De acuerdo con los resultados de un informe de la Administración de Información Energética (EIA), la producción petrolera de Estados Unidos alcanzó los estándares más altos en el mundo actualmente.
Con alrededor de 10,9 millones de barriles por día producidos en agosto, Estados Unidos consiguió promediar 10,7 millones de barriles por día a lo largo de 2018. La producción se ubicaba en 9,4 millones durante 2017, por lo que hubo un avance superior al millón de barriles diarios.
En febrero, la producción petrolera de Estados Unidos superó a la de Arabia Saudí por primera vez en dos décadas. Por otra parte, los niveles de junio y agosto fueron superiores a Rusia, algo que no pasaba desde 1999. Con estos resultados, los estadounidenses se convirtieron en los mayores productores de petróleo del mundo.
Las proyecciones de la EIA indican que la industria estadounidense crecerá aún más. Para el 2019 proyectan un bombeo promedio de 11,5 millones de barriles por día.
Un incremento repentino de la producción petrolera de Estados Unidos
La escalada de la producción estadounidense inició en 2011. El crecimiento ocurrió principalmente en áreas como el este de Texas, el oeste de Nuevo Mexico, el Golfo de México, Dakota del Norte y Montana.
Mediante la extracción del petróleo de esquistos bituminosos a través del fracking, la producción petrolera de Estados Unidos pudo avanzar de aproximadamente 5 millones de barriles por día a los niveles actuales.
A pesar de que este incremento se desaceleró en 2014 con la caída de los precios del crudo, con su estabilización en 2016, Estados Unidos mantuvo su ritmo de crecimiento. Las inversiones se multiplicaron y se hicieron esfuerzos para bombear más petróleo.
Con la producción mundial alta, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros productores no alineados al cártel, sostuvieron reuniones para acordar un recorte que motivara el alza de los precios. A pesar de que la mayoría de los gigantes de la industria, como Rusia y Arabia Saudita, se unieron, Estados Unidos hizo caso omiso.
Como consecuencia, el recorte de producción benefició a Estados Unidos. La demanda desatendida fue conquistada por la primera economía del mundo. Países como España, Italia, Países Bajos, Reino Unido o Noruega fueron el destino perfecto para el petróleo excedente de la industria estadounidense.
En aquel momento, la OPEP advirtió sobre el riesgo de la postura de Estados Unidos. «El aumento de la producción de Estados Unidos es preocupante», indicaba el cártel en febrero.
El riesgo de que los precios volvieran a bajar preocupaba a los productores internacionales. Sin embargo, se produjeron caídas importantes en la oferta mundial de crudo. Venezuela e Irán disminuyeron su producción drásticamente, por lo que el mercado de crudo permaneció estable.
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