Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente resulta desconcertante en la lucha por frenar la crisis climática. Los mismos países que 6 años atrás firmaron el Acuerdo de París, “planean producir un 110% más de energías fósiles en 2030 de lo que sería coherente con el límite del calentamiento global de 1,5 °C. Y un 45% más de lo que sería coherente con el límite a 2 °C», señala el documento del PNUMA y el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo.
Los principales productores de petróleo, gas y carbón sostienen un doble discurso en cuanto al cumplimiento de sus objetivos medioambientales, afirma el estudio. Inclusive, «algunos países están acelerando» su ritmo de producción. Con la idea de «ser el último que abandona» el gigantesco negocio de los combustibles fósiles, dijo Michael Lazarus, investigador y uno de los coautores del documento.
El informe “Brecha de producción 2021” apunta que las proyecciones de producción de los gobiernos supondrían un 240% más de carbón al 2030. Un 57% más de petróleo y un 71% más de gas de lo que sería consistente con limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Una acción a contracorriente y atentatoria en la lucha por revertir la crisis climática.
El estudio también indica que solo se registraría una disminución modesta en la producción de carbón con respecto a los niveles de los últimos años.
Los países del G20, responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero, se comprometieron, al suscribir el Acuerdo de París, a fijar límites y a cumplirlos. El documento precisa que estos países destinaron casi 300.000 millones de dólares en fondos adicionales a actividades de combustibles fósiles desde el comienzo de la pandemia. Una cantidad superior a la que han asignado a energías limpias.
Energías fósiles animan el calentamiento global
John Kerry, el enviado climático de la Casa Blanca, trató la semana pasada, de aquietar las opiniones de aquellos que piensan que la cumbre de la COP26 en Glasgow será decisiva para el futuro del planeta. Y aseguró que la reunión de la ONU podría no lograr su objetivo.
La agencia de la ONU, con este segundo informe (el primero se divulgó en 2019) confirma que las expectativas no son favorecedoras para el medio ambiente global. Se espera una mayor producción de energías fósiles que, sin dudas, obstaculizará las metas por frenar el calentamiento global. En esta ocasión, analiza la actividad de los quince países que más producen estos combustibles. Estos son: Alemania, Arabia Saudí, Australia, Brasil, Canadá, China, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, India, Indonesia, México, Noruega, Reino Unido y Rusia.
Las diferencias entre la primera edición y la actual son mínimas. En dos años, la producción de combustibles fósiles apenas ha variado. Solo disminuye, de manera simbólica, la de carbón. Y tal vez ese indicador se eleve, en momentos en que el Reino Unido, por ejemplo, está reanudando el uso de centrales eléctricas de carbón, por la crisis energética.
Durante las próximas dos décadas, los gobiernos proyectan colectivamente un aumento del petróleo y el gas, creando una brecha de producción cada vez mayor hasta 2040. “Los gobiernos siguen planificando y apoyando niveles de producción de combustibles fósiles que superan ampliamente lo que podemos utilizar de forma segura”, señala Ploy Achakulwisut. Autor principal del informe y científico del Instituto del Ambiente de Estocolmo.
A esto, Niklas Hagelberg agrega que «llegó el momento de que los países alineen sus planes del sector energético con sus ambiciones climáticas. No hay tiempo que perder”, dice el coordinador del subprograma de cambio climático del PNUMA.
Doble discurso que afecta a todos
El informe prevé que la producción mundial de gas será la que más aumente entre 2020 y 2040, según los planes de los gobiernos. Esta expansión mundial continuada y a largo plazo de la producción de gas es incompatible con los límites de temperatura del Acuerdo de París. A mayores energías fósiles mayor será el calentamiento global.
Los expertos del IPCC avisaron, en su informe de agosto, que ya se han causado cambios que serán “irreversibles” durante “siglos o milenios”. Y que las consecuencias directas, además de la subida de las temperaturas medias, figuran los fenómenos meteorológicos extremos. Olas de calor intensas, sequías, fuertes lluvias y considerables inundaciones.
Entre los países examinados, están Brasil y México, que no se han comprometido a reducir drásticamente sus emisiones al 2030. El plan energético brasileño de aquí a 2050, aprobado el año pasado, demuestra que el gobierno «prevé atraer inversiones y aumentar la producción de petróleo y gas» para convertir al gigante sudamericano en uno de los cinco principales productores mundiales, recuerda el informe.
En cuanto a México, el gobierno izquierdista de Andrés Manuel López Obrador quiere desarrollar la «soberanía energética». Y eso pasa por recuperar la producción petrolífera, que ha decaído notablemente en los últimos quince años.
También está el caso de Noruega. Este país cuenta con un fondo de inversión de más de un billón de dólares gracias a la explotación ininterrumpida de sus yacimientos de crudo y gas. A la fecha, se ha limitado a indicar que dejará de invertir en la extracción de carbón y de algunas actividades petroleras. Y se erige como un campeón ecologista.
El informe encuentra un freno por parte de la financiación pública internacional a las energías fósiles. Los principales bancos multilaterales de desarrollo han disminuido sus aportes a esa actividad.