La escalada de tensión entre Rusia y Ucrania en los últimos días es un indicativo de las heridas abiertas desde 2014; cuando Crimea y Sebastopol declararon su independencia unilaterial de Ucrania y se integraron en la Federación de Rusia. Pero, ¿por qué echar más leña al fuego justo ahora? El presidente ruso, Vadimir Putin, utiliza el conflicto con Ucrania para desviar la atención de los crecientes problemas internos de Rusia y del desgaste de su propio partido.
La última crisis entre ambos países del este de Europa se iniciaba el pasado 25 de noviembre. Rusia impedía entonces que tres embarcaciones ucranianas entraran en el mar de Azov a través del estrecho de Kerch; mediante la colocación de un buque de carga debajo de un puente controlado por Rusia. Dicho puente, que se empezó a construir en 2014 y que fue inaugurado por el propio Putin el pasado mes de mayo, es la unión terrestre entre Crimea y la Rusia continental; concretamente, el Krai de Krasnodar. Patrulleras fronterizas del servicio de seguridad ruso FSB capturaron dos pequeños buques de artillería blindados ucranianos y un remolcador; tras abrir fuego contra ellos y herir a varios marineros. 24 de ellos siguen apresados, las tres embarcaciones se mantienen inmovilizadas y el líder ruso no muestra ninguna intención de retroceder en sus posiciones.
«Impedir el acceso de Ucrania a sus propios puertos»
El tráfico marítimo se reanudó el lunes 26 de noviembre en el estrecho de Kerch. Sin embargo, Moscú no dio muestras de que vaya a liberar a los buques y a sus tripulantes. La OTAN, por su parte, convocó una reunión de emergencia con Ucrania; después de que el jefe de la alianza, Jens Stoltenberg, mantuvo una conversación telefónica con el presidente ucraniano Poroshenko. Stoltenberg le ofreció «todo el apoyo a la integridad y soberanía territorial de Ucrania».
El Ministerio de Exteriores ruso emitió un duro comunicado en el que señaló que «es obvio que esta provocación meticulosamente pensada y planeada buscaba generar otra fuente de tensión en la región con el objetivo de crear un pretexto para aumentar las sanciones contra Rusia».
Michal Natorski, profesor asociado de la Universidad de Maastricht y experto en políticas postsoviéticas, ha explicado en declaraciones a Cambio16 que «lo que ha ocurrido en los últimos días solo confirma la tendencia de que Rusia quiere provocar que Ucrania ceda, una vez más, en el acceso a su territorio. Es decir, quiere crear algún tipo de hechos consumados para que Ucrania no pueda acceder a sus propios puertos».
«La situación de Crimea, a su vez, está conectada con la de Dobáss; un alto al fuego que nunca se ha acabado de producir. Cada día y cada noche encontramos intercambios de disparos ahí. Simplemente, esto no llega a los medios de comunicación y nadie se interesa, pero hay muertes constantes. Mariúpol es un puerto que está muy cerca de la línea del frente y que se encuentra siempre amenazado por una posible invasión rusa para crear conexiones entre el territorio ruso y Crimea; para facilitar el tráfico de mercancías», argumenta Natorski.
Además, el profesor considera que «hay que tener una perspectiva mucho más estratégica y de largo alcance. Aunque el de Kerch es un incidente muy grave, esto continuará».
Ley marcial y derechos humanos en riesgo
Ucrania imponía el 26 de noviembre la ley marcial por 30 días en las zonas del país más vulnerables a un ataque de Rusia; después de que el presidente Petró Poroshenko advirtiera de la amenaza «extremadamente grave» de una invasión. El Parlamento aprobó la introducción de la ley marcial después de que Poroshenko asegurara a algunos legisladores escépticos que no se utilizaría para frenar las libertades civiles o retrasar las elecciones programadas para 2019. Organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional, en cualquier caso, han criticado esta medida.
Para el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas «el objetivo debe ser que Rusia respete de nuevo la normativa internacional y no viole la soberanía territorial de sus vecinos». Asimismo, para lograrlo, Alemania y sus aliados europeos necesitan «principios claros». También un «verdadero diálogo» sobre la seguridad común en Europa, añadía Maas el martes 27 de noviembre.
