En medio de los ataques rusos, cuya temporalidad escapa a precisiones, la atención global priva ante la desbordante crisis humanitaria de refugiados. Garantizar la energía y la alimentación, son otras prioridades básicas, que comienzan a sortear obstáculos. La inmediatez de estos asuntos podría, aunque no debería, dejar de lado los esfuerzos para detener el cambio climático, cuyo efecto en la producción de alimentos es directo. Algunos expertos estiman que la crisis alimentaria está por venir como secuela de la guerra en Ucrania y, cuidado, si se hace regular.
Ucrania y Rusia son potencias agrícolas y juntas representan casi un tercio de las exportaciones mundiales de trigo y cebada. 45 países africanos y menos adelantados importan al menos un tercio de su trigo de Ucrania o Rusia. Y 18 de estos importan más de la mitad. Si la guerra se prolonga, la escasez de alimentos podría convertirse en “un huracán de hambre. Y en colapso del sistema alimentario mundial”, dijo Antonio Guterres, secretario general de la ONU.
Ucrania ha sido, hasta ahora, el mayor proveedor de la ayuda del Programa Mundial de Alimentos (PMA), de Naciones Unidas. Distribuye alimentos por todo el mundo a 125 millones de personas en más de 80 países. La situación de muchos Estados y zonas vulnerables se volverán muy críticas, si no se trabaja en los campos de Ucrania. Si no se recoge la cosecha y si las exportaciones de trigo a través de los puertos ucranianos siguen bloqueadas a causa de la guerra, dijo David Beasley.
El director del PMA comentó que, Afganistán, Egipto y Siria dependen de las importaciones de Ucrania. El alza de los precios también está provocando escasez y desnutrición en Oriente Medio y África Oriental, precisó a voceros de la Unión Europea y Francia en Roma, sede del PMA.
La guerra, una nueva crisis: la alimentaria
David Beasley no ha parado de hablar. En distintas tribunas advierte lo que está por venir. En más de sesenta días de guerra, Ucrania ha pasado a ser “la canasta de pan del mundo, a la formación de colas para comprar pan”. Y recalcó que en el caso de Yemen ha visto reducirse a la mitad su cuota alimentaria debido al alza de los costos de la comida, el combustible y la transportación.
La guerra, sin dudas, empuja a una crisis alimentaria. Los bombardeos han obligado a los agricultores ucranianos a defender al país en lugar de atender sus cultivos. Justo durante la estación de la siembra. Además, estos agricultores sufren de una escasez de fertilizantes de Rusia y Bielorrusia, lo que podría reducir sus cosechas en un 50 %, explicó el director del PMA.
La guerra “creará una catástrofe sobre otra catástrofe” si continúa, y llevará a hambrunas, desestabilización de países y migraciones masivas, advirtió Beasley. “Lo último que quisiéramos hacer en el Programa es quitarles comidas a niños hambrientos para alimentar a niños famélicos”.
Entretanto, la subsecretaria de Estado de EE UU, Wendy Sherman culpó de la situación a Vladimir Putin. Dijo que las fuerzas rusas bombardearon tres barcos civiles cargados de productos en el Mar Negro. Y acusó a la marina rusa de bloquear el acceso a los puertos de Ucrania para frenar la exportación de granos. Mientras, Vassily Nebenzia, el enviado de Rusia a la ONU, atribuyó el alza de los precios de los alimentos a las “sanciones histéricas” impuestas por EE UU y otras naciones occidentales.
Extremos climáticos elevan pérdidas de cultivos
A las estimaciones reales de esta crisis alimentaria por la guerra y la consecuente parálisis u obstrucción de las cadenas de suministro, está el cambio climático acechando.
Uno de los hallazgos más alarmantes de la reciente serie de informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) es que la crisis climática socavará cada vez más la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo. El documento confirmó que los eventos climáticos extremos como inundaciones, sequías y tormentas ya han expuesto a millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda y la desnutrición.
Quizás lo más inquietante es que el IPCC destacó que los extremos climáticos aumentarán el riesgo de pérdidas simultáneas de cultivos en las principales regiones productoras de alimentos. Con consecuencias catastróficas para los precios y la disponibilidad de alimentos.
