Algunos expertos señalan que por muy catastróficas que puedan parecer algunas de las situaciones naturales que nos lleven al fin del mundo, la mayoría tomará miles o millones de años. Pero la mano del hombre en la destrucción del planeta podría demorar apenas décadas o siglos. De allí el necesario equilibrio de la balanza, entre progreso y medio ambiente.
El mundo no acabará porque la civilización humana se desintegre y regrese a la era de las cavernas. Pero está claro que sería lamentable que la desaparición de esta tuviera una causa enteramente humana.
Se requiere de una voluntad política y económica de la que parecen carecer quienes deben tomar las decisiones que nos afectan a todos. La publicación Noticias de la Ciencia y la Tecnología advierte la riña permanente entre algunos “avances tecnológicos” y el voraz cambio climático.
Progreso y medio ambiente: equilibrio de la balanza
El extenso trabajo cita el caso de la explotación petrolera y el daño al medio ambiente. La única solución, al parecer, es dejar de depender de este recurso cuanto antes. Y diversificarnos usando otras fuentes de energía. Todo esto se está haciendo ya en cierta medida, pero parece que existe una cierta inercia que impide que el petróleo sea abandonado. Incluso aquel que aún no hemos gastado, porque hay que seguir rentabilizando las costosas infraestructuras construidas alrededor de este recurso.
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Cada país tiene sus políticas para reducir las #emisiones por el uso de los combustibles fósiles, como p.ej., aplicar impuestos al #CO2 emitido.
Esto es lo que dice nuestra experta, Verónica Colerio:
👇 pic.twitter.com/t6jHuGND0f— ONU Cambio Climático (@CMNUCC) April 13, 2020
Señala además, que los intereses mundiales al respecto son demasiado poderosos. Los científicos solo atisban una posibilidad de que los humanos dejemos de consumir combustibles fósiles, y es constatar que el daño que su quema está produciendo sea ya demasiado severo e incluso catastrófico.
El cambio climático es un hecho, y los derivados industriales de la cultura del petróleo están incrementando ciertas enfermedades como el cáncer debido a la contaminación. En efecto, el uso de combustibles fósiles a gran escala ha hecho que la atmósfera esté viendo incrementados sus contenidos de dióxido de carbono desde el inicio de la era industrial. Este gas de efecto invernadero es el principal responsable del actual calentamiento climático global, cuyas consecuencias ya son conocidas.
Frenar el CO2
Los expertos insisten en que hay que parar el vertido de CO2 a la atmósfera, e incluso reducir su presencia, para invertir la actual tendencia. Se ha propuesto atrapar el CO2 antes de que alcance la atmósfera y almacenarlo en reservorios subterráneos, pero aún hay ciertas incógnitas técnicas a resolver.
A mayor pérdida de biodiversidad más vulnerables los seres humanos: WWF. @CNNEE | @aristeguicnn https://t.co/Mjw8LCsnP0
— WWF en Español (@WWFnoticias) April 13, 2020
Pero frenar el CO2 no es tan sencillo. Quizá si encontramos algún proceso químico que convierta a este gas en algo muy útil tendremos un incentivo especial para capturarlo. De momento, las cosas siguen empeorando y se espera que en el plazo de un siglo la temperatura haya subido varios grados, con las consecuencias que ello supone.
La rebelión de las máquinas
La publicación se refiere también a las guerras nucleares, a Chernobyl y al invierno nuclear (oscurecimiento de la atmósfera durante muchos días). También a las guerras químicas y bacteriológicas, entre otras.
El desarrollo tecnológico no está exento de previsiones funestas. Se sabe por ejemplo que los ordenadores duplican su capacidad cada poco tiempo. Esa evolución los llevará algún día a niveles de potencia y quizá inteligencia cibernética que los hagan conscientes de su propia existencia.
En ese momento, se ha propuesto la posibilidad de que asistamos a una rebelión de las máquinas, ante la que tendríamos dificultades para salir indemnes. Más aún, existe la tendencia recientemente iniciada de que todo tipo de dispositivo sea conectado a Internet para su acceso remoto.
Betelgeuse no estaba explotando: era un estornudo de polvo gigante https://t.co/XliU2vPJWm via @YouTube
— Noticias de Ciencia y Tecnología (@Noticiadciencia) March 25, 2020
Se puede especular pues que todas esas máquinas interconectadas alcancen una especie de conciencia colectiva que las coloque con poder decisorio en ciertos aspectos de la sociedad. Si tenemos en cuenta que algunas podrían tener acceso a sistemas sensibles, como el control de presas, armas nucleares, operaciones en bolsa, las consecuencias de su libre albedrío podrían ser extremadamente graves. Máquinas construyendo máquinas… una idea de la ciencia-ficción que no deja indiferente.
Nanotecnología en control
Otros avances revolucionarios, como la nanotecnología, deberían ser controlados muy de cerca, comenta Noticias de la Ciencia y la Tecnología.
Se ha propuesto el uso de nanomáquinas o dispositivos de tamaño nanométrico, para hacer reparaciones en el interior del cuerpo humano, controlar y reparar puentes, construir estructuras de tamaños imposibles.
En principio, estos diminutos aparatos deberían actuar siguiendo un programa bien diseñado, pero no es imposible imaginar un escenario de nanotecnología desbocada, casi invisible a la vista, capaz de producir graves daños en nuestro entorno.
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