La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, instaba a Rusia a liberar inmediatamente a los marineros ucranianos y dijo que ambas partes debían demostrar que estaban tratando de reducir las tensiones. En esta misma línea, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha solicitado a los dos países que «ejerzan la máxima moderación y tomen medidas sin demora para contener este incidente y reducir las tensiones».
«Quizá el avance en materia de derechos humanos no sea de la envergadura que todos esperasen en Ucrania y esté lejos de los estándares de Europa Occidental. Con todo, la situación está mejorando con respecto a 2013, cuando el régimen de Víktor Yanukóvich estaba disparando contra su propia población», justifica el profesor Michal Natorski.
Misiles rusos en Crimea
Rusia reconocía el miércoles 28 de noviembre que enviaría más de sus nuevos sistemas de misiles antiaéreos S-400 a Crimea. Agencias de noticias rusas recogieron declaraciones de Vadim Astafyev, portavoz del distrito militar del sur de Rusia, en las que afirmaba que pronto se entregaría un nuevo batallón de misiles S-400 a Crimea y que estarían operativos a finales de año.
Rusia ha estado enviando nuevo material militar de manera regular a Crimea desde que en 2014 se anexionó la península, convirtiéndola en una fortaleza (según medios respaldados por el Kremlin).
El jueves 29 de noviembre Rusia bloqueaba dos puertos ucranianos del mar de Azov, Berdyansk y Mariúpol. Los buques no pueden salir ni entrar, según denunciaba el ministro de infraestructuras de Ucrania, Volodymyr Omelyan.
«El objetivo es simple: al colocar un bloqueo en los puertos ucranianos en el mar de Azov, Rusia espera expulsar a Ucrania de nuestro propio territorio, un territorio que es nuestro, de conformidad con todas las leyes internacionales pertinentes», declaró Omelyan. Los principales productos que se mueven en los puertos del mar de Azov son cereales y acero.
En declaraciones a periodistas en una conferencia telefónica, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que no estaba al tanto de tales problemas. También añadió que el tráfico marítimo se estaba moviendo con normalidad a través del estrecho de Kerch, controlado por los rusos, que separa el mar Negro y el mar de Azov. Peskov dijo que las demoras a veces ocurrían en el área «por mal tiempo».
Restricciones de acceso
El servicio fronterizo de Ucrania anunció el jueves que solo permitiría a ciudadanos ucranianos viajar a Crimea; tras la imposición de la ley marcial hasta el 26 de diciembre. El presidente Petró Poroshenko acusó previamente a Vladimir Putin de querer anexionar toda Ucrania y pidió a la OTAN que desplegara buques de guerra en el mar que comparten ambos países.
«En relación con la introducción de la ley marcial, la frontera administrativa con Crimea, temporalmente ocupada, únicamente puede cruzarse con documentos ucranianos», dijo un portavoz.
Para el experto en políticas postsoviéticas Michal Natorski, «se quiere evitar la infiltración de los servicios secretos en Ucrania».
El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, acusó al presidente ruso, Vladimir Putin, de querer anexionar su país por completo y pidió a la OTAN que desplegara barcos de guerra en el mar que comparten ambos países.
Los comentarios de Poroshenko a medios alemanes el jueves son parte de un esfuerzo de Kiev para conseguir apoyo occidental para imponer más sanciones a Moscú y asegurar una ayuda militar tangible, así como para generar oposición a un gasoducto ruso que amenaza con arrebatar a Ucrania importantes ingresos. «Putin quiere recuperar el antiguo imperio ruso. Crimea, Donbass, el país completo. Como zar ruso, como se ve a sí mismo, su imperio no puede funcionar sin Ucrania. Nos ve como su colonia», aseveraba Poroshenko en una entrevista para el diario Bild.
Trump da calabazas a Putin en el G20
«Ante el hecho de que Rusia no ha devuelto a Ucrania los barcos y tripulantes, he decidido que lo mejor para todas las partes implicadas es cancelar mi reunión previamente agendada con el presidente Vladimir Putin en Argentina», tuiteaba el presidente de EEUU, Donald Trump el jueves.
La respuesta rusa llagaba por parte de Dmitri Peskov: «Lamentamos la decisión de la administración estadounidense de anular la reunión prevista de los dos presidentes en Buenos Aires».
