Probaron una «vacuna universal» que puede prevenir posibles infecciones víricas. Jessica Manning, investigadora del NIH (Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos) desarrolló una vacuna a partir de las proteínas de la saliva del mosquito.
La vacuna protegería contras algunas de las enfermedades «más devastadoras desde el punto de vista médico»: malaria, filariasis linfática, dengue, fiebre amarilla, enfermedad por el virus del Zika, chikungunya, encefalitis japonesa y fiebre del Nilo Occidental. Solo en 2018, hubo 228 millones de casos de malaria. Se estima que el número de defunciones fue de 405.000.
Vaccinating against mosquitoes: anticipating the
unexpectedLinked Comment from Pat Nuttall, Department of Zoology, University of Oxford https://t.co/D8513TNuDR pic.twitter.com/8fZzqsWy7T
— The Lancet (@TheLancet) June 15, 2020
Vectores y patógenos
Para controlar la transmisión y contagio de la COVID-19 ha sido fundamental seguir las medidas de seguridad e higiene: lavado de manos y el distanciamiento social. Se espera que la práctica de estas medidas reduzcan la incidencia futura no solo del coronavirus, sino del virus de la influenza o el norovirus.
Sin embargo, mejorar las prácticas de higiene personal no reduce la incidencia de infección por patógenos transmitidos por vectores. Al menos un 17% de todas las enfermedades infecciosas en el mundo son producidas por patógenos.
Estas enfermedades causan anualmente 700.000 muertes. Generalmente, los vectores son insectos chupadores de sangre que ingieren microorganismos causantes de enfermedades mientras comen chupándole la sangre a un huésped enfermo (humano o animal).
Luego, al alimentarse nuevamente infecta a un nuevo huésped con el patógeno ya replicado. Cuando un vector se vuelve infeccioso es capaz de transmitir el patógeno cada vez que se alimenta de sangre. Sin embargo, la dependencia de un patógeno con respecto a un vector puede jugar a favor de la ciencia.
Una vacuna basada en proteínas de la saliva de mosquito
Un equipo liderado por Jessica Manning desarrolló una vacuna contra la saliva de Anopheles gambiae (AGS-v). La vacuna está diseñada sobre la base de péptidos, moléculas formadas por la unión de varios aminoácidos. Los péptidos se derivaron de cuatro proteínas salivales del mismo mosquito.
Para probar la eficacia y seguridad de la vacuna se realizó un ensayo clínico en el Centro Clínico de los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda, Estados Unidos. En el ensayo participaron 49 personas sanas, entre 18 y 50 sin antecedentes de alergias graves a las picaduras de mosquitos.
Aleatoriamente se inoculó un grupo de personas con la vacuna AGS-v sola, otros grupo con AGS-v más un coadyuvante y un placebo. Los participantes recibieron una inyección con la vacuna en el día 0 y en el día 21.
En el día 42, los participantes fueron picados por el mosquito Aedes aegypti en un entorno controlado para evaluar el riesgo posterior a las picaduras del mosquitos. También se evaluaron la seguridad y la inmunogenicidad.
La investigación no identificó problemas de seguridad. En su mayoría los participantes del grupo que recibió la vacuna AGS-v más el coayuvante presentaron dolor, hinchazón, eritema y picazón. La evaluación del estudio señala que la vacuna AGS-v fue tolerada. El hecho sugiere que «la administración de vacunas dirigidas a vectores en humanos es segura».
Por una vacuna vectorial y universal
El objetivo final de la investigación es dar con una vacuna vectorial. Los vectores expresan antígenos exógenos. De esa manera se insertarían uno o más genes que codifican antígenos (proteína) en el ADN del vector. Cuando el vector muerda a una persona con la vacuna AGS-v, no solo replicará sus propias proteínas sino la de los genes insertados.
Entonces, el sistema inmune del cuerpo estaría entrenado para reconocer las proteínas de la saliva del insecto y generar una respuesta inmune ante una posible infección vírica. Aún se requieren más pruebas de seguridad, pero el gran reto de la investigación de Jessica Manning es que la vacuna brinde protección contra los patógenos de otros mosquitos.
Existen estudios a favor de esta hipótesis. Por ejemplo, estudios preclínicos mostraron que los macacos rhesus inmunizados con una proteína salival de la mosca de arena estaban protegidos contra la leishmaniasis cutánea. Cuando fueron expuestos a moscas de la arena infectadas con el parásito que provoca la enfermedad, no enfermaron.
Las vacunas antivectoriales son una gran posibilidad de protección contra patógenos conocidos y desconocidos. Además, de que permitiría ganar tiempo mientras se consigue una vacuna dirigida específicamente a cada enfermedad. Los primeros resultados positivos llevaron a Manning a Camboya para realizar un estudio de campo que identifique las proteínas de la saliva de mosquitos candidatas para la vacuna.
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