Esta es nuestra nueva realidad. Una situación que empeora gradualmente para la alimentación y la nutrición a medida que las temperaturas aumentan sin descanso. Es el telón de fondo aterrador de los desarrollos geopolíticos y económicos del mundo. Cualquier crisis en un área crítica de producción de alimentos podría significar un desastre a escala mundial.
Ryan Hobert, director gerente de clima y medio ambiente de la Fundación de las Naciones Unidas, cree que “es probable que sea demasiado tarde para prevenir una crisis alimentaria en Ucrania”.
Sin embargo, dijo en Climate Home News que “podemos ayudar a quienes están sufriendo ahora mientras trabajamos para reducir agresivamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Y aumentar la resiliencia ante futuras crisis alimentarias”.
Opciones para fortalecer seguridad alimentaria
El experto climático enumeró algunas soluciones para apuntalar la crisis alimentaria, acentuada por la guerra y el cambio climático.
En primer lugar, señaló Hobert, debemos responder a la creciente emergencia humanitaria. El trabajo del Programa Mundial de Alimentos es fundamental y debe financiarse en su totalidad. En segundo lugar, los gobiernos deberían diagnosticar colectivamente los desafíos a la seguridad alimentaria y coordinar sus respuestas. Cuando los países del G7 se reunieron en Bruselas a fines de marzo, se comprometieron a actuar al unísono. Solicitaron una sesión extraordinaria del Consejo de la Organización para la Agricultura y la Alimentación para abordar las consecuencias de la guerra. Y así garantizar la seguridad alimentaria y la agricultura mundiales. Deben cumplir con esos compromisos.
Y en tercer lugar, los ecosistemas críticos no deben convertirse en tierras de cultivo para compensar las exportaciones de alimentos de Ucrania y Rusia. Como parte de su plan de emergencia, la UE está considerando liberar tierras en barbecho y de conservación para aumentar la producción de cereales. El Departamento de Agricultura de EE UU tomó la decisión correcta. Cuando rechazó una solicitud para permitir que los agricultores siembren en tierras protegidas a través de su Programa de Reserva de Conservación. Los europeos deberían hacer lo mismo.
Por último, sugiere, compensar la pérdida de producción de alimentos minimizando la cantidad de cultivos utilizados para la alimentación animal y los biocombustibles. EE UU usa más de un tercio del maíz que produce para mezclar etanol con gasolina. El Instituto de Recursos Mundiales descubrió que la reducción del 50% de los granos que se utilizan para el transporte en EE UU y Europa este año podría compensar el déficit de trigo. De maíz, cebada y centeno de Ucrania. Prioricemos el cultivo de cultivos para alimentar a las personas, no para producir combustible.
América Latina golpeada por la crisis
Ante la crisis alimentaria, que deriva la guerra en Ucrania, urge cambiar a dietas más sostenibles. Esto podría tener un gran impacto, consideró el director gerente de clima y medio ambiente de la Fundación de las Naciones Unidas.
Indicó que alrededor de un tercio de las tierras de cultivo mundiales se utiliza para alimentar al ganado. Greenpeace estima que reducir el uso de cereales para la alimentación animal en un 8 % en la UE compensaría los déficits de producción esperados en Ucrania. Además, podemos hacer que haya más alimentos disponibles para el consumo humano. Al reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, que representan un tercio de todos los alimentos producidos.
En forma resaltante, confió Hobert, “necesitamos alinear nuestros objetivos climáticos y alimentarios globales. Un clima cambiante requerirá resiliencia en todos los sistemas alimentarios. Desde la producción agrícola hasta el consumo de alimentos y la eliminación de desechos.
Esta crisis alimentaria también comienza a golpear a países de América Latina. Para 2022, las simulaciones de la FAO proyectan dos escenarios. El primero prevé un aumento del precio del trigo en un 8%. El segundo, el más severo, que los cereales aumenten en 21% y que dejen a 13 millones de personas más en condiciones de hambruna en América Latina.
«Tenemos dos años de pandemia, tenemos una exposición -sobre todo en los países del Caribe y de Centroamérica- a los cambios climáticos. Huracanes, sequías. Tenemos actualmente 267 millones de personas que están en situación de inseguridad alimentaria moderada o severa. Por tanto, los factores agravantes de la guerra en Ucrania, pueden tener un impacto muy importante», señaló José Luis Fernández, representante de la FAO en Haití.
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