonista (Dan y Álex) y un amigo de toda la vida (Peter) recogen el testigo del maravilloso rock neoyorquino. Larga vida a QTY.