A medida que Joe Biden comienza a instalarse en la Oficina Oval, los contornos de su política hacia Rusia comienzan a aparecer. Dos temas, en concreto, han ocupado su agenda en estos primeros días. Uno, es el acuerdo conjunto New Start, para el control de armas nucleares. El otro es el llamado ciberataque SolarWinds. Los primeros anuncios apuntan a un giro respecto a la estrategia de Donald Trump. Pero también marcan diferencias con respecto a las iniciativas de Barack Obama.
El jueves, Biden ordenó a su jefa de inteligencia, Avril Haines, que realizara una revisión completa de una serie de transgresiones rusas en los últimos meses. Estará a cargo de abrir investigaciones sobre la supuesta interferencia rusa en las elecciones de 2020. También el envenenamiento de la figura de la oposición rusa Alexéi Navalni. Igualmente, los rumores de recompensas rusas otorgadas a los soldados estadounidenses en Afganistán. Además, el ataque cibernético del proveedor de servicios del gobierno SolarWinds.
Al mismo tiempo, funcionarios de la Casa Blanca dijeron que el presidente buscará una extensión de cinco años del último tratado de armas nucleares que queda entre los dos países, que expira en dos semanas.
Los anuncios simultáneos evidencian la complejidad del enfoque de Biden para contener las acciones del presidente ruso Vladimir Putin. Los ayudantes del presidente han dicho que no tienen interés en un «reinicio» en las relaciones del tipo que el presidente Barack Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, intentaron hace 12 años.
El tratado nuclear
Biden está comprometido con restaurar el multilateralismo estadounidense. Extender el llamado acuerdo New Start por cinco años marcaría una ruptura radical con la anterior Administración. Donald Trump se retiró de la mayoría de los acuerdos bilaterales restantes con Moscú en el transcurso de su presidencia.
Si bien Biden ha favorecido durante mucho tiempo la extensión, hubo un debate entre sus principales asesores sobre cuánto debería durar. Eligió la mayor cantidad de tiempo disponible bajo los términos del tratado. Tiene la esperanza, dijeron sus colaboradores, de prevenir una carrera de armamentos nucleares. Se trata de un paso importante, en un momento en que el nuevo presidente espera estar en un estado de confrontación casi constante y de bajo nivel con Moscú. Tanto en el «mundo real» como en el ciberespacio.
«La extensión de las limitaciones del tratado sobre las existencias de armas nucleares estratégicas hasta 2026 da tiempo y espacio para que nuestras dos naciones exploren nuevos acuerdos de control de armas verificables que podrían reducir aún más los riesgos para los estadounidenses», dijo John Kirby, el nuevo portavoz del Pentágono.
Agregó que los Estados Unidos necesitaba el esquema «intrusivo» de inspección y notificación de New Start. Su pérdida podría debilitar la comprensión de Estados Unidos de las fuerzas nucleares de largo alcance de Rusia, aseguró.
Los alcances del New Star
La administración Trump falló repetidamente en su oferta por una extensión más corta. Con ella buscaba para obtener concesiones de Rusia y lograr la inclusión de China en el acuerdo. Esto sigue siendo poco probable.
«New Start es el único tratado restante que restringe las fuerzas nucleares rusas. Es un ancla de estabilidad estratégica entre nuestros dos países», dijo el jueves Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca.
El tratado, que limitó a 1.550 el número de ojivas nucleares de las dos potencias, expira el 5 de febrero. No había podido ser renovado luego de que las conversaciones se estancaran bajo el gobierno de Donald Trump. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ofreció a Trump extender por cinco años ese tratado firmado en 2010 por el entonces presidente Barack Obama.
Los ciberataques
La invitación del presidente Joe Biden para extender el acuerdo New Start por cinco años se ofreció incluso cuando los funcionarios entrantes han condenado lo que los analistas ven como algunas de las «acciones antioccidentales más agresivas» del Kremlin en años.
Los asesores de Biden han señalado que preferirían adoptar una línea más dura con Moscú que la que tuvieron Donald Trump o Barack Obama. Ambos comenzaron su presidencia con una política de «reinicio» de las relaciones que se congelaron después de que las tropas rusas invadieron partes de Georgia.
En los días previos a la toma de posesión de Biden, los servicios de seguridad de Estados Unidos descubrieron un ataque masivo de ciberespionaje en computadoras del Gobierno. Los investigadores culparon a Rusia por el incidente. Además, Moscú arrestó el fin de semana a Alexéi Navalni, el líder de la oposición que acusó a espías rusos de intentar asesinarle en agosto.
Evaluación del incidente de SolarWinds
El reciente ciberataque involucró a piratas informáticos que comprometieron la infraestructura de SolarWinds. Esta compañía produce una plataforma de monitoreo de redes y aplicaciones llamada Orion, y luego usaron ese acceso para producir y distribuir actualizaciones con virus troyanos a los usuarios del software.
En una página de su sitio web, que fue eliminada después de que estallara la noticia, SolarWinds declaró que sus clientes en los Estados Unidos incluían a 425 de las empresas Fortune 500, las diez principales empresas de telecomunicaciones, las cinco principales firmas de contabilidad, todas las ramas del ejército, el Pentágono y el Departamento de Estado. También a cientos de universidades y colegios en todo el mundo.
Influencia en las elecciones
A pesar de la condena del arresto de Navalni y del llamado ciberataque SolarWinds, la Casa Blanca hasta ahora no ha llevado a cabo ninguna acción para castigar al Kremlin.
En cambio, Psaki dijo que el presidente había encargado a la comunidad de inteligencia estadounidense su «evaluación completa» de ambos incidentes,. También ordenó investigar las acusaciones de interferencia rusa en las elecciones estadounidenses. Igualmente, pidió esclarecer los informes de que Moscú pagó a combatientes locales para que mataran a soldados estadounidenses en Afganistán.
Psaki dijo que la nueva investigación evaluaría si hubo alguna interferencia en las elecciones del año pasado. «A medida que trabajamos con Rusia para avanzar los intereses de Estados Unidos, también trabajaremos para hacer a Rusia responsable por sus acciones temerarias y adversas», afirmó.
Trump pareció respaldar la negación de Putin de que Moscú tuviera algo que ver con el esfuerzo de 2016 para influir en las elecciones presidenciales. En diciembre, sugirió que tal vez China, no Rusia, estaba detrás de la piratería de los sistemas gubernamentales.
Los servicios de inteligencia de Estados Unidos concluyeron que Moscú operó en favor de Trump en las elecciones de 2016, lo que incluyó la manipulación de las redes sociales.
La reacción del Kremlin
El enfoque de Biden es totalmente diferente al de Trump, quien proclamaba su afectuosidad con Putin aun cuando su gobierno rompió los restantes acuerdos sobre control de armamento con Rusia.
Tras la investidura de Biden, el Gobierno de Rusia declaró que esperaba un trabajo “más constructivo” con el gobierno del nuevo presidente estadounidense Joe Biden para prolongar el tratado de desarme New Start.
“Esperamos que el nuevo gobierno estadounidense mostrará una posición más constructiva en el diálogo con nosotros”, indicó la diplomacia rusa en un comunicado.
Adicionalmente, Rusia está esperando una respuesta del nuevo Gobierno de Estados Unidos a un conjunto de propuestas destinadas a superar las diferencias entre Moscú y Washington, dijo la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Maria Zakharova.
«Aún no hemos escuchado las respuestas de nuestros colegas estadounidenses en relación con todo lo que ya está sobre la mesa de negociaciones», explicó Zakharova, en una sesión informativa semanal el jueves.
Lea también: