Por Gorka Landaburu
03/02/2018
Ahora sabemos que Puigdemont no cree que su futuro pase por seguir siendo el presidente de la Generalitat. Muy al contrario, reconoce que le espera un largo camino en el «exilio» para no terminar en prisión. Como dijo Puigdemont, se acabó. Pero la normalidad sigue sin llegar al Parlament. Conformar un nuevo gobierno, recuperar la autonomía y dar por finiquitado el 155 tiene que ser la principal preocupación de los políticos independentistas. Las cuestiones personales deberán esperar.
Es impresionante, hasta surrealista, lo que el tema catalán da de si. No hay día, y llevamos mas de seis meses, en el que el procés o lo que de él se deriva, no nos sorprenda con nuevos acontecimientos. O piruetas que complican cada vez más su resolución. El procés se ha convertido en una obsesión donde Carles Puigdemont. Y sigue siendo el elemento central de toda esta crisis.
Sin embargo, el nuevo dato significante es que el bloque independentista se ha fracturado. Aunque sea capaz de aparcar de nuevo sus diferencias para proseguir con su hoja de ruta.
Pero el tiempo se agota. Y el soberanismo sabe que no pondrá mantener por mucho tiempo el pulso. No solo con el Gobierno sino que sobre todo con el Estado de Derecho.
Puigdemont, se acabó
Al Puigdemont desafiante y vencedor moral de las elecciones, se le han descubierto sus fisuras y grietas. Aparece ahora como un luchador abatido y agotado que reconoce la dificultad de su empresa temeraria. Puigdemont, se acabó.
A pesar de sus diferencias notables el independentismo no va a dar fácilmente su brazo a torcer. Se trata, por ahora, de mantener, de cara a la galería y a sus votantes, un perfil de unidad para ganar tiempo. Pero tanto en ERC, los mas pragmáticos, como en sectores importantes de Junts Per Catalunya, se apuesta por un plan B. Aunque lo desmientan.
La estrategia de Puigdemont se desvanece y ya no es la solución sino que es el problema. Para que se produzca el cambio y la nominación de otro candidato a la investidura de la presidencia de la Generalitat, es necesario primero el consenso y después el apoyo social.
La urgencia de un gobierno
Esta situación de impasse permanente no se puede prolongar. Porque Cataluña necesita urgentemente un gobierno. Un ejecutivo que represente a todos y se ponga a gobernar. Un gobierno con un presidente “presente” que acepte la legalidad. Para que desaparezca el articulo 155, y se vuelva a la normalidad institucional.
El lastre que supone Puigdemont es cada vez mas evidente. Tienen que buscar su sustituto y maquillar una salida para el expresidente de la Generalitat con un eventual cargo simbólico en Bruselas.
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