No es la Federación Rusa el mejor lugar para ejercer el periodismo. Desde que Putin asumió la presidencia en el año 2000, su política ha estado orientada al control de la información. El mandatario ha emprendido contra hacia l medios y los periodistas es una verdadera guerra de exterminio de la libertad de expresión y de la prensa independiente y sin ataduras. Sus armas incluyen censura, bloqueo de acceso, clausuras forzadas, represión legal, prisión, exilio de periodistas, asesinatos a balazos y por envenenamiento.
En la Rusia de Putin los periodistas tienen prohibido usar la palabra guerra. La cárcel los espera si la usan. Pero lo que el mandatario moscovita tiene contra los medios está perfectamente recogido en esas seis letras. Más de dos décadas en el poder no lo ablandan, lo han endurecido. Dos casos recientes -Evan Gershkovich y The Moscow Times ilustran cómo Vladímir Putin maneja el hacha, la ley o cualquier otra herramienta en su propósito exterminador de la prensa y el libre flujo de información.
Ficha de intercambio
Evan Gershkovich es un periodista estadounidense, corresponsal del The Wall Street Journal. Fue condenado en Rusia a 16 años de prisión. Estados Unidos denunció el juicio al que lo sometieron como una farsa con motivaciones políticas. Lo arrestaron en marzo de 2023 en un viaje de trabajo a Ekaterimburgo, en los Montes Urales. Desde entonces lo han tenido prisionero. La Fiscalía rusa lo acusa de espionaje, de recopilar información secreta sobre la industria militar rusa en la región de Sverdlovsk, específicamente en la empresa de defensa JSC NPK Uralvagonzavod, fabricante de tanques y armamento pesado.
Tanto Gershkovich como el gobierno de Estados Unidos niegan los cargos. En 1986, durante la Perestroika, fue la última vez que detuvieron a un periodista estadounidense por espionaje en Rusia. Nicholas Daniloff, de la revista US News&World Report, fue arrestado por el KGB y canjeado tres semanas después por un preso soviético. Todo apunta a que Putin quiere hacer algo parecido. El Kremlin admitió conversaciones para un intercambio de Gershkovich por prisioneros rusos en Estados Unidos. Putin apresó en 2022 a la basquetbolista estadounidense Brittney Griner para intercambiarla por Viktor Bout, el “mercader de la muerte”.
“Indeseable” Moscow Times
El otro caso es haber declarado «indeseables» las actividades del diario The Moscow Times en suelo ruso. La acusación de la Fiscalía se basa en que los periodistas han sometido al descrédito público decisiones y opiniones de los líderes de la Federación Rusa tanto dentro como fuera del país. La designación de “indeseable” se utiliza para forzar a medios independientes y organizaciones críticas con el Kremlin a abandonar el país. Proyectos de investigación como Proekt, Insider e Important Stories enfrentaron restricciones similares en los últimos años. La calificación no solo limita su capacidad para informar dentro de Rusia, también expone a periodistas y colaboradores a riesgos legales, policiales y a atentados.
El Moscow Times ha sido alma mater de muchos corresponsales de renombre que cubren Rusia. El propio Evan Gershkovich y Ellen Barry, exjefa de la oficina de Moscú de The New York Times y ganadora del premio Pulitzer, fueron parte de su plantilla de periodistas. Fundado por el editor holandés Derk Sauer, es el primer diario occidental publicado en Rusia. En 2022, el Moscow Times trasladó su sede a Ámsterdam. Rusia aprobó leyes muy restrictivas para impedir la cobertura independiente de la invasión de Ucrania. Un año más tarde, el Ministerio de Justicia ruso lo había catalogado como “agente extranjero”, un paso previo a la expulsión.
Su sitio web tenía restringido el acceso en Rusia por la “publicación sistemática de información falsa destinada a desacreditar las actividades de las autoridades estatales”.
«Nuestro periodismo revela la verdad sobre Rusia y su guerra contra Ucrania, obviamente incomoda al Kremlin. Nuestro trabajo será más difícil, pero nos negamos a que nos silencien”, dijo Samantha Berkhead, editora del diario.
Medios tradicionales bajo control
En Rusia, mientras los medio oficiales y oficiosos alaban al Kremlin, unos pocos luchan por sobrevivir. Putin mueve sus piezas con precisión para mantener el control sobre la información y la opinión pública. La represión mediática es otra pieza del abanico de restricciones a la libertad de expresión y derechos humanos. Las medidas represivas afectan tanto a los medios tradicionales como los digitales más populares entre la población rusa.
Uno de los primeros pasos de Putin contra los medios de comunicación fue la «usurpación» del canal de televisión NTV. En 2001, era el canal privado más grande y popular de Rusia y lo convirtió en una herramienta de propaganda gubernamental y adormecimiento mediante la desinformación. Eliminó toda posibilidad de crítica, de debate o ofrecer perspectivas alternativa al mensaje oficial. También persiguió activamente a periodistas y propietarios de medios independientes. Cerró canales y obligó a figuras clave como Vladímir Gusinsky y Borís Berezovsky a abandonar el país.
Se restableció en Rusia el culto a la personalidad del régimen soviético, una prensa dominada por la adoración al máximo líder. También se impusieron «listas negras» y «blancas» en las redacciones de los medios, los nombres que pueden aparecer y los que deben ser tratados con veneración. No se permite publicar nada negativo sobre Putin. La prensa ha devenido en simple altavoz del mensaje oficial. Todo lo demás está proscrito.
Emigración de la audiencia
Internet era relativamente libre en comparación con los medios tradicionales, pero Putin con sus aliados los fue cercando esa libertad. Usaron la tecnología y la represión para disminuir su incidencia en la opinión pública. Durante la primera década del siglo XXI, la parte rusa de internet, conocida como runet, se convirtió en el centro de la discusión política y de la prensa libre en Rusia. Los medios digitales nativos, como Gazeta.ru y Lenta.ru, tuvieron un gran éxito al ofrecer información independiente y relevante sobre eventos nacionales e internacionales que no estaban disponibles en la televisión o los medios impresos del país.
Gazeta.ru, lanzado en 1999, fue el primer medio digital nativo ruso y rápidamente se convirtió en el más influyente. Superaba a los medios tradicionales en términos de audiencia y credibilidad. Lenta.ru, lanzado también en 1999, se estableció como una plataforma de noticias. En enero de 2014, Lenta.ru era el medio digital más popular de Rusia, con más de 20 millones de visitantes únicos al mes y 650.000 visitantes diarios. Gazeta.ru era el segundo más visitado.
El comportamiento del creador de Vkontakte, Pável Dúrov, quien se resistió firmemente a facilitar los datos personales de los usuarios al Gobierno, hizo de la red social una herramienta importante para la libertad y el éxito mediático en Rusia. En 2014, Vkontakte tenía más de 250 millones de usuarios registrados y 60 millones de visitantes únicos al día.
Facebook también entró en el panorama de las redes sociales rusas en 2008 con su versión en idioma ruso. Atrajo principalmente a intelectuales rusos del ámbito urbano. Las redes sociales ganaron importancia como agentes del debate político. Dieron poder a los ciudadanos «normales y corrientes» y se convirtieron en un agente más del proceso de formación de la realidad informativa y el discurso social.
Guerra contra cibermedios
Los medios digitales nativos, las redes sociales y los blogs también fueron un espacio libre de información y protesta. La plataforma de blogs LiveJournal y las redes sociales rusas Odnoklassniki y Vkontakte eran comunidades importantes en las que expertos, periodistas, personajes famosos y personas anónimas expresaban sus opiniones con libertad. Pero en Rusia nada dura para siempre, ni el comunismo. El Kremlin comenzó a ejercer su poder represivo sobre la red limitando su libertad y coartando cualquier posibilidad de libre albedrío.
La guerra contra los medios digitales de Putin comenzó el 4 de diciembre de 2011, cuando las elecciones parlamentarias desencadenaron una tormenta en las redes sociales. Se llenaron de vídeos y fotos del fraude masivo. El periodista de Lenta.ru Ilya Azar descubrió una brigada de falsificación de votos, todos marcados por el partido del poder, Rusia Unida.
El 5 de diciembre, tarde en la noche, se anunció el triunfo de Rusia Unida con el 49,32 % de los votos. Más de 5.000 personas salieron a protestar cerca de Chistie Prydi, incluido Alekséi Navalny que se convirtió en el opositor más conocido a través de Internet. Su llamado en las elecciones parlamentarias impulsó la participación ciudadana y las protestas convocadas por runet condujeron a manifestaciones masivas durante el siguiente año y medio.
La tensión comenzó antes de las elecciones con el anuncio en septiembre de 2011 de que Vladímir Putin sería el candidato presidencial de Rusia Unida. En 2012, se promulgaron leyes que permitían bloquear sitios web de inmediato. Con el argumento de la protección contra la pedofilia, entró en vigor la “lista negra”. Muchos la llamaron el “firewall ruso” y alertaron que se usaría para censurar los sitios “no fieles a Putin”.
Despidos y cierres
En diciembre de 2012 la revolución en Ucrania fue decisiva. Para evitar la difusión de puntos de vista diferentes al oficial, el Kremlin aumentó la presión contra los medios digitales y las redes sociales. Fue una guerra abierta. Se promulgó la ley sobre la responsabilidad penal por la llamada separación de Ucrania de Rusia, con penas de hasta cinco años de prisión, y la Gazeta.ru fue adquirido por Alexander Mamut, un empresario cercano a Putin, que luego despidió a su editor jefe, Mijaíl Kótov. En septiembre de 2013, el 40 % de la redacción estaba fuera.