Además, la investigación sobre una posible colusión en la campaña de Donald Trump y Moscú probablemente está afectando a la relación de Estados Unidos con Rusia, dijo la portavoz de la Casa Blanca; que negó que ese fuera el motivo de que Trump cancelara la reunión con Vladimir Putin en la cumbre del G20. «La razón para cancelar nuestra reunión es Ucrania», agregó.
Quien sí se reunía este sábado con Putin era la canciller alemana, Angela Merkel. La mandataria alemana expresó su preocupación por los recientes acontecimientos en el estrecho de Kerch, cerca de Crimea, durante una reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin, en los márgenes de la cumbre del G20.
Según el portavoz de Merkel, se habría logrado un acuerdo para que asesores de Alemania, Rusia, Francia y Ucrania mantengan más conversaciones sobre el tema.
Sanciones europeas a Rusia
La Unión Europea prorrogará sus actuales sanciones económicas a Rusia el próximo mes; dijo el viernes un alto cargo del bloque, después de que Moscú apresara los tres buques de la armada de Ucrania en el mar de Azov.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, presidirá una cumbre de líderes de la UE del 13 al 14 de diciembre, que extenderá un año más las medidas del bloque contra los sectores de defensa, energía y banca de Rusia, como castigo por el papel de Moscú en Ucrania.
«Europa está unida en su apoyo a la soberanía e integridad territorial de Ucrania. Por eso estoy seguro de que la UE prorrogará las sanciones contra Rusia en diciembre», dijo Tusk en una conferencia de prensa en Argentina, donde se reúnen los líderes de las 20 principales potencias del mundo.
Tusk aseguró que el uso de la fuerza de Rusia contra los buques de la marina ucraniana ha sido «totalmente inaceptable».
Los problemas internos comprometen a Putin
«Para Rusia, cada ocasión de desestabilizar la política doméstica ucraniana es una oportunidad que va a aprovechar. Rusia no quiere el alejamiento de su órbita de influencia», sostiene Michal Natorski. «El partido de Putin parece que se está desgastando, entre otras cosas, por los escándalos de los servicios de seguridad… En realidad, Rusia está demostrando cada vez más síntomas de debilidad, los precios del petróleo no le ayudan mucho y hay muchos elementos que tiene interés en consolidar», valora Natorski.
Tanto Putin como Rusia Unida, su formación, se enfrentan a la que podría ser su última legislatura en el poder por lo que ocurre en suelo ruso. Sin embargo, el conflicto con Ucrania es una forma de desviar la atención de los problemas domésticos. No hay que olvidar las protestas, muy extendidas en Rusia, contra la reforma de pensiones. La nueva ley de pensiones, mediante la que se ha subido la edad de jubilación, es tremendamente impopular; según los sondeos, el rechazo a la reforma se mueve en una horquilla de entre el 80-90% de la población. La caída en picado de la valoración del propio Putin y del gobierno es muy significativa.
Además, los escándalos en materia de derechos humanos se acumulan en toda la geografía rusa. Sirvan de ejemplo la persecución de facto del activismo LGTB en toda Rusia o la existencia de prisiones para homosexuales en Chechenia. Este mismo año, Amnistía Internacional ha denunciado que «un año después de la ‘purga gay’ en Chechenia no se ha hecho aún justicia para las víctimas». La prensa y los periodistas libres también se enfrentan a numerosas dificultades.
Y, para colmo, en la República de Crimea (reconocida por la mayor parte de la comunidad internacional como territorio ucraniano, pero vinculada a Rusia unilateralmente) estaba empezando a florecer un sentimiento de insatisfacción. Las mejoras económicas no se han acabado de materializar en la región en la medida que los prorrusos pensaban, a pesar de haber adquirido el «estatus ruso» en la práctica.
El control del mar de Azov podría llegar a considerarse una compensación a la lealtad de Crimea. Lo que sí es evidente, sea como fuere, es que Rusia considera inservible el acuerdo que firmó con Ucrania de utilización conjunta del estrecho de Kerch en 2003, más de una década antes de anexionarse esta estratégica región de Ucrania.
«Ucrania es un país todavía muy débil y en el periodo electoral habrá muchas pruebas de interferencias domésticas: proponiendo a sus propios candidatos, con muchísima propaganda e influencia directa a través de las redes existentes con las que cuenta», añade este experto, consultado por Cambio16. Las elecciones presidenciales en Ucrania están previstas para marzo de 2019.
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