Vladimir Putin asomó la posibilidad de llevar los estragos de la guerra al espacio, hasta ahora en paz, a través del despliegue de una bomba atómica que desactivaría miles de satélites. El solo comentario arroja temores y dispara inquietudes sobre el destino de la humanidad. ¿Ese dispositivo nuclear existe? ¿Está en desarrollo? ¿O es una estrategia del Kremlin para asustar a las naciones rivales y en conflicto?
Activar un arma nuclear de esas proporciones supondría un riesgo en los enlaces de comunicación militares y civiles. También en los satélites que espían, rastrean el clima, envían transmisiones, habilitan mapas de teléfonos móviles, conexiones a Internet y múltiples tareas modernas.
«No estamos hablando de un arma que pueda usarse para atacar a seres humanos o causar destrucción física aquí en la Tierra», dijo John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Pero un arma así podría además interferir con los sistemas de transporte, la meteorología y las transacciones financieras. Así como amenazar a los astronautas en órbita baja, señaló el funcionario según NPR.
«Estoy limitado por lo que puedo compartir sobre la naturaleza específica de la amenaza”, agregó. Pero “puedo confirmar que está relacionada con una capacidad antisatélite que Rusia está desarrollando».
La Casa Blanca informó sobre el asunto a un grupo de legisladores a mediados de febrero. La comunicación cobró mayor dimensión cuando el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Mike Turner, pidió a Biden que desclasificara información «relativa a una amenaza a la seguridad nacional».
La idea de incluir el espacio en el centro de batallas gravita desde hace décadas. En 1982, Ronald Reagan consideró lo que se conoció como «Guerra de las Galaxias». Un plan para proteger al país de los misiles soviéticos desplegando hasta miles de armas en el espacio.
Una bomba atómica en el espacio
¿Cuáles son las reglas sobre las armas o de una bomba atómica en el espacio? EE UU, Rusia y China ya tienen la capacidad de atacar satélites. Pero el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967 prohíbe explícitamente el uso de armas nucleares en el espacio, reseñó la radio pública nacional de Estados Unidos.
El tratado instruye a las naciones a «no colocar en órbita alrededor de la Tierra ningún objeto que porte armas nucleares o cualquier otro tipo de armas de destrucción masiva. No instalar dichas armas en cuerpos celestes ni colocarlas en el espacio ultraterrestre de ninguna otra manera».
Los expertos se preguntan si el asomo de Putin de emplear un arma nuclear sería útil contra un satélite. En el espacio, una explosión nuclear no crearía una onda de choque destructiva como ocurre en la Tierra, dice Brian Weeden, especialista en armamento espacial y director de programas de Secure World Foundation.
En 2021, Rusia disparó un misil al espacio que destruyó un satélite de la era soviética fuera de servicio. Esa prueba demostró su capacidad para desactivar satélites a voluntad.
Rusia también ha enfrentado nuevas amenazas provenientes de satélites en su guerra en Ucrania. Las fuerzas ucranianas han utilizado la constelación Starlink de SpaceX en primera línea para comunicaciones y objetivos. Starlink emplea miles de satélites, lo que hace que sea difícil eliminarlo con armamento de ascenso directo.
Las armas nucleares podrían ofrecer una ventaja. En 1962, antes de que el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre entrara en vigor, EE UU detonó un arma nuclear de 1,4 megatones por encima del Océano Pacífico en una prueba conocida como «Starfish Prime».
Este instrumento fue lo suficientemente potente como para apagar las farolas en Hawaii, a unos 1500 km de distancia. La prueba también creó un campo de radiación artificial que dañó numerosos satélites en órbita terrestre.
Impacto a propios y rivales
Un arma de este tipo podría dañar potencialmente una constelación de satélites como Starlink, comenta James Acton, codirector del Programa de Política Nuclear del Carnegie Endowment for International Peace.
Considera Weeden que «eso tendrá muchas otras repercusiones en todos los satélites rusos y en todos los satélites chinos. Estoy bastante seguro de que los chinos no estarán contentos con eso».
Weeden cree que podría ser más probable que Rusia esté desarrollando un reactor nuclear espacial, que en teoría podría usarse para alimentar equipos de guerra electrónica en órbita.
La posible activación de una bomba atómica en el espacio genera una amplia gama de opiniones. Jonathan McDowell, un astrofísico que publica un informe espacial mensual sostiene que «su propósito es el mismo que Star Wars fue para nosotros en los años 80. «Es para asustar al otro lado».
Pero para librar realmente una guerra, dicen analistas consultados por The New York Times, el paso es difícil de imaginar. A menos que Putin quiera que algunos de sus aliados y partidarios más importantes enfrenten la perspectiva de un dolor indescriptible.
En un estudio de 2010, cinco expertos nucleares explicaron cómo los astronautas alcanzados por los rayos más potentes experimentarían entre dos y tres horas de náuseas y vómitos antes de que la enfermedad por radiación los dejara frente a «una probabilidad de muerte del 90%».
La Estación Espacial Internacional suele albergar a siete astronautas. Tres estadounidenses, un extranjero y tres rusos. Los rayos también podrían convertir la estación espacial del principal aliado de Putin, China, en una trampa mortal. Pekín alberga actualmente a tres astronautas chinos y se ampliará para dar cabida a aún más.
“Eso no va a caer muy bien y Putin no es estúpido”, señala Stephen M. Younger, ex director de los Laboratorios Nacionales Sandia.
Putin juega con el verbo y las armas
Desde que Putin invadió Ucrania, ha lanzado amenazas atómicas que los analistas consideran fundamentales para su estrategia de disuadir la intervención occidental. Si colocara una bomba atómica en el espacio, violaría dos tratados fundamentales de la era nuclear (firmados en 1963 y 1967) y señalaría una escalada importante.
El 20 de febrero, Putin negó que tuviera intención de poner en órbita un arma nuclear. «Nuestra posición es clara», afirmó. «Siempre hemos estado categóricamente en contra y ahora estamos en contra del despliegue de armas nucleares en el espacio».
Pero días después, el 29 de febrero, en su discurso anual sobre el estado de la nación, volvió a su habitual ruido de sables. Advirtió que Occidente enfrentaba el riesgo de una guerra nuclear. Putin destacó a los estados que han ayudado a Kiev a atacar territorio ruso. Occidente debe comprender, declaró, que dicha asistencia corre el riesgo de “la destrucción de la civilización”.
La idea detrás de las armas nucleares, indica David Wright, un experto nuclear del Instituto de Tecnología de Massachusetts, es que «uno se autodisuade en parte porque las armas causarían daños colaterales significativos a uno mismo y a otros países». Esa disuasión podría aplicarse también a una bomba espacial, añade, a menos que un atacante estuviera desesperado y considerara los riesgos aceptables.
“Sería peligroso para los propios rusos”, asegura Richard L. Garwin, físico y asesor del gobierno federal durante mucho tiempo que ayudó a diseñar la primera bomba de hidrógeno del mundo.