Varios operadores de la televisión por cable recortaron su oferta de canales y sacaron de la grilla en enero de 2014, la televisora Dozhd, crítica del gobierno. Pocos semanas después entraron en vigor las enmiendas «antiterroristas” de la ley de información y se restringió el acceso a una amplia gama de recursos informativos. En marzo, despidieron a Galina Tímchenko, la editora jefa de Lenta.ru, por publicar una entrevista con Pravy Sector, un líder del movimiento nacionalista ucraniano.
Los propietarios de Lenta.ru admitió que el despido de Tímchenko fue por su trabajo periodístico contrario al Kremlin. Hubo protestas en runet, pero el gobierno intensificó los cierres y restricciones. Bloqueó los sitios web opositores Grani.ru, Kasparov.ru y Ej.ru. La redacción de Grani.ru llevó el caso a los tribunales, pero fue desestimado. El juicio legitimó el bloqueo.
Todopoderosa Fiscalía
La Duma, controlada por Putin, otorgó al fiscal general la facultad de cerrar medios de comunicación sin acudir a un tribunal. Otras normativas aprobadas permitían suspender cualquier medio de comunicación que difunda información considerada falsa o irrespetuosa de las autoridades, desacredite las Fuerzas Armadas o los organismos del Estado, incite a manifestaciones o sanciones, haga propaganda o defienda el extremismo. Además, la ley sobre agentes extranjeros puede aplicarse a cualquier persona que reciba apoyo internacional o esté bajo influencia extranjera y realice actividades políticas, recoja información sobre actividades militares y la difunda al gran público. Hay 172 periodistas y entidades periodísticas registradas como «agentes extranjeros», Su principal fin es desacreditar a los medios y periodistas, además implica una pesada carga administrativa y de laberintos burocráticos.
Otras leyes permiten que un periodista sea recluido en prisión hasta ocho años por colaborar con una organización internacional o por participar en actividades «que menoscaben la seguridad del Estado». La clasificación ha sido aplicada a medios de investigación como The Insider, Vazhnye Istorii (Important Stories), Proekt y Bellingcat, un colectivo independiente de investigadores y periodistas. Cualquier mención a estos medios o cualquier referencia al inmenso patrimonio de Putin es castigado con cárcel.
“Guerra”, la palabra prohibida
Cientos de trabajadores de los medios de comunicación se fueron. Un total de 27 medios cerraron o suspendieron sus actividades. Miles de páginas web fueron bloqueadas y los legisladores -obedientes y no deliberantes- ampliaron las penas por «espionaje» hasta 20 años de prisión. Además, incluir anuncios de empresas internacionales como Google o YouTube puede acarrear multas de hasta 100.000 euros. El caso del periodista Evan Gershkovich del Wall Street Journal muestra cómo se aplica.
La situación de la prensa empeoró con la invasión a Ucrania en 2022. Roskomnadzor, el organismo contralor de los medios de comunicación, ordenó que solo se podía difundir información proporcionada por fuentes oficiales. No obedecer garantizaba el bloqueo del sitio web y multas de hasta 60.000 euros. En marzo de 2022, se incrementaron las multas exorbitantes y las penas se ampliaron a 15 años de prisión por la «difusión de falsa información sobre las Fuerzas Armadas Rusas» y «desacreditar» a los soldados rusos desplegadas en el extranjero. La nueva normativa, que prohibió el uso de la palabra «guerra» y los llamados en favor de la «paz», se utilizó para la detención de más de 140 personas. El sofisticado sistema de restricciones y represalias ha forzado el cierre de casi todos los medios independientes.
La Rusia del ex agente de la KGV Vladímir Putin
Los medios de comunicación y sus periodistas se enfrentan a detenciones, arrestos y encarcelamientos por cualquier palabra considerada fuera de lugar. Un total de 12 periodistas perdieron la vida en 2022. Otros 21 profesionales de los medios de comunicación resultaron heridos. La situación es especialmente peligrosa para quienes informan sobre la guerra en Ucrania. A Andrei Soldatov, periodista de investigación especializado en los servicios especiales rusos, lo acusaron de difundir «información falsa» sobre la guerra. Sergei Mikhailov, dueño de Listock, un pequeño periódico independiente de la República de Altái, en Siberia Oriental, enfrenta a 15 años de cárcel por publicar artículos sobre la masacre de Bucha, y otras noticias sobre la invasión de Ucrania.
Pese a los peligros reales, amenazas y dificultades, hay periodistas que continúan en la búsqueda de información sobre lo que ocurre en Rusia y en Ucrania. La guerra contra la prensa no tiene tregua ni alto el fuego. Es constante, en permanente incremento. Putin mantiene su presencia omnipresente en los canales de televisión y solo se escuchan alabanzas hacia su persona, sus palabras y sus decisiones. El padrecito Putin.