Por Iñigo Aduriz
07/02/2017
Al PSOE se le ha vuelto a aparecer el fantasma del «no es no» que reivindicó durante las negociaciones para conformar gobierno y del que se desdijo a partir del 1 de octubre, tras el polémico Comité Federal que acabó con Pedro Sánchez y que dio pie a la abstención de los socialistas que facilitó la investidura de Mariano Rajoy.
Los socialistas parecen seguir una misma estrategia, tres meses después de la formación del Gobierno, a la hora de afrontar las negociaciones de los Presupuestos Generales de este año, que siguen sin aprobarse. Y es que los argumentos que utilizan ahora son los mismos que emplearon para justificar su no a Rajoy, que luego se transformó en una abstención válida para el PP.
En el centro de las conversaciones vuelve a estar el portavoz parlamentario de los socialistas, Antonio Hernando, que repite algunos de los mantras que él y el resto del equipo del exsecretario general del PSOE, Pedro Sánchez, emplearon entre junio y octubre. «No vamos a dar apoyo a los Presupuestos. Tendrá que ser el Gobierno quien busque otros apoyos para sacarlos adelante«, aseguraba hace justo una semana, tras la reunión de la Junta de Portavoces del Congreso.
Buscar a otros grupos
«No es posible que nos podamos aproximar con las premisas económicas que tiene este Gobierno. El PP tiene otros grupos políticos más afines con los que tiene que esforzarse para lograr ese apoyo«, añadía en la misma línea un día antes el portavoz de los socialistas en el Senado, Vicente Álvarez Areces.
Sin embargo, el desbloqueo de las cuentas del Estado vuelve a estar en manos de los socialistas. Y el Gobierno no parece tener tapujos en llevar su presión al principal partido de la oposición hasta las últimas consecuencias. Ya en una de sus últimas comparecencias públicas, el número dos de la gestora del PSOE, Mario Jiménez, también mano derecha de Susana Díaz, abría la puerta a respaldar los Presupuestos en el caso de que contengan unas cifras que permitan una «recuperación justa, que llegue al conjunto de los ciudadanos», así como una «recuperación de los derechos perdidos».
Numerosos medios han hablado desde entonces de una supuesta negociación secreta entre socialistas y populares, que se habría roto a finales del mes pasado por la decidida apuesta del PSOE de apoyar la aprobación de una renta mínima para los ciudadanos sin ingresos que en ningún caso iban a respaldar desde el Ejecutivo del PP. Esto explica que Moncloa siga prolongando la presentación de las cuentas a la espera de que se inicien unas nuevas conversaciones con el PSOE que permitan desbloquear la situación.
El Gobierno necesita el acuerdo
Mientras tanto, no cesan las apelaciones a los socialistas. El pasado martes, el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, aseguraba que al Ejecutivo no le importa esperar. «El Gobierno no va a traer a las Cámaras un proyecto de Ley de Presupuestos que no esté acordado», indicaba.
El pasado viernes, el portavoz del Gabinete, Íñigo Méndez de Vigo, añadía aún más presión al PSOE: «Si el diálogo no concluye en acuerdo, tendrán que ser las fuerzas políticas las que tendrán que explicar el porqué a los ciudadanos que han expresado su deseo de que esta sea la legislatura del diálogo y los pactos«, apuntaba.
Y remarcaba: «¿Acaso vamos a poner por delante de los intereses generales los partidistas? ¿Vamos a perjudicar a las Comunidades Autónomas? ¿Vamos a introducir inestabilidad en la nueva imagen de una España fuerte que hemos conseguido? ¿Es acaso coherente aprobar el techo de gasto y las medidas de estabilidad y no dar el visto bueno a los Presupuestos?». A su juicio, «es difícil entender».
Un nuevo dilema
Desde el Gobierno ya se ha deslizado que, finalmente, las cuentas se presentarán en las próximas semanas. Y el escenario que se les presenta a los socialistas vuelve a ser más que complicado: Si finalmente apoyan o se abstienen para la aprobación de los Presupuestos volverá a quedar en entredicho su palabra. Si, por el contrario, se mantienen en el ‘no’, lo peor que le podría ocurrir al PSOE es que el PP decidiera adelantar las elecciones en pleno proceso interno de los socialistas con una división clara entre quienes apuestan por la ruptura total con los de Rajoy y los que, por el contrario, apuestan por la oposición útil que defiende la gestora.