Durante las últimas décadas se ha incrementado la producción del sector agrario y ha supuesto una amenaza para las especies silvestres y sus hábitats. Pero no solo eso, la agrodiversidad también se ha visto afectada al igual que las razas de ganado autóctonas.
En la agrodiversidad ganadera las razas de ganado son un factor esencial. Se consideran como unidad de manejo y conservación. Grupos de animales con características físicas y productivas parecidas y heredables, lo que permite diferenciarlos de otros grupos de animales. Son razas garantes de la variedad de fuentes de alimento de origen animal, medio de vida de comunidades rurales y proporcionan varios servicios al bienestar humano, como fibras y otros subproductos. Además, han sido y siguen siendo desarrolladas por las prácticas humanas.
Sin embargo, con la expansión de los sistemas ganaderos intensivos han mejorado las técnicas productivas y reproductivas que han fomentado la difusión de un grupo reducido de razas especializadas y han dejado de lado las razas ganaderas autóctonas. Las adaptadas localmente, de acuerdo con una investigación de Elena Velado, especialista en la biogeografía de las razas ganaderas locales de la Universidad de Alcalá.
Bien sea por abandono o reemplazo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura señala que apenas un 10% de las razas ganaderas locales no están bajo amenaza.
La importancia de las especies autóctonas
El Banco Mundial considera a estos animales como un bien público global. Ellos desempeñan un rol fundamental en el funcionamiento de los agreoecosistemas. Los hervíboros domésticos influyen en la estructuración de la vegetación, en la diversidad animal, y por tanto, en la dinámica de las comunidades. Además, las deposiciones del ganado contribuyen a la disponibilidad de nutrientes y a su circulación en el agroecosistema. En general, el ganado beneficia la configuración de paisajes más heterogéneos y complejos.
De acuerdo con el Catálogo Oficial de Razas de Ganado Autóctono, España cuenta con 165 razas ganaderas, 25 son de fomento y 140 se clasifican en peligro de extinción.
La agrobiodiversidad en peligro
Para preservar la biodiversidad no solo se necesitan zonas protegidas. También se requiera de amplias áreas que tengan un manejo que sí respete las necesidades de la vida silvestre. Lo común es encontrar grandes índices de biodiversidad en los paisajes agrarios que rodean sectores protegidos.
En Europa, 50% de las especies habitan en agroecosistemas y la Lista Roja de Hábitats muestra que un 53% de hábitats bajo amenaza son pastos. La desaparición de las razas ganaderas autóctonas y sistemas ganaderos extensivos tienen un gran importancia en la conservación de la biodiversidad.
La ganadería en España ha tenido una gran importancia histórica, tanto en el ámbito económico como social y cultural. La diversidad de los ambientes y culturas ha favorecido la aparición y el reconocimiento de 150 razas ganaderas autóctonas; sin embargo, algunas como la oveja merina negra, la vaca tudanca o el asno andaluz se encuentran en peligro de extinción.
En el caso del asno andaluz o burro andaluz-cordobés, se considera la más antigua de las razas europeas, con unos 3.000 años. Su situación actual es crítica, el número de individuos de pura raza apenas supera el centenar. La distribución de esa población entre dueños particulares de asnos y asociaciones de conservación son las que han evitado que desaparezcan.
También es el caso del caballo marismeño, una variedad de caballo cimarrón y semicimarrón española, autóctona de Doñana, en la comunidad autónoma de Andalucía. Su raza está oficialmente en peligro de extinción.
La diversidad de usos humanos no solo ha afectado las razas ganaderas, sino también la distribución de la diversidad silvestre en España. Aunque apenas se ha estudiado cuál puede ser la relación entre vida silvestre y razas ganaderas, hay una fuerte vinculación.
Diversidad silvestre y diversidad ganadera
Velado publicó un trabajo reciente en el que relaciona la distribución de especies nativas de vertebrados y las razas ganaderad autóctonas de la parte peninsular de España. Allí consideró 128 razas bovinas, equinas, porcinas, ovinas y caprinas.
De forma general, los resultados de esta investigación mostraron que las zonas que albergan una mayor variedad de razas autóctonas también presentan una mayor diversidad de vertebrados silvestres. Las relaciones positivas están mediadas sobre todo por las características climáticas del territorio peninsular.
Una de las posibles explicaciones de esta relación podría ser el papel que las razas y los sistemas de producción tienen en el funcionamiento y estructura de los agroecosistemas. Sin embargo, Velado aclara que se requiere de más investigación para entender los mecanismos detrás de esta relación.
Conservación y biodiversidad
Cuando se trata de usos ganaderos extensivos y sostenibles, y en contextos donde estos usos han generado una gran cantidad de razas autóctonas, la ganadería podría ser favorable para mantener la biodiversidad silvestre. Implementar acciones de conservación podría beneficiar tanto a razas ganaderas autóctonas como a la fauna silvestre.
Esto funcionaría especialmente en zonas con una larga data de usos agrícolas y ganaderos. Las medidas de conservación permitirían fomentar la preservación de la biosidversidad más allá de las zonas protegidas, incluidos paisajes ganaderos.
Las razas ganaderas autóctonas ofrecen grandes posibilidades al explotar diferentes recursos nutritivos, obtener productos de calidad diferenciados. Ahora se sabe que también contribuyen con el mantenimiento de la biodiversidad y que su conservación es primordial.
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