La paralización de la economía provocada por la crisis sanitaria ha obligado a los Gobiernos a poner en marcha mecanismos de tipo fiscal y financiero, que tienen como objetivo mitigar el impacto negativo de la pandemia sobre el empleo. En España, fueron aprobados los ERTE para garantizar el empleo de los trabajadores asalariados y el cese extraordinario de actividad para los autónomos, además de otras medidas para proporcionar liquidez a las empresas.
Sin embargo, los resultados de la última Encuesta de Población Activa (EPA), publicada de manera trimestral por el INE, han seguido mostrando la crítica situación derivada de la pandemia. Y todo ello sin haber tenido todavía en consideración el impacto potencial que pueden llegar a tener los ERTEs sobre el desempleo. De hecho, en el segundo trimestre, la ocupación descendió un 5,46%, en la peor caída en un trimestre desde que se tienen registros, liderando el desempleo en Europa.
El mayor impacto sobre el empleo se espera para 2021, según el BCE
Además, el Banco Central Europeo (BCE) ha mostrado su preocupación con que dicho impacto se incremente en el futuro y alcance su máxima intensidad en 2021. Los miembros del Consejo Europeo y del BCE, en una de sus últimas reuniones celebradas en el mes de julio, temen que los efectos de la pandemia puedan aumentar todavía más el año que viene en el plano laboral, especialmente porque el verdadero impacto de la Covid-19 sobre el empleo se puede producir más tarde, retrasando hasta 2021 el pico en la tasa de paro.
Según el máximo órgano rector de la política monetaria, las expectativas negativas sobre el empleo, que traerán consigo una pérdida en la ocupación y en los ingresos, tendrán consecuencias negativas sobre el gasto de los consumidores, provocando un “ahorro preventivo” que ha acabado lastrando el consumo y, por tanto, también la producción.
La Covid-19 ha disparado el ahorro de las familias
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, la tasa de ahorro de los hogares se situó en el 31,1% sobre su renta disponible, su valor más alto de toda la serie histórica iniciada en 1999, superando en más de 10 puntos porcentuales el anterior máximo del 20,1%.
Esta precaución se ha trasladado a los saldos de los depósitos a la vista y a plazo fijo en nuestro país. No en vano, según datos del Banco de España, el volumen de ahorro en depósitos ha aumentado un 12,67% en agosto de 2020 en términos interanuales, al alcanzar un total de 773.000 millones de euros, el máximo desde que se tienen registros desde 2003.
Y todo ello en un contexto de bajos tipos de interés, donde el ahorro sigue estando penalizado respecto al consumo. Las alternativas siguen sin proporcionar seguridad a los ahorradores, lo que ha provocado que los depósitos continúen siendo la opción preferida para colocar sus ahorros.En este aspecto, los depósitos de bancos europeos, que ofrecen una mayor rentabilidad respecto a los bancos españoles y están protegidos por el fondo de garantía de depósitos de cada país, siguen siendo una buena elección, con rentabilidades que pueden llegar hasta el 1,41% TAE.
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