Un grupo de científicos encontró una nueva prueba en las rocas lunares que muestra que probablemente la formación de la Luna ocurrió después de que un planeta del tamaño de Marte se estrellara contra la proto-Tierra hace más de 4.000 millones de años. Si bien se trata de una hipótesis muy extendida, el hallazgo ofrece nuevas luces acerca de cómo se habría producido este proceso. También permite hacer cálculos más precisos de cuán probable es que este haya sido el origen del satélite natural de nuestro planeta.
El equipo de investigadores, dirigido por la NASA, examinó las rocas lunares traídas a la Tierra por los astronautas del Apolo hace más de 50 años. Al analizar las muestras con herramientas tecnológicas avanzadas —que no estaban disponibles para los investigadores en las de 1960 y 1970—, el equipo encontró más prueba de la «teoría del impacto gigante» al centrarse en la cantidad y el tipo de cloro en las rocas, informa un estudio reciente.
Cloro pesado, cloro ligero
Los investigadores descubrieron que la Luna tiene una mayor concentración de cloro «pesado» en comparación con la Tierra, que tiene más cloro «ligero». Los términos «pesado» y «ligero» se refieren a versiones del átomo de cloro, conocidas como isótopos, que contienen diferentes números de neutrones en sus núcleos.
Poco después de que ocurriera la gigantesca colisión, la Tierra pudo permanecer unida. Mientras tanto, las piezas de ambos planetas que fueron lanzados al espacio se fusionaron para dar paso a la formación de la Luna.
Al principio, el golpeado planeta y su protosatélite tenían una mezcla de isótopos de cloro ligero y pesado. Sin embargo, esa mezcla comenzó a cambiar a medida que la gravedad de la Tierra atraía a la Luna recién formada.
Al tiempo que los cuerpos cósmicos continuaron tomando una nueva forma después del choque, la Tierra tiró del cloro más ligero hacia sí misma. El proceso dejó el cloro pesado, más difícil de mover, en la Luna. Esto dejó al satélite sin cloro más ligero en comparación con el isótopo más pesado.
«Hay una gran diferencia entre la composición elemental moderna de la Tierra y la Luna, y queríamos saber por qué», dijo en un comunicado el coautor del estudio, Justin Simon, científico planetario de la NASA. «Ahora sabemos que la Luna era muy diferente desde el principio, y probablemente se deba a la teoría del ‘impacto gigante».
Vieja teoría, nueva evidencia
Los científicos también comprobaron las teorías existentes, observando otros elementos que son halógenos, es decir, de la misma familia química que el cloro. Estos otros halógenos «ligeros» también son menos abundantes en la Luna. El equipo no pudo ver ningún patrón que indicara que un hecho posterior hubiera causado la pérdida.
El nuevo estudio se publicó este mes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Fue dirigido por Anthony Gargano, miembro graduado de la División de Ciencia de Exploración e Investigación de Astromateriales de la NASA, en el Centro Espacial Johnson, en Houston.
La investigación se suma a una creciente montaña de evidencia química para apoyar la hipótesis del impacto gigante. Esta teoría se sugirió por primera vez hace décadas, para explicar la formación de la Luna.
Por ejemplo, un estudio publicado en marzo de este año empleó mediciones de mucha precisión de isótopos de oxígeno, para mostrar que las rocas de la Tierra y la Luna son probablemente incluso muy diferentes entre sí, mucho más de lo que se pensaba antes.
Observación de la Luna
Este estudio se publicó pocos días antes del Día Internacional para la Observación de la Luna: este sábado 26 de septiembre. Su finalidad es fomentar la observación, la comprensión de nuestro satélite y su importancia tanto en la exploración espacial como en las ciencias planetarias. También para que se pueda disfrutar de su observación.
Este evento se celebra anualmente en septiembre u octubre, cuando la Luna está alrededor del primer cuarto, una gran fase para la observación nocturna. Además, un primer cuarto de Luna ofrece excelentes oportunidades de visualización a lo largo del terminador (la línea entre la noche y el día), donde las sombras realzan el paisaje lleno de cráteres de la Luna.
Por eso, la fecha es variable. Por ejemplo, en 2021 se realizará el 16 de octubre. Para 2022, será el 1 de octubre.
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